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WASHINGTON D.C., 24 de febrero.- Merluza por bacalao. Salmón atlántico de piscifactoría por salmón salvaje del Pacífico. Tilapia (un pez procedente de África que se cría en granjas) por pargo pescado en el mar. Ésas son algunas de las sustituciones fraudulentas que se dan todos los días en las pescaderías y restaurantes de Estados Unidos. En total, un tercio del pescado que se vende en ese país no pertenece a la especie que el comprador cree que está adquiriendo. Así lo afirma este informe de la organización ecologista Oceana, en colaboración con el diario 'The Boston Globe', que ha publicado este artículo al respecto.
Las revelaciones de Oceana no son sólo un fraude para el consumidor. También son un peligro para la salud pública. En el sur de Florida, por ejemplo, los miembros de esa organización encontraron una pescadería en la que se vendía caballa rey —un pez que las autoridades de EEUU desaconsejan consumir por sus elevados niveles de mercurio— por mero. En esa región, el 38% del pescado que se vende está mal identificado, según el estudio.
Pargo rojo.
Es una cifra sorprendente, porque el sur de Florida está en una zona de gran riqueza pesquera y hay una gran tradición de consumo de pescado. Pero no es, ni de lejos, un caso extremo. En Pennsylvania, el 56% de los peces no son los que los vendedores dicen que son. En el sur de California —otra región costera— la proporción es del 52%. Todos los restaurantes japoneses examinados en Nueva York daban gato por liebre. O merluza por bacalao. Es algo comprensible en parte, porque en el 'sushi' no es tan sencillo distinguir los sabores y las especies.
¿A qué se debe ese masivo fraude? Simplemente, a que el 98% del pescado que consume Estados Unidos es importado, y tan sólo uno de cada diez peces es examinado por los servicios aduaneros. Por tanto, según Oceana, mientras no exista un sistema internacional de supervisión del comercio de pescado, el fraude seguirá siendo astronómico.
Pero ese fraude también tiene orígenes nacionales, dentro de EEUU. 'The Boston Globe' ha demostrado que en Massachusetts, el estado con mayor tradición pesquera de Estados Unidos, nada menos que el 48% de los peces no son el que dicen que son. La investigación del diario duró cinco meses, y revela que el fraude abarca a restaurantes de lujo y a establecimientos presuntamente especializados en comida de calidad y natural. Los beneficios para los vendedores eran evidentes: en algún caso, el diario se encontró con que estaban vendiendo especies que cuestan cuatro dólares a 23 dólares. Eso supone un precio un 475% mayor del verdadero.