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El retroceso se da cuando se producen cambios que en vez de permitirnos avanzar, nos hacen regresar a viejas formas del pasado.
Y cuando todos los afectados por el retroceso tienen la oportunidad de permitir que se produzca o de impedirlo, y lo permiten, lo más probable es que no saben lo que están haciendo.
No sería comprensible que un conjunto de seres humanos, capaces de discernir entre el bien y el mal, se lance a solicitar en forma colectiva que las cosas regresen a esa época y forma en que eran peores que hoy.
Pero, ¿qué pasa si dentro de ese grupo nos encontramos con que hay gente que vive de informar? Es obvio que son los proveedores de información del individuo medio, las personas causantes de que la gran mayoría haga que se retroceda. Seguramente la información que les habrán transferido les habrá hecho pensar que eso es lo “correcto y conveniente”.
Por desgracia, hoy, todo México es víctima de indigestión informativa. Lo que reina es la confusión total. Estamos a punto de cometer el gravísimo error de decidir en forma colectiva que “todos queremos ¡retroceder, ir para atrás, regresar!“.
A algunos nos ha tocado ya ver cómo la gente aplaude y grita ¡viva! porque acaba de provocar que se hagan las cosas como se hacían antes. Optaron por el retroceso ¡y se ponen felices y lo festejan!
Cuando eso sucede, ¿pueden saber realmente lo que provocaron o sólo creen equivocadamente que hicieron “lo correcto”? Y sólo te puedo decir, a ti que lees esto, que pases la voz: estamos a punto de equivocarnos colectivamente. Evitémoslo o, de lo contrario, todos acabaremos perdiendo.