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MORELIA, Michoacán, 9 de abril.- María Elena tiene el color de la madera clara en los ojos, la piel tostada por el sol. Hace 16 años sembró con sus hijos tres hectáreas de tierra que le dejó el marido mientras trabajaba en Estados Unidos, y ella se encontraba sola en el hogar, esa casita pintada de verde vibrante, en medio de un bosque.
Al cabo de los años, sus tres hectáreas sembradas de aguacate formaron parte del saqueo a Tancítaro que realizaron La Familia Michoacana, primero, y Los Caballeros Templarios, después.
Productores del llamado oro verde en la región calculan que del 2009 al 2013, el crimen organizado controló el 13% del negocio del aguacate, pues durante ese lapso padecieron extorsión y despojo, afectando a empresarios, minoristas, empacadores y transportistas.
Durante los últimos cinco años, el valor de la producción total nacional de aguacate ascendió a poco más de 76 mil millones de pesos, según datos oficiales de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA). Los productores de Tancítaro calculan que el crimen organizado les saqueó unos 10 mil millones de pesos; es decir, dos mil millones cada año. “Se llevaron costaladas, no era nada poquito”, asegura uno de los afectados. Cabe destacar que Michoacán ocupa el primer lugar a nivel nacional y mundial en producción; aporta 85% del aguacate que consume el país y alrededor de 52% del aguacate del mundo. El 25% proviene de Tancítaro.
María Elena trabajaba con sus hijos de de 10 y 12 años. Su huerta se ubica en un terreno que comparte con otros 15 familiares y amigos, aunque cada quien trabaja su pedacito: tres, cuatro hectáreas cada uno.
Esto deja a cada dueño, en promedio, unos 100 mil pesos anuales para el sustento de sus familias.
La mujer se calzaba unas medias gruesas para proteger las pantorrillas que asomaban bajo la falda. En el terreno abundaban hierbas que allá conocen como “aceitillas”, llenas de espinas. Cada noche, asoleada y exhausta, las quitaba una por una de las calcetas. Tiempo después por primera vez en su vida comenzó a usar pantalones. Era 1998 y sembraba aguacate.
Cuarenta años atrás, los pueblos y ejidos empobrecidos de este municipio vivían del maíz y la resina de los pinos para hacer trementina.
En los 70, una familia introdujo el cultivo de aguacate en el municipio. Tancítaro tiene condiciones privilegiadas: altura, clima, humedad. La gente empezó a ver tiempos mejores, pero la verdadera suerte, el golpe de timón, fue 1997, cuando la Unión Americana levantó su embargo contra el aguacate mexicano. Un año después, en 1998, María Elena comenzaba a plantar su huerta, y Estados Unidos (EE.UU.) ya importaba más de 10 mil millones de toneladas de aguacate hass mexicano, según datos de SAGARPA, provenientes sobre todo de huertas en Uruapan y Tancítaro.
Guillermo, el esposo de María Elena, regresó. Juntos trabajaron su tierra. Cosecharon por primera vez en el 2004 y el 2005, cuando la cifra de exportación hacia Estados Unidos había pasado ya las 104 mil toneladas. Cada año, técnicos de EE.UU. llegaban, cortaban la fruta, revisaban que el hueso no tuviera gusano barrenador y aprobaban la huerta.
Los productores de Tancítaro lo han hecho bien. Actualmente, The Wall Street Journal afirma que 4 de cada 5 aguacates que se venden en aquel país provienen de aquí, la capital mundial del aguacate. En el 2007, Tancítaro se enriquecía, cuando Los Zetas llegaron a Michoacán.
Se formó entonces La Familia Michoacana para, alegaban, proteger “al pueblo” de los abusos de criminales. Al cabo de dos años habían expulsado a Los Zetas, pero ahora La Familia Michoacana cobraba “cuotas” y extorsionaba.
En febrero del 2009, la “floración normal” del aguacate, las más importante del año, adornaba los árboles con pétalos diminutos color verde–amarillo. Esa flor se iba a convertir en la primera gran cosecha de Guillermo y María Elena. Sin embargo, La Familia Michoacana ya les había advertido a los 16 dueños del lugar que abandonaran las tierras. Nadie creyó que los podrían despojar “así nomás”.
Era mediodía cuando llegaron unas 12 camionetas con personas armadas. Levantaron a seis, incluido un hermano de Guillermo. Los amarraron y vendaron un día entero. Los dejaron ir. Al día siguiente nadie regresó a las huertas.
A las 16 familias que robaron les “fue bien”, les quitaron sus tres, cuatro hectáreas pero los dejaron vivos. A la familia Cevallos, grandes productores de aguacate, le mataron a seis para obligar al único varón sobreviviente a que firmara el despojo legal de sus 200 hectáreas.
Los siguientes años fueron de extorsiones y despojos, de violencia, de fracturas en el crimen organizado, pero la producción y exportación del oro verde florecía.
A finales del 2010, La Familia Michoacana se escindió. Por un lado, El Chango Méndez, por el otro, Los Caballeros Templarios y sus líderes: Servando Gómez Martínez, La Tuta, y Enrique Plancarte Solís, El Kike.
Ese mismo año, México facturó, en exportaciones de aguacate, 672 millones de dólares. La mayor parte, cultivada en Uruapan y Tancítaro. Para junio del 2011, El Chango Méndez había sido detenido y Los Templarios dominaban Michoacán. Ese mismo año, la Entidad exportó 300 mil toneladas de aguacate hacia EE.UU., y en aquel país las cadenas de comida rápida Burguer King y Subway incluían por primera vez guacamole en sus menús. Las exportaciones significaron casi mil millones de dólares de facturación para México, según los reportes de la prensa en el 2011. Pero, ese mismo año, en Michoacán, el 30% del aguacate “se perdió” o fue robado por el crimen organizado.
Es marzo del 2014 y el calor cae como plomo sobre Morelia. En su oficina, el secretario de Desarrollo Rural de la Entidad, Ramón Cano Vega, asegura que “las exportaciones han ido creciendo cuantitativamente, cualitativamente y económicamente”. Las cifras hablan: en el 2011 se enviaron 300 mil toneladas a EE.UU.; en el 2012, 320 mil, y para el 2013, el año en que se levantaron las Autodefensas, 540 mil toneladas.
-— ¿Entonces el crimen organizado no afectó?, se le cuestiona.
El titular sólo admite un dato: en el 2011, el año de la caída de El Chango Méndez y de la victoria de Los Caballeros Templarios, del millón 300 mil toneladas que se produjeron, cerca de 30% se “perdió” por hurtos que hacían a los productores. Pero, agrega: “Esto ocurrió hasta 2011”. Ya no.
En febrero de 2013, en Tierra Caliente, a unos 50 minutos de Tancítaro, tres poblados se levantaron en armas contra Los Caballeros Templarios. Luego se extendieron a otros pueblos. Y se acercaron a Tancítaro. Es en octubre cuando se realiza el muestreo de las huertas aguacateras para constatar que no tienen plagas y ser aprobadas para exportar. Por la inseguridad, los productores atrasaron el proceso. O quizá porque ya se sabía que Tancítaro se iba a levantar en armas.
“Nosotros también nos preocupábamos mucho, porque el muestreo que se hace para que haya exportación se realiza en octubre. Y hubo un retraso porque la APEAM, no sé, no querían venir, tenían temor”, explica Jesús Bucio Cortés, productor aguacatero y líder de las autodefensas del municipio.
El 16 de noviembre, temprano, unas 50 camionetas salieron de Buenavista y Tepalcatepec; subieron por carretera rumbo a Tancítaro. Ya en el municipio, en la tenencia de Pareo, a unos 20 minutos de la cabecera, Los Caballeros Templarios salieron al encuentro.
Pero, recuerda Ezequiel, un poblador del municipio, los alzados habían trazado una estrategia al puro estilo del Caballo de Troya. Mientras Los Templarios se dirigían a Pareo, por la otra carretera, la que va rumbo a Uruapan, llegaban dos camiones con medio centenar de Autodefensas agazapados y armados. El enfrentamiento distraía a Los Templarios, mientras los camiones ingresaban. Para cuando el Ejército llegó y los Templarios se dieron cuenta, en Tancítaro la plaza principal estaba tomada.
Hubo parálisis. Por cuatro semanas no se cortó fruta, porque Los Templarios amenazaron a los empacadores que se encuentran en Uruapan, que si compraban la fruta de Tancítaro les iban a quemar los empaques, explica Bucio Cortés. Se cerraron coyotillos, huertas. Se paralizó por completo la capital mundial del aguacate.
No se afectó la exportación de aguacate, asegura el secretario de Desarrollo Rural, sobre todo porque la altitud del municipio aporta una cualidad asombrosa: si no se corta la fruta, ésta no se pudre. Queda ahí, colgada del árbol en perfecto estado por tiempo indeterminado.
“En el tiempo que se tuvieron los problemas que ustedes conocen, se dejó de cortar por 15 días. En el momento en que se pararon los cortes, el aguacate tenía un precio de 15 pesos el kilo. Quince días después de que se reanuda, tenía un precio de 22 pesos el kilo”, explica.
A principios del 2014, las Autodefensas anunciaron la devolución de las propiedades que habían sido arrebatadas. Entre ellos a Guillermo y María Elena. Y al único sobreviviente de la familia Cevallos.
En enero, los muestreadores llegaron. La gente los cuidaba como a las niñas de sus ojos. La exportación no se interrumpió. Y Ramón Cano anunciaba, en el marco del Super Bowl, el día en que más guacamole consumen los estadounidenses, que este 2014 las exportaciones romperían récord.
Se calcula que rebasen las 600 mil toneladas.
Quedan pendientes. Algunos dueños fueron obligados a firmar el despojo de sus tierras, comenta Bucio Cortés. Y deberán realizar procesos para que todo quede en orden legalmente.
-— De lo que se exportó, ¿como cuánto se lo robaron Los Caballeros Templarios?
-— Yo ese dinero no lo puedo mentar, pero creo que unos 10 billones. ¿Sí sabes cuánto es un billón? Porque eran costaladas. No creas que poquito, responde Bucio.
Usa el término “billón” como lo hacen en EE.UU.: en inglés, one billion equivale a mil millones. Los exportadores en Tancítaro han adoptado este término así.
En octubre, Guillermo cosechará por primera vez en 5 años. Serán unas 10, 12 “toneladitas”. Pero María Elena casi no visita la huerta. Ella todavía no confía. (El Universal)