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MIAMI, Florida, EE.UU., 22 de abril.- Más de la mitad de los hombres que permanecen encarcelados en la base militar estadounidense de la Bahía de Guantánamo (Cuba) se han declarado en huelga de hambre para protestar contra su régimen de detención, según ha informado este lunes un portavoz del centro.
El Ejército de Estados Unidos ha constatado que 84 de los 166 prisioneros se encuentran en huelga de hambre. No obstante, los abogados han asegurado que el número de huelguistas es mayor y oscila entre los 100 y los 130.
Al menos 16 de los prisioneros han sido alimentados por la fuerza con líquidos suministrados por tubos conectados con el estómago a través de la nariz y seis han sido hospitalizados para su observación, ha precisado el teniente coronel Samuel House, un portavoz del centro de detención de Guantánamo.
La cárcel estadounidense en Guantánamo.
A la pregunta de si hay suficiente personal de médicos y enfermeros para suministrar las dos dosis diarias de alimentos por entubación, House ha respondido: "Actualmente tenemos suficiente personal médico destinado en el sitio y ya se ha identificado el personal médico adicional que podría ser necesario en el futuro".
Las primeras huelgas de hambre en Guantánamo se declararon poco después de que empezaran a llegar los primeros supuestos miembros de Al Qaeda y de los talibán a la base, en enero de 2002.
La actual oleada comenzó a principios de febrero, después de que los guardias confiscaran fotografías y otras pertenencias de los prisioneros durante un registro de las celdas. Los detenidos han acusado a los guardias de maltratar ejemplares del Corán durante el registro, pero el Ejército estadounidense ha rechazado estas acusaciones. Los militares no han querido explicar los motivos del registro.
Tanto militares como abogados han advertido de que estas huelgas de hambre reflejan la frustración por la falta de avances en la solución de los problemas de los reclusos, algunos de los cuales llevan más de diez años encarcelados sin cargos ni juicio. El Congreso de Estados Unidos ha bloqueado los intentos del presidente, Barack Obama, de cerrar el centro.
Un total de 43 prisioneros se declararon en huelga de hambre el pasado 13 de abril, después de que los guardias antidisturbios arrasaran una celda común y obligaran a los internos a encerrarse en celdas individuales en las que están mejor vigilados. Fuentes oficiales han indicado que los prisioneros habían tapado las cámaras de seguridad y las ventanas para impedir la vigilancia de los guardias.
Desde entonces ha aumentado el número de prisioneros que rechazan la comida. Aparte, dos de ellos han intentado suicidarse ahorcándose con sus ropas, según House.
Más de la mitad de los prisioneros de Guantánamo han sido absueltos y deberían ser excarcelados, pero el Congreso ha impuesto duras restricciones para su traslado. Dos tercios de los absueltos son yemeníes y el Gobierno de Obama ha suspendido sus repatriaciones a causa de la inestabilidad reinante en su país.
Más de la mitad de los hombres que permanecen encarcelados en la base militar estadounidense de Guantánamo se han declarado en huelga de hambre para protestar contra su régimen de detención.
Así, se extiende la huelga de hambre que están llevando a cabo unos 60 de los 166 prisioneros que aún permanecen en el campo de Guantánamo.
En la última semana se sumaron varios detenidos y 16 de ellos están siendo alimentados por la fuerza y vigilados para que no se suiciden. Una huelga que recuerda la promesa del presidente Barack Obama de cerrar definitivamente este centro de detención y tortura creado inmediatamente después de los atentados del 11/S.
Pero hay otros elementos que indican que la intención es totalmente la contraria. Esta misma semana el Comando Sur del Pentágono pidió al Congreso una partida adicional de 49 millones de dólares para levantar un nuevo pabellón de la cárcel. En enero, el Departamento de Estado había transferido a Daniel Fried, el enviado especial de la Casa Blanca para el cierre de Guantánamo. Fried había fracasado en su intento por transferir a los prisioneros a sus países de origen.
El presidente Obama lo había prometido durante su campaña y dos días después de asumir, en enero del 2009, firmó un decreto para cerrar el campo en el plazo de un año y prohibir la tortura en los interrogatorios. Pero la oposición republicana del Congreso le bloqueó dos veces los fondos públicos para trasladar los presos a cualquier otra parte del territorio estadounidense.
Cuando intentó enviarlos al exterior, la mayoría de los países no los quiso recibir y otros, como Arabia Saudita, le plantearon exigencias extravagantes como que antes se les colocara a los deportados un chip bajo la piel para monitorearlos todo el tiempo.
En los últimos meses, hubo varios intentos de rebeldía por parte de los prisioneros, particularmente los del pabellón del Campo Seis que aún tienen régimen de alta seguridad.
En ese pabellón fue donde el 6 de febrero hubo una requisa en la que los guardias habrían tocado los libros del Corán, algo que consideraron una blasfemia. Hubo varios días de caos hasta que un pelotón logró controlar la situación tras dejar cinco heridos.
Pero no pudieron detener la huelga de hambre ni el hecho de que el campo se convirtiera en una bomba de tiempo. (El Clarín/REUTERS/EP)