611 palabras
Dos estrellas
Tim Burton se niega a salir de su zona de confort y su carrera continúa estancada, pero eso sí, con una factura impecable. Su nueva cinta, Sombras tenebrosas, vuelve a señalar la ausencia de creatividad argumental que viene arrastrando desde hace varios años.
Desde El planeta de los simios, este director se repite una y otra vez, llegando al punto en que sus mejores cualidades se han vuelto sus peores defectos. Dark shadows es una reiteración de su miedo a correr riesgos, desprovista de cualquier audacia narrativa.
Una mezcla de comedia y melodrama cuyo tema es el vampirismo. Inicia a mediados del siglo XVIII, donde la familia Collins abandona Inglaterra para hacer realidad el sueño americano. El matrimonio llega a Estados Unidos con su hijo Barnabas, perseguidos por una antigua maldición que cayó sobre ellos.
Con el paso de los años, Barnabas (Johnny Deep) se convierte en un heredero acaudalado, pero una mujer, Angelique Bouchard (Eva Green) lo convierte en vampiro.
Tras un encierro de varios siglos, Barnabas será puesto en libertad en los años setenta para descubrir que el mundo ha cambiado y padecer las excentricidades de los nuevos miembros de la familia Collins.
La cinta se basa en una serie televisiva y reúne un elenco impresionante. Iniciando con la extravagancia de Johnny Deep, el glamour de Michelle Pfeiffer y el estilo camp de Helena Bonham Carter. A eso le sumanos a Chloë Grace Moretz haciendo una reinvención de la Lolita de Nabokov, y Eva Green dando un toque de femme fatale.
Muchas cosas funcionan en Sombras tenebrosas, desde el acertado casting, los maquillajes, los peinados, los decorados, y por supuesto el vestuario. Lo malo es que la parte narrativa no logra estar al mismo nivel que el aspecto visual o histriónico.
Burton es constante en la estilización de elementos góticos, prerrafaelistas y expresionistas.
Pero todo ello se queda a la intemperie, sin ningún cobijo literario que pueda darles solidez.
El guion tiene problemas de estructura, divagando en una serie de personajes y situaciones que se dedican a girar confusamente alrededor de Barnabas Collins (Johnny Deep).
Hay un deseo por contar demasiadas anécdotas y el resultado final es decepcionante.
Como en Alicia en el país de las maravillas, Burton vuelve a caer —por enésima vez— en el barroquismo estéril, la decoración frívola y el envoltorio vacío. Los personajes estarán muy bien vestidos, los escenarios serán brillantes, tendrá muy buenos actores, pero se olvida de lo más importante: desarrollar una buena historia.
Tim Burton se niega a aceptar la frase "Renovarse o morir". Y continúa enterrado dentro de un ataúd elegante, esperando una resurrección que aún no llega.
Lo mejor: la dirección de arte y el elenco.
Lo peor: Tim Burton no logra aprovechar la historia y el guion se le va de las manos.