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México (15 de diciembre).-
A Gareth Edwards, realizador de Rogue One: Una historia de Star Wars (EU, 2016) se le debe uno de los mejores y más incomprendidos relatos de horror y ciencia ficción Serie B: Monstruos. Zona Infectada (2010).
Su personalidad independiente que se hacía notar incluso con un presupuesto millonario como ocurría en Godzilla (2014) se impone también en esta suerte de precuela o spin-off de la original Star Wars o Episodio IV (Lucas, 1977).
Quienes vayan en busca de un filme de humor ácido, alienígenas exuberantes y escenas de acción constantes se frustrarán. Salvo el intenso prólogo, la primera mitad es más bien dislocada y algo confusa, pero la segunda parte asciende con gran vigor y nuevos personajes que se mueven en fronteras paralelas a esa galaxia lejana y conocida.
En su momento, George Lucas armó su película con fórmulas del cine de aventuras, ciencia ficción, el nuevo género de magia y espada, y reactualizando los viejos seriales, las cintas de samuráis y las novelas de caballería medieval.
Ahora, Edwards y sus guionistas construyen un filme de áspero realismo más cerca de los relatos de camaradería y suspenso bélico al estilo de Doce del Patíbulo (Aldrich, 1967), El Botín de los Valientes (Hutton, 1970) o Ha Llegado el Águila (Sturges, 1976), con comentarios políticos que remiten al terrorismo islámico.
Jyn (Jones), hija de un hábil ingeniero traidor a su pesar que ha construido La Estrella de la Muerte (Mikkelsen), Cassian (Luna) joven rebelde, un piloto, dos guerreros diestros con el sable, uno de ellos ciego como Zaitochi y un androide K-2S0; todos ellos seres marginados y héroes anónimos se enfrentan a la demencia brutal del Imperio y a su líder más sanguinario: Darth Vader.
ROGUE ONE: UNA HISTORIA DE STAR WARS Califica: Tres estrellas Dirige: Gareth Edwards. Actúan: Felicity Jones, Diego Luna y Mads Mikkelsen. Duración: 133 min.