Mérida, Yuc., México, Junio 23 de 2016.- La gente cree es una frase que se oye con gran frecuencia. Por desgracia, la información que sigue después, no es nada estimulante, sobre todo cuando se conoce a fondo el tema en cuestión. La alimentación es uno de esos temas y, todo indica que se trata de algo muy serio.

Veamos dos fotos que tengo para mostrar dos formas muy diferentes de “engordar” animales que sirven como máquinas de hacer comida para humanos:

Forto 1:

Estas vacas están siendo alimentadas en serie. Eso puede ser una mezcla de todo lo que la nueva tecnología alimenticia —realmente, un negocio hasta ahora— ha decidido que es “bueno” para la comida de la comida humana…

Entonces, vemos esta otra imagen, que nos muestra los mismos cuadrúpedos “felizmente” pastando; pasto, el verde y puro pasto y nada más:

Foto 2:

La imagen viva de la salud total, ¿verdad? Pero tristemente, no todo lo que brilla es oro…

La conclusión que a veces se antoja más un deseo que una realidad, es que “debe ser mucho más saludable comer las que pastan libremente”. Ah, pero, seamos realistas: ¿por qué se les está alimentando a las de la primera foto con una combinación de elementos “especiales”? Porque seguramente se piensa que, como se convertirán en alimento humano, tendrán más proteína, que es lo que la tendencia humana busca hoy.

Pero, ¿de verdad es más saludable comer a las pastantes que a las que comen esos alimentos elaborados y combinados para que sea, su carne, o su leche, o el queso que se produce, más nutritiva? No se nos vaya la pregunta efectiva: ¿es más saludable?

Y aquí está el problema. Por ejemplo, el Dr. Greger nos dice hoy que observemos qué sucede debido a la cantidad de antibióticos que se les tiene que inyectar a esos animales que están tratando de dejar perfectos para la alimentación humana. Realmente, ¿lo están logrando?

Todo parece indicar que no. Los resultados de todas las investigaciones nos muestran que el mal producido por la ingesta de proteína animal, es idéntico, ya sea que se obtenga el alimento de vacas contentas o de vacas tristes. Estas últimas, sin embargo (como nos observa el Dr. Greger), además, nos van a proveer de bacterias que no nos van a ayudar en nada.

¿Qué estamos haciendo, pues?

No, no es un asunto que viene sólo de comer vacas; el problema está en toda la industria del alimento: cerdos, pollos, pescado y todo marisco.

Estaremos pendientes…