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Desde el inicio de nuestra historia como nación independiente a través del tristemente célebre Joel R. Poinsett, embajador norteamericano acreditado en estas tierras, la masonería internacional (principalmente la norteamericana), ha desempeñado un activo papel en nuestra política, apoyando determinadas personas o posturas favorables a sus intereses de dominio.
Lo primero que discurrieron para poder realizar su empresa, fue debilitar a la institución más identificada con el alma nacional: la Iglesia Católica Romana, tachándola de retrógrada. Para ello, se valieron de sabandijas y testaferros de ingrato recuerdo como Ocampo, Juárez, Lerdo, Obregón y Calles, sumisos a sus perversos designios, tratando de sangrarla, acorralarla y por sobre todo, debilitarla y desprestigiarla moralmente. A pesar de muchísimas circunstancias favorables a esto, la entereza y fidelidad del pueblo mexicano a su credo y sus pastores, ha impedido semejante desatino, aunque para ello haya sido preciso poner una buena cuota de sangre.
Todo aquel político que en nuestro país pretenda llegar a grandes alturas, se ha visto precisado a pasar por el tamiz de la aprobación masónica o ha debido desafiar sus dicterios y enfrentar con ello, un alud de denuestos y descalificaciones. El primer epíteto del que se valen para infamar el buen nombre de quien se les oponga es el de conservador y muchísimos políticos temen ser motejados de este modo y recurren al expediente de evitarlo a toda costa, evadiendo malquistarse con los integrantes de las logias.
Yucatán no ha sido ajeno a esto. Ya desde la época de Carrillo Puerto los masones desempeñaron un papel preponderante en la política local, cuya influencia se dejó sentir durante los años en que invariablemente los gobiernos eran emanados del Partido Revolucionario Institucional, en cuyo seno el peso de la masonería es indiscutible.
Por razones obvias, esa preeminencia se vio abruptamente interrumpida con la alternancia en el poder y el ascenso a la gubernatura de Patricio Patrón Laviada, católico y tronco de una familia sustentada en la fe. En tal virtud, los ataques de que Patricio y su familia fueron víctimas, han sido innumerables, sin importar manchar el buen nombre, la fama pública, la honorabilidad de un apellido, las diatribas y afirmaciones calumniosas han proliferado. El origen de la inmensa cantidad de denuestos es inequívocamente masónico. Evidentemente los miembros de la masonería internacional se han agrupado detrás de una persona o un grupo que garantice la satisfacción de sus intenciones. Grupo cerrado y de difícil acceso, integrado por gente hipócrita y de bajas inclinaciones, han hecho de Rolando Rodrigo Zapata Bello su abanderado y lo han promovido y posicionado como serio aspirante a la gubernatura local.
El grupo de Rolando Zapata no destaca por capaz. Son eso sí, bastante
disciplinados como consecuencia de la visión autocrática que los impulsa.
Prueba de ello, es que su actividad en la política estudiantil donde es más
complicado distorsionar la intención del voto, fue siempre perdedora.
Hombre de doble cara, Rolando se prodiga en perseguir a sus contrarios e
intentar aniquilarlos. No obstante, carece de talento hasta para eso. Infectado de inquietud por la cuestión mediática como corresponde a todo integrante de la nueva mayoría, Rolando se ha empeñado en saturar los correos de articulistas desfavorables a su causa, con la relación puntual de todo cuanto hace o dice, que además de no ser mucho, tampoco es bueno. Dicho sea en buen romance: Rolando, te agradeceré al alma que me dejes de enviar basura.
Te pago con la misma moneda con que lo has hecho al perseguirme a mí y a mis amigos y más aún: me empeñaré en impedir que llegues a gobernador, porque sería una muy lamentable desgracia para Yucatán, que gente como tú, desconocedora de la generosidad, acceda al poder. Siendo además católico, por convicción tendría que oponerme a semejantes pretensiones. Pero además de esto, si tomamos en cuenta lo brillantes que son los integrantes de las logias, que conocemos tú y yo, no te arriendo las ganancias.
Que todo Yucatán se entere: el proyecto de sucesión de Ivonne Ortega y
que promueven los masones, se llama Rolando Zapata Bello, quien pretenda
señalar como viable a Angélica Araujo, solo pretende evitar el desgaste de la
imagen de Rolando, poniendo a la arquitecta tixkokobense como pararrayos.
Impidamos que los perversos designios de los masones, enemigos de México y la cristiandad cristalicen, Yucatán es digno de mejor suerte.
Dios, Patria y Libertad