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BUENOS AIRES, Argentina, 10 de abril.- La crónica estaba anunciada. El Gobierno de Cristina Fernández "perdió la batalla" contra la huelga general. El sindicalismo opositor que encabezan el camionero y líder rebelde de la Confederación General del Trabajo, Hugo Moyano, y el gastronómico de la CGT Azul y Blanca, Luis Barrionuevo, "logró su objetivo": El paro tuvo un "alto acatamiento". Para sus promotores el seguimiento fue "del 95 por ciento". Para el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, la situación se redujo a "un gran piquete nacional con paro de transporte".
La suspensión del transporte público y los piquetes que cortaron las principales vías de acceso a la capital argentina convirtieron el jueves en un domingo. La ciudad estuvo libre de atascos y la actividad fue prácticamente nula. Buena parte de los bancos cerraron sus puertas. Lo mismo sucedió, salvo excepción, con los comercios, oficinas, colegios y centros de trabajo. Aerolíneas Argentinas, Austral, Lan y otras compañías aéreas dejaron los aviones en los hangares mientras los barcos permanecían atracados en la totalidad de los puertos argentinos.
Las grandes superficies sortearon con diferente fortuna el primer paro del año y el segundo en seis años y medio de Gobierno de Cristina Fernández. Además de Buenos Aires, en las dos provincias más importantes, Córdoba y Santa Fe, la ausencia de transporte inclinó la balanza a favor de la huelga. Lo mismo sucedió –con matices- en San Luis , Chubut, Mendoza, Misiones y San Juan. Y con menor intensidad en Tucumán (parcial), Santiago del Estero (bajo) o Formosa (irregular). (Agencias)