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Desde el fallecimiento de Antonio Mediz Bolio, culmen de las letras yucatecas, el gobierno de este estado, a través del Instituto de Cultura de Yucatán (ICY), organiza un homenaje luctuoso en que, de manera tradicional desde hace aproximadamente doce años, un descendiente directo del autor dirige un mensaje de agradecimiento. Desde el año 2000, el encargado de pronunciar el discurso alusivo, ha sido el bisnieto de Mediz Bolio, el Lic. Francisco Solís Peón, conocido como Pancho Cachondo.
Como medida de cortesía con las autoridades culturales, con una semana de antelación se remitía el mensaje al Instituto de Cultura. Así ocurrió hasta el año pasado, sin que las autoridades quitaran o pusieran una sola coma o sugirieran mención de algún tema o asunto en particular. Tal había sucedido en las administraciones de Víctor Cervera Pacheco (qepd), Patricio Patrón Laviada e Ivonne Ortega Pacheco, por lo menos hasta el año anterior.
En esta oportunidad, Francisco Solís Peón envió, con dos semanas de anticipación, el texto de su alocución. Nadie acusó haberlo recibido. Ningún funcionario dio señales de vida. Intentó comunicarse para indagar si lo habían recibido. Jamás le tomaron la llamada.
Llegó el día del homenaje y, picado por la curiosidad, Francisco Solís acude al teatro Peón Contreras y se encuentra con el más deslucido de los eventos que se ha realizado en los últimos veinte años. Lo mediocre del acto, reflexiona, concede la razón a su madre que prefiere abstenerse de asistir, habida cuenta de la confusión institucional que le adjudica reiterativamente los apellidos Peón Bolio, cuando su patronímico es Peón Mediz.
Este año, en el homenaje, dirige el mensaje el abogado Salvador Camino Mediz, sobrino nieto del homenajeado, pero no descendiente directo. Francisco jamás recibe razón o motivo que justifique la negativa institucional a que dirija las palabras de rigor.
El Diario de Yucatán atribuye la renuencia oficial al hecho de que su participación está dedicada a Hansel Vargas, conflictuado con la actual administración por el tema de Mi Stilo es Yucatán. Otros consideran que se trata de una ofensa propinada a su familia, porque ésta insiste en reclamar los derechos de autor de la obra del laureado aeda. Francisco Solís prosigue infructuosamente tratando de hallar explicaciones. Paradojas de la nueva mayoría.
A continuación, transcribimos el texto censurado por el Instituto de Cultura de Yucatán:
{xtypo_rounded2}MEDIZ BOLIO, HUMANISTA LIBRE*
Por Francisco Solís Peón
Dedico esta intervención al señor Hansel Vargas Aguilar, formador de periodistas.
Hace ya 53 años que nos reunimos a recordar la egregia figura de mi admirado bisabuelo, Antonio Mediz Bolio, sin duda el autor literario más importante que ha dado Yucatán.
Sin embargo quisiera llamar la atención en el sentido de que a más de medio siglo, el mayor error en el que podemos caer en este tipo de ceremonias es precisamente la tentación del lugar común. Podríamos decir de memoria las inmortales líneas de "La Tierra del Faisán y del Venado", o recitar la estrofa final de "Manelik", y si queremos ponernos un poco más románticos para eso están los primeros versos de "Mater Admirábilis" o los párrafos bucólicos de "A la sombra de mi Ceiba"; todo por supuesto teniendo por telón musical la eterna melodía del "Caminante" del Mayab.
Aún mejor, podríamos enumerar todos los cargos públicos que ocupó Don Antonio a lo largo de su prolífica vida y aderezarlos con su mayismo profundo y legendario.
Pero esto sería únicamente caer en la ronda de las autocomplacencias. La diferencia entre un simple recordatorio póstumo y un verdadero aniversario luctuoso estriba en una conmemoración crítica, como crítico era Mediz Bolio, proponiendo una visión de futuro acorde con el legado de este prócer de las letras universales, hacerlo de otro modo sería traicionar tristemente su memoria.
Si nos situamos en los años cincuenta, cuando mi bisabuelo es relevado de sus responsabilidades diplomáticas y regresa a su país, se encuentra con una nación pujante, carente de libertades pero en vías de conquistarlas todas, podemos decir que en términos de desarrollo institucional estábamos muy por encima del promedio de los países de América latina y de acuerdo a algunos puntos de vista, incluyendo el suyo, no le pedíamos nada a una Europa de la posguerra aún en estado de reconstrucción.
Medio siglo después de la muerte de Don Antonio, arrecian en Yucatán las voces que se quejan de represión y de acoso constante, lo mismo periodistas que poetas, lo mismo escritores que líderes de opinión. Y es que bajo el autoritarismo las letras simplemente no florecen, así lo plasmó el propio Mediz Bolio en su genial pero poco recordado "Romance de España en mí".
Mediz Bolio creía en la libertad como el frondoso tronco de inteligencia y sentimiento, del cual emanaban las innumerables ramas del conocimiento humano; sin libertad no hay imaginación, no hay expresión verdadera, no hay belleza intelectual posible.
En estos tiempos de diversidad, "posmodernidad exacerbada" le llamarían algunos, debemos asumirnos como una sociedad igualitaria a fuerza de libertad, o sea, intransigentemente justa a partir de querer intransigentemente todas las libertades para todos.
Si algo sabía mi bisabuelo era que las tentaciones autoritarias no tienen más sello que el ejercicio desmedido del poder, tan represor podía ser Porfirio Díaz como Salvador Alvarado y tan buenos estadistas los dos, Mediz Bolio fue funcionario en ambos regímenes y mantenía una admiración racional por ambos personajes. Porque antes que nada, antes que poeta, antes que político, ¡antes que yucateco universal! ¡Mediz Bolio se asumía así mismo como un hombre libre!, que combatía la opresión de cualquier signo en cualquier rincón del mundo.
El mismo Antonio Mediz Bolio, que fue amenazado en el porfiriato, perseguido por los revolucionarios, exiliado por Huerta, alejado por el maximato, soslayado por los gobiernos posrevolucionarios y al final, ¡Homenajeado, laureado y recordado esta noche por todas las generaciones de yucatecos que aspiramos a vivir como hombres libres!