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WASHINGTON D.C., 11 de octubre.- El demócrata Joe Biden y el republicano Paul Ryan empataron el debate de candidatos a vicepresidente que protagonizaron esta madrugada, en un mano a mano en el que curiosamente intercambiaron sus habituales puntos fuertes: Ryan se impuso en política exterior, sobre todo gracias al “Bengasigate”, mientras que Biden ganó la partida en diversos asuntos económicos, entre otras cosas levantando temores entre los pensionistas sobre el futuro de su seguro médico.
Si en cuanto al contenido no hubo un claro vencedor, a diferencia de lo ocurrido la semana pasada en el debate entre Barack Obama y Mitt Romney, ganado por este, en cuanto a las formas se impuso Ryan. El vicepresidente Biden le interrumpió excesivas veces (82, según contaron los republicanos) y siguió sus intervenciones con sonrisas que transmitían un contraproducente paternalismo. Puntuación máxima se llevó la moderadora, Martha Raddatz, de la cadena ABC, que fue directa a por ambos candidatos en los asuntos más indicados.
El demócrata Biden (a la derecha) estuvo a la altura, pero lo anterior no significa que Paul Ryan se quedara atrás. El joven congresista mantuvo un ajustado pulso de interrupciones dialécticas durante los 90 minutos que duró el debate que se abría con Libia y se cerraba con la opinión de cada candidato sobre si la campaña electoral estaba siendo sucia y negativa. (Reuters)
Las encuestas también indicaron el empate, con una ligera delantera de Ryan. La de la CNN dio por vencedor al congresista con un 48%, frente al 44% del vicepresidente. La de CNBC dio al republicano un 53% y al demócrata un 41%. En cambio, la de CBS, hecha entre espectadores indecisos, declaró vencedor a Biden (50%) frente a Ryan (31%).
En cualquier caso, el equipo de campaña de Obama vio cumplido su objetivo de impedir una extraordinaria intervención de Ryan, que supusiera otro impulso para los republicanos como el que tuvieron con el debate de la semana pasada. Por su parte, la campaña de Romney logró que un menor experimentado Ryan hiciera un buen papel y no restara nada del “momento” que atraviesa la candidatura.
El debate comenzó con la candente cuestión del “Bengasigate”, la controversia por el ataque terrorista al consulado estadounidense en la ciudad libia de Bengasi el pasado 11-S. Ryan destacó que después de que en su discurso ante la ONU Obama mencionara hasta seis veces el vídeo sobre Mahoma que levantó protestas en varias ciudades del mundo musulmán, ahora la propia Administración admite que en Bengasi no hubo manifestación por ese vídeo sino un directo ataque terrorista. “Su política en Oriente Medio se ha hecho más caótica y a nosotros nos hace menos seguros”, criticó. Biden tuvo difícil la defensa, e insistió en que la Administración no ha hecho otra cosa que pronunciarse en cada momento de acuerdo con la información de inteligencia de que disponía.
En cuanto a Irán y Afganistán, Biden se mantuvo en dos ideas: “no dejaremos que Irán tenga armas nucleares” y “nos retiraremos en 2014, lo que ocurra después es cosa de los afganos”. En ambos asuntos Ryan indicó que la prioridad de Estados Unidos debe ser tener “crebilidad”, presionando más al régimen de Teherán y no desvelando a los talibanes tan claramente la fecha de retirada, con la que se mostró de acuerdo. Tanto en relación a esos dos países como en relación a Siria, Ryan dejó claro que una presidencia de Romney no será propensa a ninguna guerra. “Solo habrá tropas estadounidenses sobre el terreno si está en juego la seguridad de EE.UU.”, dijo como principio rector.
Paul Ryan ha reconocido que la Administración Obama heredó una situación complicada, pero que desde que asumió la presidencia “el país está en caída libre”. Esa afirmación fue una de las muchas que provocó la risa de Biden, quizá su peor gesto de toda la noche. (Reuters)
El republicano Ryan expuso cifras: 23 millones de personas a la búsqueda de trabajo y un 15% del país viviendo en la pobreza. “Esto no es recuperación”, ha dicho el congresista de Wisconsin. (Reuters)
En los asuntos económicos a Biden se le notó más cómodo. Con su habitual carta de defensa de la clase media, se dirigió varias veces directamente a la cámara para advertir a los ciudadanos que una Administración Romney perjudicaría sus bolsillos. “Gente”, dijo con el vocativo que suele emplear para hacerse más popular, “seguid vuestro instinto”. Con ello apelaba a desconfiar del plan de semiprivatización voluntaria de la sanidad de los pensionistas en el futuro. Ryan argumentó que una reforma es necesaria para evitar el colapso del sistema y que Biden echó mano de la apelación al miedo. En impuestos, Ryan no concretó cómo el Gobierno compensaría el menor ingreso que supondría reducir al 20% el tope impositivo, aunque Biden tampoco explicó qué hará Obama más allá de subir impuestos a los ricos.
Biden sacó algunos de los asuntos que a Obama se le quedaron en el tintero la semana pasada, como la mención a la polémica del “47%”, el vídeo en que Romney criticaba a la mitad de los estadounidenses, que no pagan impuestos y reciben ayudas. “Tú sabes bien que las palabras no siempre salen de la boca del modo correcto”, le respondió Ryan, desinflando la situación con una broma sobre las torpezas dialécticas que a menudo comete el vicepresidente.
El asunto más personal fue cuando la moderadora pidió a los dos que se pronunciaran sobre su religión católica -era la primera vez que dos católicos protagonizaban uno de los debates electorales de las presidenciales estadounidenses- y su posición sobre el aborto. Ambos recordaron que son católicos practicantes y que reconocen que la vida comienza con el momento de la concepción, pero mientras Ryan expresó su rechazo al aborto (admitió la excepción en casos de violación, incesto y riesgo para la vida de la madre, porque son las salvedades que defiende Romney), Biden dijo que él se niega a imponer su criterio a otros.(ABC)
Según el Huffinton Post, los estadounidenses quedaron 'bidenizados', pero no.