La escritora Sara Poot Herrera conversa con Artículo 7

—Nací en Mérida y a corta edad, por cuestiones familiares, me fui a los Altos de Jalisco en donde estuve en una escuela normal rural. Más tarde, en Guadalajara, asistí a una secundaria técnica, en las afueras de la ciudad. Por las tardes daba clases en una preparatoria y estudiaba en la Facultad de Filosofía y Letras. En los veranos iba a la Normal Superior de Nayarit. Así que terminé casi al mismo tiempo la maestría de la normal superior y la licenciatura en la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Guadalajara. Siempre creí, pensé y supe que terminaría en el Colegio de México y así fue —comentó la escritora Sara Poot Herrera en amable entrevista concedida a Artículo 7 en la tranquilidad de su casa.

—Antes –continuó la escritora– fui becada a Italia pero me regresé cuando me aceptaron en el Colegio de México en donde hice la carrera de literatura. Ya posteriormente, desde 1990, conseguí dar clases en Santa Barbara, California, en la Universidad de California, que es el primer sistema de educación universitaria de California, donde continúo hasta el día de hoy.

—Allí formé una asociación llamada UC Mexicanitas formada por estudiosos de la cultura, literatura e historia de México. Algunos ya no viven en California y continúan siendo miembros. Las investigaciones tienen que ver con México y con California. Es un grupo serio que ha ido creciendo.

¿Cuál es el motivo de la visita a su tierra?

—Me invitó la Escuela Modelo por sus 100 años de fundación, para hablar de Sor Juana Inés y su obra.

—El otro motivo es que la Dirección de Cultura del Ayuntamiento de Mérida me invitó a un coloquio por el Bicentenario.

¿Qué tan importante es para una sociedad que los gobiernos respeten irrestrictamente la libertad de expresión?

—Es muy importante. El respeto a la opinión es un derecho que todos tenemos. Yo vivo en una sociedad que en términos cotidianos es democrática —dijo Sara Poot. En la universidad nuestra, cualquiera puede dar su punto de vista y nadie nos puede callar. Son diferentes opiniones, por eso es universidad. Es un espíritu universal.

¿Qué opinión le merece a usted que un gobierno se esfuerce por que los medios de comunicación se expresen a conveniencia de ese gobierno?

—Cuando hace muchos años Vargas Llosa dijo: que [México] no era la dictadura sino la "dictasuave", al día siguiente se tuvo que ir de México. Me acuerdo que hasta unos amigos argentinos me dijeron que en México se carecía del sentido del humor. Era como para reírse y celebrar la frase de Vargas Llosa.

—Entonces, cualquier gobierno democrático que haya llegado por el voto popular debe respetar la libertad de expresión. Quizás no sea fácil, pero debe hacerse el esfuerzo.

—La libertad de opinión y el derecho a la disidencia, el derecho a tener religiones distintas e ideologías distintas, es un derecho del ser humano que se ha constitucionalizado desde hace muchos años. Hay un libro muy interesante de Carlos Monsiváis sobre grupos disidentes.

¿Cómo es su percepción de la libertad de expresión en México?

—Yo vengo y voy de México. Eso no quiere decir que no pueda opinar sobre México. Soy mexicana y vengo. Trabajo con la cultura mexicana y su historia. Uno esperaría de un siglo XXI, a pesar de lo que ocurre, es que un gobierno que ha avanzado en términos democráticos y la opinión es fundamental. Yo creo en la palabra, y creo en la palabra ajena, en la palabra del otro.

—Mi punto de referencia es una sociedad universitaria sobre todo. Más que en California, vivo en la universidad, donde hay un derecho a la opinión distinta. Es un medio muy crítico.

—A mi universidad difícilmente hubiera ido un Bush. No es una universidad conservadora, es una universidad libre, liberal, de avanzada.

—Para la Guerra del Golfo hubieron protestas, levantamientos y paros. Es una universidad que piensa.

¿Alguna vez fueron censurados por esas protestas y paros?

—No, no, no —repitió con insistencia— no pueden ser censurados. Pudo haber indicios [de censura] pero hay una prensa libre que inmediatamente señala, que muestra la fotografía.

Sara Poot cuestiona al reportero

De repente la escritora Sara Poot interrumpe abruptamente su conversación y le pregunta al reportero: "¿Por qué estas preguntas?" El reportero le explica: "porque queremos que nos dé su opinión sobre el caso del cronista de la ciudad, Gonzalo Navarrete, a quien le fue retirado su programa de radio de una empresa local por haberse apartado de la linea editorial de ésta. Era un programa radiofónico en el que usted era una de sus colaboradoras".

¿Qué opina de ese caso?

—Gonzalo tuvo la amabilidad de llamarme a partir de agosto todos los martes. El motivo era para que yo hablara de lo que quisiera.

—No sé exactamente la causa por la cual termina este programa. Hoy estuve invitada por esa radiodifusora, sin saber que era la misma pero reconozco las voces. Me invitó el director de cultura del ayuntamiento y yo estuve allí y les agradecí las atenciónes que habían tenido conmigo. Saludaba a ellos y a Gonzalo. Los felicité porque seguramente los que participábamos teníamos opiniones distinta.

—No me fui a pelear porque no me invitaron para pelearme. Uno es libre de ir o no ir, de participar o no participar. Uno no forma grupos o partidos. Además cuando me invitó Roger Metri me dijo que diga lo que yo quiera. Me invitaron para que respondiera unas preguntas respecto al bicentenario.

Aparentemente lo despiden por no coincidir con la linea editorial de la empresa. ¿Qué opina de eso?

—Yo no conozco la linea editorial de la empresa y no sé si Gonzalo Navarrete al aceptar trabajar allá y producir el programa haya conocido la linea ideológica de la empresa. No sé exactamente en qué consiste ese desacuerdo.

El monumento a los Montejo fue inoportuno

Para finalizar la entrevista que nos dio la escritora Sara Poot Herrera, se le preguntó su opinión sobre la instalación en Paseo de Montejo del monumento a los Montejo.

—Me han preguntado unos amigos sobre ella y yo digo que para un año de celebración es desacertado.

"Estoy celebrando una independencia y al mismo tiempo le hago un homenaje a un conquistador, con toda la complejidad que es una conquista".

—Yo diría que en este momento es una acción desacertada. Es contradictoria, me parece.

¿Qué considera que se debería hacer en estos momentos que ya está instalado el monumento?

—No se. Yo nunca se del deber, porque si le digo a alguien lo que debe hacer me voy a equivocar.

—Yo creo que no hay nada definitivo.

¿Se debería derribar o reubicar?

—Hay que pensar la solución. Yo sólo insisto en el desacierto.

—Me dice una amiga española que está haciendo un trabajo sobre Mérida, "Sara: yo no entiendo cómo la gente de Mérida ha aguantado durante siglos en esa fachada plateresca de la Casa de Montejo, a un conquistador pisando la cabeza de un indígena".

—¿Quiénes en Yucatán han cuestionado esa fachada? Como que estamos acostumbrados... LJMD