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CIUDAD DE MÉXICO, 5 de septiembre.- Un joven que pospone un año su ingreso a la universidad dejará de percibir 1.7 millones de pesos, pues esa decisión impactará su vida laboral durante 30 años.
En esta situación están los jóvenes que esperan un año para volver a intentar el ingreso a la UNAM, al IPN, la UAM u otra universidad.
De modo que ser nini durante un año para buscar una segunda oportunidad, genera una pérdida económica cercana a los dos millones de pesos para los próximos 30 años de la vida laboral.
“Si toman la decisión de no hacer nada y esperarse hasta el año que viene es muy difícil, porque hay mucha competencia por un lugar en las instituciones públicas y eso afectará su vida laboral, porque sus ingresos serán más bajos que si no deja de estudiar”, explicó el rector del campus Virtual de la Universidad Tecnológica de México (Unitec), Raúl Cicero Fernández.
A partir de una estimación elaborada por esa institución educativa, que toma como base la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo y estudios de mercado que proyectan el sueldo de los profesionistas en su vida laboral, a quien decide ser nini por un año le cuesta un millón 730 mil pesos en las tres próximas décadas.
Esto porque dejará de obtener un ingreso que sí conseguirá quien termine su carrera un año antes que él.
De acuerdo con esa proyección, el joven en edad de cursar una licenciatura o ingeniería que no logró quedarse en una universidad dejará de ganar en un año 96 mil 500 pesos si decide esperar.
La proyección toma en cuenta condiciones económicas como la inflación y el aumento en el salario.»»»
El rector del campus virtual apuntó a Excélsior que el mercado laboral castiga a los ninis y es cruel con quienes perdieron un año.
“Porque cuando alguien deja de hacer algo y va a buscar trabajo, el mercado laboral lo rechaza y premia incluso a alguien que esté estudiando”, comentó.
De hecho, enfatizó el académico, es más fácil que a un joven lo contraten cuando está estudiando, que a otro que no estudia, porque el mercado laboral “premia a quienes avanzan y buscan crecer”.
Sin embargo, uno de cada tres jóvenes que no logra ingresar a una institución de educación superior pública como la Universidad Nacional Autónoma de México o el Politécnico Nacional, decide esperar un año hasta lograr su objetivo.
Estos chicos no se dan cuenta de que ese “año sabático” le costará más de un millón 700 mil pesos.
De acuerdo con una encuesta elaborada por la Subsecretaría de Educación Superior de la SEP, del total de jóvenes que están dispuestos a esperar e intentar el siguiente año su ingreso a una de esas instituciones públicas, 33 mil 278 son aspirantes de ciclos anteriores que no fueron aceptados en la universidad que deseaban.
En tanto que dos de cada 10 aspirantes que este 2012 concursaron por un espacio en una universidad pública dijeron estar dispuestos a repetir el examen de admisión hasta lograrlo o cansarse de intentarlo.
El rector del campus virtual de la Unitec dijo que lamentablemente los jóvenes que esperan no se dan cuenta de la pérdida económica que representa para ellos mismos, pero es una decisión personal y nadie puede forzarlos a ingresar a una institución.
“Están dejando pasar el tiempo y se queda atrás su desarrollo, y por ello el futuro se tiene que ir creando hoy”, aseveró.
En una analogía con los atletas, el también académico economista de esa universidad privada señaló que el riesgo de dejar pasar un año es que se pierde el ritmo de estudiar.
“Son como los atletas, que si dejan de entrenar un año pierden el ritmo, no están al mismo nivel que antes y eso les afecta mucho”, indicó el experto en economía.
Ante ello, recomendó a esos jóvenes que en vez de esperar, exploten todas las oportunidades, porque esa determinación es perder un año de vida productiva. (EXCELSIOR)