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México (28 de mayo).- A Lupita le gusta lavar, planchar, tejer, bordar, bailar, observar el cielo y hacer el amor, correr, sembrar, proteger, deducir y preguntar, pero también le agrada la soledad y el silencio, chupar, autocompadecerse, “chingar y tener la razón”. Es una policía agresiva y alcohólica.
Esta antiheroína es la protagonista de la nueva novela de la escritora mexicana Laura Esquivel (1950), A Lupita le gustaba planchar, su primera aproximación a la novela negra, un thriller que confeccionó a lo largo de una década y que rompe un silencio de ocho años de no publicar este género, desde Malinche (2006).
Esta joven que perdió un hijo y que ha sido abandonada por su marido no es güera ni delgada, no se ha hecho ninguna cirugía plástica, “todo es naturalito en ella”, además, no posee reconocimiento público.
“Es una mujer que ha sido muy violentada, discriminada, excluida. Me interesaba abordar el tema del alcoholismo y las consecuencias que ha tenido que seamos producto de generaciones de alcohólicos”, explicó Esquivel ayer en rueda de prensa.
“En nuestro país, antes de la llegada de los españoles no existía el problema del alcoholismo, porque al joven que era alcohólico se le mataba a garrotazos”, agregó quien publicó su primera novela, Como agua para chocolate, en 1989, que resultó un éxito de ventas.
“Todo esto tenía que ver con una cosmovisión, con todo el pensamiento espiritual del momento. Ellos estaban convencidos de que formaban parte de un cosmos, de un orden, y que para funcionar dentro de ese orden, su voluntad debía estar libre. Cuando uno entrega su voluntad a las drogas o al alcohol, pierde su libertad. Sólo a los ancianos se les permitía beber en los rituales, porque ya no tenían una vida productiva que pudiera afectarse”, detalló.
“Como Lupita somos millones. Yo también tengo mis adicciones y las confieso públicamente: soy adicta al chocolate y a los carbohidratos. A unos se nos notan las adicciones y a otros no, pero todos buscamos un satisfactor que nos haga sentir un poco mejor”, añadió.
Quien es considerada la autora mexicana viva más leída en el mundo —Como agua para chocolate ha sido traducida a 36 idiomas y ha vendido seis millones de ejemplares, tres de los cuales en Estados Unidos, donde permaneció por más de un año en la lista de best-sellers del New York Times— está convencida de que existe hoy en día “una desconexión” entre los hombres.
“En qué consiste esta desconexión, esta agresión profunda que hace que un niño mate a otro en una escuela, que hace que dejemos morir de hambre a alguien y que haya violencia constante.
“No nos importa porque no nos sentimos parte de… ¿Por qué hemos llegado a este punto y cuál sería el camino para reconectar, cómo se enlaza el famoso tejido social del que ahora todos hablan, cuando la voluntad de millones está fracturada?”, se preguntó.
De esto habla en su nueva novela Esquivel. “Para mostrar la enfermedad de Lupita escogí lo que a ella más le gusta hacer. Todo tiene un sentido en su vida, pero también en la vida nacional y en el inconsciente colectivo. Por qué tiene necesidad de planchar, de que todo esté en orden, sin arrugas, qué significa bordar, tejer y en qué momento recurrimos a estas actividades”, indicó.
El lector, aseguró, acompaña a la protagonista en un viaje doloroso y traumático, que se complica con el sorpresivo asesinato de un político, lo que la conduce a un mundo de corrupción. “Ella va a tocar fondo y saldrá adelante, va a encontrar el camino”.
La autora de Tan veloz como el deseo confesó que siempre ha buscado que sus historias lleguen a la gente de manera más accesible y clara. “La preparación de Lupita no le permite saber sobre la historia de México, por ejemplo, y ella se hace preguntas, pero nunca encontrará la respuesta, pero el lector sí, porque son piezas de un rompecabezas que al final se resuelve”.
Dijo que con esta historia quiso volver al origen, “pero no de mi literatura ni de la historia de mi país, sino a un origen que nos es común a todos, que es una energía que traspasa todas las demás diferencias o aspectos que nos separan y nos hacen entrar en pugna unos con otros”.
A Esquivel le preocupa saber “cómo trascendemos la separación, la diferencia, la clasificación; cómo se le hace para integrarse al todo, porque cuando te integras al todo ya no hay diferencia. Eso es lo que necesitamos: la reunificación, la reintegración a otro orden y trascender todo límite”, señaló.
Para quien también ha incursionado en la literatura infantil, con el cuento Estrellita marinera, la solución de este odio y violencia entre los mexicanos es “darnos cuenta de lo que en realidad somos, eso cambiaría nuestra historia; y podemos hacerlo porque algo de la cosmovisión de nuestros antepasados permanece en nosotros.
“Debemos volver a darle valor a lo realmente importante y vital, a la siembra, al agua, a la tierra. No necesitamos ropa de marca, un auto nuevo, la dona o el celular, sino ser capaces de reconocernos en el otro y extendernos hacia el otro.
“Es la búsqueda detrás del producto. Sentir esa energía poderosa que te indica que no estás solo, que somos parte de una energía en constante transformación. En un mundo unificado todos somos lo mismo”, concluyó Laura Esquivel.
Múltiples lenguas
Como agua para chocolate (1989): 36 idiomas.
La ley del amor (1995): 17 idiomas; y acaba de lanzarse en formato digital.
Íntimas suculencias. Tratado filosófico de cocina (1998): siete idiomas.
Estrellita marinera (1999): dos idiomas.
Libro de las emociones (2000): dos idiomas.
Tan veloz como el deseo (2001): 16 idiomas.
Malinche (2006): 14 idiomas.
Libro
Título: A Lupita le gustaba planchar
Autora: Laura Esquivel
Editorial: Suma de letras, México, 2014; 198 pp.
¿Dónde y cuándo?
El libro se presenta el 4 de junio, 19 horas, Auditorio BlackBerry (Insurgentes Sur 453, Condesa). Participan Santiago Pando, Regina Orozco, la Banda de Policía de Oaxaca y el grupo Los Segregados, integrado por expresidiarios.- (Excélsior)