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*México (11 de junio).-
El 6 de julio de 2011, durante la visita de Hillary Clinton como Secretaria de Estado a Alemania, el periódico Frankfurter Allgemeine publicó en su portada una foto que dejaba intencionalmente fuera los rostros y se enfocaba en el cuerpo de dos mujeres.
Ambas aparecían con pantalón negro, una con chaqueta morada y la otra fucsia.
Encima de la imagen dos preguntas: “¿Cuál es Clinton?” “¿Cuál es Merkel?”.
A principios de este año, la precandidata demócrata refrescó su admiración por Angela Merkel a quien dijo conocer desde 1990.
“He pasado personalmente mucho tiempo con ella”, dijo a la revista Time. “Admiro su capacidad política, sus valores y su fortaleza ética”, complementó.
La Canciller alemana le devolvió la gentileza en marzo en una entrevista con Welt am Sonntag:
“Aprecio su experiencia política, su compromiso por los derechos de las mujeres, de la familia y la salud”, indicó. “Siempre que trabajé con Hilary Clinton fue una gran alegría”.
Al darle el premio de la Persona del Año 2015, Time señaló que su estilo político “es no tener ninguno”, sin carisma pero “con un agudo sentido de superviviente del poder”.
¿Qué hace que Clinton, tras una larga exposición mediática, no alcance la popularidad de Merkel en sus tres campañas electorales?
“No todo el mundo la amaba, pero por mucho tiempo reunió los gustos del pensamiento alemán. Es una persona pragmática y prudente, no le gusta el show, ni la moda, ni el gran discurso”, asegura Peter Burghardt del Süddeutsche Zeitung, el diario más influyente.
En su primera campaña, en 2005, nunca se sintió a gusto con el público y hasta era incapaz de mantener la mirada al momento de saludar.
Pero, en 2009, pasó más tiempo en contacto con la gente respondiendo preguntas que con discursos en los medios. Para los electores germanos parece menos peligroso un político con poco carisma.
En Estados Unidos, ocurre lo contrario. Para Kennedy, Reagan, Clinton, Bush, Obama, fue un activo.
Aunque las encuestas digan que tanto un hombre como una mujer están capacitados para llegar a la Casa Blanca, las votantes exigen a la candidata ser lo suficiente agradable y simpática.
A diferencia de Clinton, Merkel creció en un país comunista (la República Democrática) y después incorporó las reglas de la democracia. Se introdujo en la política sin proponérselo y aprendió a sobrevivir en ese mundo masculino.
Era la época del liderazgo de Helmut Kohl, quien al tiempo que la promovía en su partido, la CDU, le llamaba “damita”. La formación como física cuántica le había dado una de sus armas políticas.
“Entrenada para ver el mundo invisible en partículas y ondas, aborda los problemas con metodología, compara, corre escenarios, supera riesgos, anticipa reacciones y después de tomar una decisión, se da el tiempo para madurarla”, dice un artículo sobre ella publicado en 2010, en la revista The New Yorker.
Cuando Kohl cayó en desgracia, en 1998, tras un escándalo financiero, no dudó en darle la última estocada y arrancarle la silla.
“Traje a mi asesino. Puse la serpiente en mi brazo”, comentó años después el ex Canciller.
Hillary ha estado en el establishment estadounidense tanto como Primera Dama, como senadora y como Secretaria de Estado. Ha tenido siempre en la mira la Casa Blanca, no como consorte sino como dueña de la Sala Oval.
El marido de Merkel es científico y casi anónimo, el de Hillary se conoce tanto por sus obras de Gobierno como por sus partes íntimas. Angela nació de apellido Kasner y, Hillary, Rodham.
¿Es válido reclamarle a Clinton el éxito político y de imagen de su colega alemana?
El sistema de partidos funciona distinto: bipartidismo en Estados Unidos y coaliciones en Alemania; presidencialismo y Parlamento; campañas millonarias y discretas.
Un electorado con grandes brechas sociales y económicas en la potencia americana y una masa electoral más preparada y asentada en una gran clase media en la potencia europea.
Merkel es una alemana típica, una madre como muchos le han llamado. Hillary siempre será parte de la aristocracia política estadounidense.
“Quién lo iba a creer? Soy la Canciller. ¿Qué hago aquí? Cuando crecía en la RDA nos imaginábamos a los capitalistas vestidos en sus fracs negros, con altos sombreros y fumando cigarros, como en una caricatura. Y ahora, ellos me tienen que escuchar a mí?”, dijo Merkel en una gira por el Medio Oriente.
Son muchas las diferencias, aunque se vistan parecido.