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Los políticos y los economistas hablan todo el tiempo de crecimiento económico. Que si las economías no crecen porque A, B, C, etc. Son expertos en dar razones de por qué no están creciendo las economías del mundo.
La especie humana ha sobrepoblado el planeta. Aumentan los individuos, pero no aumenta lo que los individuos necesitan (?) para estar en un nivel de vida.
Lo que cada humano necesita para vivir está cada día más difícil de definir o cuantificar.
Los humanos en 2014 se han convertido en una especie de gordos. Hombres y mujeres han crecido protuberantes barrigas que les cuelgan vergonzosamente, por más que traten de escondérselas.
En un mundo con economías que no crecen, se pregunta uno cómo es posible que sí crezcan día a día las barrigas. La acumulación de grasa en el cuerpo humano solo es posible cuando las calorías que se ingieren son más de las que el cuerpo está quemando cada día con su actividad.
Es obvio que hay comida de sobra, de lo contrario, no habría tanto humano obeso deambulando por el planeta. Es el colmo de la contradicción que se tenga que invertir un tiempo cada día para quemar el exceso de calorías que se ingieren. Es solo un indicador más de la irracionalidad de todo esto que llamamos la Gran Civilización.
El nivel de vida del humano tiende a ser medido según la cantidad de dólares de que disponga cada día. Cientos de millones de humanos viven en territorios de África, Asia, América en donde jamás hubo gordos, y hoy los hay, aunque son las zonas en las que, en promedio, la gente vive con menos de 2 dólares diarios.
Algunos tienen dinero y compran exceso de comida y quedan obesos. También compran otras cosas que contribuyen a que queden obesos, dado que se trata de dispositivos que solo pueden usarse cuando no se está en movimiento.
Los contrastes entre los que tienen más elevados niveles de vida y los que tienen menos, son cada día más intensos. El bienestar solo se obtiene con dinero. Pero el dinero solo llega a la persona cuando esta obtiene un trabajo. Se racionaliza falsamente que la gente debe prepararse para que así, pueda obtener trabajo.
Eso es falso porque los trabajos (empleos, chamba, etc.) son contrataciones que dependen del dinero. Si se considera que la inversión en dinero en alguna actividad que genera empleos promete dejar utilidades, entonces es factible esperar que se creen empleos y haya trabajo para el que se preparó. Por lo tanto, la preparación es solo un factor que pone cerca de la fila de los trabajos a la persona, pero también la puede alejar, cuando los puestos que se crean requieren gente que no tiene que saber nada.
Se abolió la esclavitud en una forma, pero se crearon las condiciones favorables para que la gran mayoría de los humanos sea efectivamente esclava de pequeñas minorías con grandes cantidades de dinero de su propiedad.
La tarjeta de crédito es un instrumento tramposo. Supongamos que una persona recibe una tarjeta de crédito con una línea revolvente de MX$3,000.00. Debe pagar su mínimo cada día 4 de mes. Entonces compra el total. Ahora debe 3 mil pesos. Pero gana 4500 y los recibe el día último de mes. De manera que, como es cumplido, paga totalmente esos 3 mil pesos que firmó a crédito.
¿A quién benefició la tarjeta? En promedio, los negocios en los que esa persona compró, le darán a ganar al banco emisor de la tarjeta, algo así como 2.5%. Esto, por 3000 nos arroja la cantidad de 75 pesos. Ahora bien, ¿qué le conviene más a quien dio el crédito? Si solo usa la tarjeta para comprar, solo gana 75 cada mes ese banco; en cambio, si el acreditado solo paga el mínimo, entonces comienza lo interesante.
El costo por no haber pagado el total es de 3.5% mensual, más impuestos que debe pagar al gobierno por haber hecho uso de dinero que no es de él. Pero solo debe $2700 porque el mínimo fue de $300. El beneficio es tener $3000 pesos de algo que compró que probablemente en menos de 3 meses ya no servirá para nada. El siguiente mes, con una deuda de $2700, ya no puede comprar nada.
El siguiente mes, entonces, el nuevo encadenado al paraíso de las tarjetas de crédito, debe 2700, intereses e impuestos. Esto da: 94.5 para el banco y 7.56 para el gobierno. El asunto es que quizás use otra vez ese mínimo que pagó (300) y entonces deberá, otra vez, 3000. Ahora deberá pagar 402.06, de los cuales usará 300 y 102.06 se repartirán entre el banco y el gobierno.
Así, ya pasaron 10 años. Son 120 meses con esa forma de usar la dichosa tarjeta de crédito. Durante ese tiempo ya pagó 12240 al banco (por el interés) más los 7.5 cada mes por las comisiones del uso de la tarjeta con los 300 que tuvo de crédito. Pero además, cada año de esos 10 años, pagó 250 por cuota anual. Esto arroja 14,740 pesos, por los 2700 que usó aquel mes que se sintió privilegiado por haber recibido la tarjeta.
Pero sucede, en el mes 120, que ya no puede pagar ese mínimo que pagaba por alguna razón que no tiene nada qué ver con su esfuerzo existencial: no hay trabajo. Entonces comienzan las llamadas para que liquide lo que debe. ¿Debe? ¡Si ya pagó 14740 pesos! Solo debía 3000.
Cuando llega ese momento, o mucho antes, si las leyes del país fueran justas, el banco tendría que aplicar las cosas más o menos en esta forma: He recibido 14740 de utilidad; doy por perdidos los 3000 iniciales; la utilidad es de 11740; perfecto, asunto liquidado. Y allí terminaría la trampa en la que se le metió al tipo que recibió una tarjeta de crédito.
No tiene caso alguno usar una tarjeta de crédito jamás. En todo caso, hay que hacer uso de las tarjetas de débito. El dinero que se usa está en el banco; pero este servicio no debería costar un centavo; debería ser parte de los servicios que todos nos damos, como miembros de sociedades modernas.