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MADRID, 9 de septiembre.-Parece increíble que hoy en día, alguien pueda morirse por tener complicaciones en el embarazo o durante el parto, pero cada día mueren 800 mujeres por causas evitables; es decir, el 14% de la población mundial, según la Organización Mundial de la Salud.
Las diferencias entre ricos y pobres son más que destacables. El riesgo de muerte relacionada con la maternidad en los países desarrollados es de 1 en 3.800 casos y de 1 en 150 en los países en desarrollo. Las adolescentes menores de 15 años son las que mayor riesgo de mortalidad materna tienen, según la OMS.
Este centro de Kabezi (Burundi) acoge a mujeres derivadas de otros centros y ofrece servicios médicos a mujeres con embarazos o partos complicados
La muerte materna puede ocurrir en cualquier momento durante el embarazo o hasta los 42 días después de dar a luz, pero el parto es la situación más crítica para la madre y el bebé. Cada año fallecen más de 3 millones de recién nacidos, y 2,6 millones mueren antes de nacer. [Pincha aquí para ver la Fotogalería]
Las principales causas de muerte materna son por hemorragias que pueden llegar a matar a una mujer en tan sólo dos horas; infecciones, es fundamental que haya un ambiente higiénico, ya que puede conllevar consecuencias como la infertilidad; hipertensión gestacional donde se producen eclampsias (convulsiones o coma durante el embarazo o el parto); o abortos peligrosos, el 98% de estos se producen en países no desarrollados. A ello hay que sumarle que algunas muertes son por malaria o por la infección del VIH.»»»
Pero estas muertes se pueden prevenir si se garantiza el acceso a una atención obstétrica de urgencia, porque la necesitan dondequiera que vivan, en una zona de conflicto, en un campo de refugiados o bajo una lona de plástico después de un terremoto.
En países de África, Asia, donde son vulnerables en la gestación y el parto, hay que sumarle varias causas que acentúan este problema. Las guerras civiles, muchos países están inmersos en un conflicto bélico, o todavía están latentes sus devastadoras consecuencias; desastres naturales; las instalaciones médicas que son nulas o escasas, lo que significa que millones de partos no son asistidos por un médico, una matrona o una enfermera diplomada; o las largas distancias que las mujeres tienen que recorrer andando para acceder al centro hospitalario. Todo ello suele implicar un viaje arriesgado.
Afganistán es uno de los países más peligrosos para dar a luz. Muchas mujeres dudan desplazarse a un hospital debido a su inseguridad, ya que desde 2011 el país está sumido en una guerra. Aunque hay muchos centros sanitarios privados, gran parte de los afganos no pueden costearlo. Además, muchas familias todavía no aceptan que las mujeres acudan a un hospital, y las que asisten, de 500 partos atendidos, sólo 10 de ellas van a los controles postnatales, recoge el informe de Médicos Sin Fronteras «Reducir la mortalidad materna en situación de crisis».
Pakistán es uno de los países con mayor tasa de mortalidad en Asia; 1 de cada 93 mujeres muere por causas de embarazo. «La mayoría siguen pariendo en casa. No acuden al hospital porque no tienen o no pueden pagarse un transporte, o porque necesitan que algún hombre las acompañe. Vienen porque quizá hayan tenido un parto complicado, o a menudo cuando dan a luz a un gemelo y esperan cuatro o cinco horas sin que nazca el segundo», explica Jannicken Troemborg, matrona en Kuchlak, Baluchistán, en el informe de Médicos Sin Fronteras.
Hawa es una mujer de 21 años que durante tres días intentó dar a luz. Debido a una obstrucción del parto por una desproporción de la pelvis y del céfalo del bebé, se trasladó al hospital de Jowhar (Somalia) a 18 kilómetros de su pueblo. Para sacar al niño, los médicos prepararon una cesárea de urgencia, pero el marido de Hawa no tenía la edad suficiente para dar su consentimiento. Por ello, el personal sanitario solicitó el permiso a su hermano mayor. En un primer momento, se negó porque pensaba que la vida del niño no podía tener prioridad a la de la madre. Al final los médicos y las matronas le aconsejaron, y Hawa y su hijo sobrevivieron.
Desde hace 20 años, Somalia, país del cuerno de África, vive sumergido en la peor crisis humanitaria. No sólo por la sequía que asola desde hace varios años, sino porque todavía está latente la guerra civil que permaneció durante dos décadas, y de la que derivó la creación de pequeños estados y facciones independientes que dificultaban que un presidente accediera al gobierno. Hasta el pasado mes, Somalia vivía, desde 1991, con un Gobierno Federal de Transición (GFT); una auténtica anarquía para sus ciudadanos que carecían de una sociedad sin estado y de un sistema legal. A finales de agosto, se puso fin al GFT con la investidura de su primer Parlamento formal.
Somalia tiene los índices de mortalidad materna más altos del mundo. 1 de cada 13 mujeres corre el riesgo de morir por causas relacionadas con el parto o el embarazo. Y es uno de los países con mayor desnutrición del mundo. Más de un tercio de la población somalí se muere de hambre.
Médicos Sin Fronteras está intentando reducir el índice de cesáreas para evitar que la mujer sufra complicaciones posteriores, ya que algunas se pueden evitar mediante un parto instrumental. La formación del equipo sanitario es clave para conseguir esa reducción. «Si se practica una cesárea a una mujer de 15 años, probablemente ella lo necesitará nuevamente cada vez que vaya a dar a luz, y hay una serie muy amplia de complicaciones que conlleva esto, como la ruptura uterina y la hemorragia posparto. Además, un niño que nace por cesárea está más expuesto a tener problemas respiratorios», explica Enrica Bentivegna, ginecóloga y obstetra de MSF.
Que tantas mujeres sigan muriendo por complicaciones en el embarazo o en el parto es una crisis que se puede evitar. El acceso a la atención quirúrgica es de vital importancia para estas mujeres y para el resto de la sociedad. (ABC)