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La primera novela de Evelio Taillacq (actor, dramaturgo, director, productor, profesor universitario, periodista y animador de radio y televisión), nos revela a un formidable escritor que rompe moldes y transgrede prejuicios con humor, mostrando un estilo vertiginoso, impactante y rico en matices léxicos.
Endiablado Deseo de Evelio Taillacq ya está a la venta
El arte sin verdad no es arte, por eso tenía que revisarse hasta las tripas, hurgar en su existencia, derretir la coraza, destrozar las caretas, poner los trapos al sol y encontrar esa esencia anhelada del ser, para no quedarse, como tantos, en la inaceptable posibilidad del no ser, es la obsesión del protagonista de esta novela desgarradora, un exorcismo profundo y predeterminado que enfrenta a su héroe con la mediocridad, el oportunismo, la hipocresía y el poder absoluto.
Desde pequeño detestaba lo predecible, la rutina y lo insustancial. Así había sido siempre. Y a partir de que lo mordiera la injusticia, sería una fiera que no perdonaba nada que fuera para respetar.
Una trama cargada de erotismo en un ambiente donde el sexo sin límites ni medidas es primordial. Casi tan oculto como la obsesión sexual de una libido demasiado agitada, alucinante y ambigua que le aguijoneaba desde los cuatro años, los testamentos, el antiguo y el nuevo, dormían bajo la colchoneta de su columbina escandalosa que parecía gritar al vaivén de sus constantes masturbaciones.
Más allá de cualquier postulado realista, la magia se hace delirante en un vertiginoso acontecer. Cuando se juega con la alquimia y se enfrentan los arquetipos... el tramo entre la realidad y la fantasía es tan corto que el abismo de la locura parece abrirse sin remedio a los pies de los mortales.
Las circunstancias de toda su generación han sido tan endemoniadas como absurdas. Tal vez ya no era de carne y hueso, sino, más bien un fardo sin forma; un escupitajo que, venido del Olimpo, se había damasquinado en el piso manchado por el desahucio, en un insignificante edificio de una olvidada ciudad, en una hambrienta isla abandonada a su suerte, en medio de un incomprensible planeta que parecía fruitivo ante el dolor.