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México (13 de mayo).-
La directiva del Guadalajara anunció que se vendieron todas las entradas y los revendedores se frotaron las manos.
Pero se quedaron con las ganas de hacer el agosto que esperaban.
Algunos sitios web ofertaban boletos de la zona alta hasta en dos mil pesos, cuando en taquilla tenían un costo de 350 pesos.
Era cuestión de tiempo para que su precio bajara y bajara y así fue.
En taquillas aún había boletos, de mil pesos.
A las afueras del estadio un revendedor se quejaba por teléfono.
“Esto está muy flojo… No y además parece que va a llover… Me quedan un chingo todavía”, comentó el revendedor mientras hablaba por teléfono.
Al colgar, con mayor insistencia gritaba “¡boletos, boletos!” sin importar que cerca estuvieran elementos de al Policía de Zapopan haciendo rondines.
Y aunque los policías los revisaran, consigo no llevaban boletos: utilizaban a menores que, cuando se concretaba la venta, se los daban unos metros adelante.
El otro problema que enfrentaron es que varios aficionados revendían entradas al costo, pues no pudieron llegar los que esperaban.
“Se retrasó el vuelo de la Ciudad de México y no llegaron”, dijo un aficionado que vendía cinco de zona baja, con costo en taquilla de 825, en promoción: cuatro mil por el paquete.
Faltando una hora, los revendedores ya ofertaban lo que tenían al costo para no perder.
Varios de ellos se abalanzaban sobre los aficionados que buscaban boletos.
“¿Cuánto traes?”, preguntó el revendedor a un aficionado.
“600 pesos por los tres”, ofreció el aficionado, cerca del minuto 15 del primer tiempo.
“Llévatelos. Ya pa’ irme con algo, si quiera”, respondió el revendedor.