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KARACHI, 13 de septiembre.- Los incendios que arrasaron dos fábricas de ropa en Pakistán y dejaron 314 muertos, muchos de los cuales perecieron atrapados detrás de puertas cerradas y ventanas con barrotes, ponen de relieve las atroces condiciones laborales en un país donde los lugares de trabajo muchas veces carecen de salidas de emergencia y de medidas de seguridad básicas como alarmas y rociadores de agua.
Maryam Aslam pregunta por su hermano desaparecido o muerto en el incendio del martes en la noche en Karachi. (Foto Shakil Adil / AP)
Uno de los dos incendios suscitados la noche del martes se desató en una fábrica textil en la sureña ciudad de Karachi donde murieron al menos 289 personas.
La cifra resalta el estado de la seguridad industrial en Pakistán, donde muchas fábricas se instalan de manera ilegal en las ciudades densamente pobladas del país, y los propietarios frecuentemente pagan sobornos a los funcionarios para que ignoren las violaciones a las normas de seguridad.
Durante el más mortífero de los dos siniestros la ciudad de Karachi, el eje económico del país, entre 300 y 400 trabajadores estaban adentro de la fábrica cuando comenzaron las llamas.
La mayoría de las muertes fueron por asfixia, porque personas atrapadas en el sótano no pudieron escapar cuando el recinto se llenó de humo, dijo el jefe de bomberos de Karachi, Ehtisham-ud-Din.
El otro incendio, también la noche del martes, alcanzó una fábrica de zapatos en el oriente de la ciudad de Lahore y derivó en la muerte de 25 personas, algunas por quemaduras y otras por asfixia, dijo el funcionario policial Multan Khan. La fábrica, de cuatro pisos, fue establecida ilegalmente en un barrio residencial de la ciudad.