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CIUDAD DE MÉXICO, 12 de mayo.- Dice el pintor y escultor Vicente Rojo (Barcelona, 1932) que le gusta trabajar solo pero que no es un solitario. Que si casi no hace vida social es por cuestiones de salud y por eso tiene grandísimos amigos a los que sólo ve una vez al año. Y este sábado al mediodía ha tenido ocasión de ver a muchísimos de ellos juntos, en el Centro Cultural Tlatelolco de la capital mexicana, donde se inauguró una exposición homenaje para celebrar los 80 años que el artista cumplió el pasado 15 de marzo.
La Anunciación.
La celebración fue concebida como una fiesta sorpresa, urdida por sus hijos Vicente y Alba. Pero no fue fácil guardar el secreto, porque el regalo de cumpleaños era la muestra, que estará abierta hasta el próximo 10 de junio y que cuenta con más de 140 carteles elaborados por estudiantes, colaboradores y amigos y con textos de personalidades como los escritores mexicanos Carlos Fuentes, Juan Villoro, José Emilio Pacheco y Elena Poniatowska.
Y algo se filtró y Rojo sabía que algo muy especial le aguardaba, aunque no exactamente qué. Por eso se puso para la fiesta unos enormes zapatos de payaso, rojos y blancos, que le regaló su amigo el también exiliado Federico Álvarez como un contrapunto cómico y estrafalario para conjurar la emoción. Y sí, pudo resistir más o menos el saludo cariñoso de los cientos de amigos y admiradores que desbordaban la exposición y que pugnaban por lograr un autógrafo y sacarse una foto con él, en una escena más habitual para las estrellas del rock o los futbolistas de moda que para los artistas plásticos.
México bajo la lluvia.
Pero ni los zapatos insólitos ni otro truco que le enseñó Álvarez (pensar en Groucho Marx) evitó que el artista se conmoviera cuando sonaron –“Llegaste para quedarte, Vicente Rojo, mi hermano…”- las notas de un corrido compuesto para él desde Degollado, en el Estado de Jalisco, localidad de la que es hijo adoptivo y donde se alza Espiga de los Suspiros, una de sus esculturas monumentales.
Al acto asistieron además de los mencionados Vicente y Alba, hijos del artista, su esposa, la escritora Bárbara Jacobs, y amigos del homenajeado como el pintor Manuel Felguérez, el caricaturista Rogelio Naranjo, los periodistas Fernando Canales y Fernando Chamizo, el médico Arnoldo Kraus, el diseñador Fernando González Gortázar o los galeristas Ramón López Quiroga, Malu Block o Graciela Toledo.
El maestro en el homenaje.
Cuando el artista llegó a México, en 1949, era un adolescente que le tenía miedo a todo y que pertenecía a una familia maldita por ser hijo de comunista y sobrino del más destacado general de la República Española, que se llamaba, como él, Vicente Rojo. Y dice que con 17 años, a la luz de este país tan hospitalario, volvió a nacer. Pero no se perdió el artista que el niño llevaba dentro. Porque como dice Villoro citando a Baudelaire en la felicitación de cumpleaños a su amigo: “tenemos de genios lo que conservamos de niños”. Y añade: “Vicente Rojo, el artista, el amigo, el maestro excepcional cumple 80 años. Lo más importante es que también los cumple el niño que le sirve de sustento”.