1078 palabras
La gente se siente a tal grado poderosa con su voto del 1 de julio, que anuncia, cuando aborda algún grupo o cuando le ceden la palabra, declaraciones tales como alguna de estas: 1) Yo no sé por cuál de los candidatos voy a votar. 2) Voy a votar por …. y te dicen el nombre de una opción que refleja la vulgar confusión que reina a todo lo largo y ancho del territorio mexicano.
En Estados Unidos pasó exactamente lo mismo cuando ganó Bush. Después de haber tenido uno de los mejores gobiernos en décadas —con Clinton de presidente— efectivamente hubo algunos norteamericanos más que votaron por Al Gore. Al Gore no resultó electo por el “especial” sistema electoral que continúan teniendo los norteamericanos —ni ellos mismos saben por qué, dado que es lo más imperfecto que puede existir como método electoral justo.
Pero en México estamos tontamente divididos, porque eso es lo que se “percibe”. ¿Saben lo que significa la palabra o el concepto “extrañar”? Pues eso es lo que van a sentir por el presidente Calderón cuando este entregue el mandato. Calderón es un político idealista. Idealizó a su pueblo y le están saliendo mal las cosas. Pero él no es el problema, sino nosotros, México.
Continuamos siendo el mismo pueblo de rumoreo, de difamación, de cuentos falsos, de percepción errónea. Si nos dan alternativas de lo que “podría ser”, siempre escogemos la menos realista, la más fantasiosa… y generalmente nos equivocamos.
Y esta vez vamos a votar por un presidente que no es el que nos conviene. Esta vez —si las tendencias o intenciones manifestadas del voto en las encuestas, se mantienen— la vamos a “regar” totalmente. Y nos va a quemar la sopa regada en muchas partes del cuerpo. Y lo vamos a lamentar cuando nos demos cuenta de lo difícil que se van a poner las cosas otra vez… Y es que no será la primera vez que las cosas realmente se pongan mal.
Por una parte, dice uno, cruelmente: Pues ojalá, para que así aprendan… Pero, ¿van a aprender? Si el que toma el pode es el PRI, este sabrá cómo convertir las verdades en mentiras y las mentiras en verdades, y el retroceso del país será sustancioso, aunque podría el grupo del PRI adoptar sensatez y detener la porquería. No lo sabemos.
Si es el grupo de la izquierda el que toma el poder, las cosas se van a poner progresivamente más y más negras. Ellos creen que las fuentes de trabajo se crean por “buena voluntad”. ¿Qué es lo que estamos viendo como reacción inicial de los mercados? ¡Una terrible ofensiva contra el peso mexicano, por la sola posibilidad de que gane la opción de la izquierda!
Si el ataque continúa y se deben usar las reservar para detener la estupidez, entonces caro nos habrá salido, de entrada, el “experimento de cambio de modelo”. Vamos a cambiar de modelo, pero de carro, con uno más viejo; de ropa, de alimentos, con todo menor calidad; porque los precios se van a disparar. Ya estamos acostumbrados a que tenemos una amplia gama de ofertas comerciales de productos de todo el mundo a precios internacionales. ¿Nos va a gustar que eso cambie? ¿Vamos a estar muy “contentos” de ver que ya no está esa oferta y que los trabajos o empleos, no solo no aumentan, sino disminuyen?
¿Creen que esto significa que con el PRI la cosa sería un poco mejor? ¡Para nada! A la larga, el sistema PRI —esos que “sí saben gobernar”— provoca que la competitividad vaya degenerando en aprovechamiento de privilegios, búsqueda de posiciones, favoritismos, distribución de contratos nepotistas o de compadrazgos… Y todo eso desemboca en una oferta de menor calidad en productos y servicios, a todos los niveles, además de precios por encima de lo que sería aceptable. Y no podemos descartar la cerrada de frontera para proteger la “industria” del tal o cual amigo “empresario nacionalista”.
La única opción que hoy puede servirle a México es la continuidad con el panismo. A muchos nos hubiese gustado ver que hoy México contara con verdaderas ofertas diferentes, todas ellas tratando de hacer de México algo mejor. Pero, por desgracia, la única que continúa en la competencia real, es el panismo. Los resultados son la vida de clase media que hoy tienen los mexicanos, como jamás en su historia la tuvieron. Es una vida que, entre otras cosas, les da el privilegio de sostener una muy costosa democracia.
La diferencia en la oferta del panismo radica en que el trato a todos, desde el gobierno, es totalmente igualitario. Se promueve el que todos compitan entre sí, para que sea el mercado —los consumidores— los que “voten” con su demanda o rechazo, por los productos y servicios mejores. Ha sido el único sistema de gobierno que ha hecho que México crezca en fortaleza ante los embates del mundo, como lo ha demostrado en todas las crisis de estos últimos 11-12 años, de las cuales ha salido totalmente airoso.
Ese trato igualitario de los gobiernos panistas disgusta a los “empresarios nacionalistas”: ellos quisieran “algunos privilegios”. Pero el panismo se los niega y les dice, día a día: “No se puede; es asunto de libre competencia.” El resultado lo tenemos a la vista: a la hora de las elecciones, ¡no se cuenta con el dinero de los “empresarios nacionalistas”! “¿A cuenta de qué? Si esos políticos no nos hicieron ningún favor…” Y así se quedan, con la boca llena de estiércol socio-cultural, los “empresaritos nacionalistas”.
Pero esto, ¡está muy complicado! ¿Cómo se lo explicas a ese joven de 18 años que, además, tiene los peores maestros y maestras en primaria y secundaria, y en la preparatoria ¡todo es grilla!
El bienestar que nos dio una economía sólida, ha sido, política, educativa y culturalmente, totalmente desperdiciado.