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CIUDAD DE MÉXICO, 1 de junio.- En la segunda fase del Proyecto Mati-Tec, la Escuela de Humanidades entregó en abril 750 dispositivos móviles a alumnos de escuelas públicas, informó la Dra. Shannon Anne Shea, Directora del Posgrado en Estudios Humanísticos en el Campus Ciudad de México del Tecnológico de Monterrey.
Mati-Tec es un programa de tecnología aplicada para resolver ejercicios de matemáticas, enfocado a los alumnos de cuarto, quinto y sexto de primaria, que incluye lecturas y programas interactivos dinámicos diseñados por investigadores del Tecnológico de Monterrey y sus socios estratégicos.
La primera fase incluyó la entrega de celulares en escuelas primarias vinculadas al Campus Ciudad de México y Campus Santa Fe, entre las que están: Teófilo Álvarez, Martín Torres Padilla, José María Tapia Freyding y Hermanos Galeana. La donación de aparatos llegó dos semanas después a ocho escuelas más vinculadas a los Campus Estado de México y Toluca. En total, se beneficiará a 2 mil 380 alumnos de escuelas públicas.
“Ya voy a poder usar un celular y también aprenderé más matemáticas y materias diferentes; yo creo que me puede ayudar en mi aprendizaje usándolo diario”, dijo el niño Leonardo Pacheco, de quinto grado.
Mati-Tec surgió para mejorar el aprendizaje de las matemáticas; sin embargo, la demanda de apoyo ha sido tal que los investigadores del Campus Ciudad de México ya trabajan en una aplicación para otras asignaturas como educación cívica y español.
“Estamos desarrollando una plataforma de educación cívica en conjunto con el Instituto Federal Electoral (IFE), del cual hay un ejercicio en Mati-Tec considerando temas y valores democráticos, que se hizo con el fin de abrir una discusión entre los niños y de ahí se puedan sacar tres propuestas principales para los candidatos a la presidencia”, explicó la Dra. Shea.
Por su parte, Silvia Miranda Castillo, Directora de la Escuela Teófilo Álvarez, ya percibe los resultados de Mati-Tec y explicó: “Nosotros tuvimos un avance del 18 por ciento en los resultados de la prueba Enlace, para nosotros es una prueba estandarizada que permite ver el avance de los niños”.
Agregó que la escuela era una de las de más bajo rendimiento y peores resultados de la zona, pero cuando entraron al proyecto subieron y quedaron en el segundo mejor lugar. “Eso fue al aplicarse en quinto grado y ahora se va a trabajar cuartos, quintos y sextos grados”, agregó.
“Me siento feliz, porque ya voy a poder hacer mis ejercicios, me puede ayudar en mi salón, en muchas cosas, también a aprender un poco más de matemáticas y español y en otras materias”, comentó la alumna de quinto grado Valeria Coria Vázquez, de la Escuela Teófilo Álvarez.
La profesora Miranda Castillo agregó que el teléfono celular es un gran incentivo académico, ya que los alumnos tienen la oportunidad de llevarse a casa el dispositivo tecnológico y continuar resolviendo ejercicios que les dejan los maestros.
También –dijo- en los estudiantes se percibe el incentivo moral, pues basta ver la cara de los niños que desbordan felicidad a través de sonrisas acompañadas de asombro por obtener un celular que les brindará crecimiento académico.
Hoy en día el crecimiento de las tecnologías implica grandes retos: desde la logística hasta el capital necesario para respaldarlas, pero cuando el proyecto se ha convertido en una realidad como Mati-Tec, las expectativas mejoran, expresó la Dra. Shea.
Los retos para Mati-Tec incluyen capacitar a profesores de las 15 primarias públicas vinculadas antes, durante y después de la entrega de celulares, pues los alumnos pueden rebasar al profesor si éste no se actualiza.
Desafortunadamente, señaló la catedrática, también existen sindicatos de profesores que no desean participar al máximo en un programa de tecnología aplicada que pretende crecer a nivel nacional y es un freno para el conocimiento de los alumnos de nivel Primaria.
“Un riesgo latente es la navegación libre que podrán hacer los alumnos y de la cual el padre de familia debe ser partícipe para revisar y saber los lugares que visita”, comentó la profesora Miranda Castillo. (Bernardín García / CAMPUSMÉXICO)