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Es ampliamente conocido que el cerverato se distinguió por el énfasis impostado por el hombre de Dzemul al renglón de la seguridad pública, derivando ello en la apoteosis del espionaje a sus opositores, ya fueran estos correligionarios (Manzanilla dixit política rupestre) o antagonistas de otros institutos políticos (nombrarlos a todos es materialmente imposible y enunciar a dos o tres únicamente implicaría ser notoriamente injusto con la generalidad, pues indudablemente todos tuvieron el mérito de oponerse a una figura a la que en su tiempo, tenía graves consecuencias contrariar). Impronta similar ha caracterizado al régimen encabezado por la émula del logotipo de conocida marca de helados, de lo que pueden dar testimonio don Eduardo Chuc Baas, Dulce María Sauri y de manera por demás dolorosa en la actualidad, nuestro buen amigo Ismael PerazaValdez. La titular del ejecutivo estatal, heredera de todos los defectos y ninguna de las virtudes de su desaparecido pariente, ha hecho válida la sentencia que prescribe que segundas partes nunca fueron buenas y ha demostrado su carencia de oficio político de todas maneras: inicialmente por reprimir una voz crítica a sus caprichos, mandando a Echaniz (como cariñosamente le llamamos sus amigos) a un dorado exilio en la ciudad de México como representante del (des)gobierno del estado, motivo por el que al momento de renunciar con valentía ejemplar a dicho encargo, personalmente reconoció "que la jaula, aunque sea de oro, nunca deja de ser jaula". Posteriormente, la (des)gobernadora exhibió visos autoritarios al ordenar poner cola (léase mandar vigilar permanentemente los pasos del legislador rebelde, por medio de integrantes de su policía política, conocidos como "los dígitos") y seguirlo prácticamente hasta para ir al baño. Previamente a lo anterior, la (des)gobernadora maniobra para despojar a Ismael de la titularidad del Movimiento Territorial en el estado, poniendo a cargo a un elemento dúctil a sus dicterios y paralelamente, durante y posteriormente, persiguiendo, acorralando y despidiendo a los amigos y leales al legislador insumiso. Además de todo lo anterior, podemos consignar el clima de linchamiento social y político propiciado por las plumas a sueldo y testaferros editoriales del (des)gobierno del estado, que han llenado de descalificativos y denuestos a Ismael, acusándolo de todo cuanto les ha sido posible y es que en honor a la verdad, sin ser un santo (todos los seres humanos tenemos defectos y flaquezas), Ismael ha sido un político que ha sabido honrar la naturaleza de su encargo y que ha respondido a las expectativas de su electorado. Prueba irrebatible de ello constituye el aprecio generalizado que Ismael ha conseguido concitar entre sus electores y vecinos, primeramente merced a que nunca ha cambiado su lugar de residencia y segundo, con base a la cantidad de gente que ha sabido y podido apoyar desinteresadamente, no solo durante su gestión como diputado, sino en todo momento, porque aquí es preciso resaltar: Ismael es un hombre de bien. Más allá de la cuestión de la militancia partidista, me precio de ser su amigo y más allá de las coincidencias o discrepancias ideológico-políticas existentes entre nosotros, reconozco en él, un factor valiosísimo, insuperable y realmente escaso en los políticos de nuestros tiempos: honradez y sinceridad. Ladren las plumas a sueldo, las voces mercenarias si les place. Honor a quien honor merece. Pero esto no es un desmesurado panegírico. Este es el grito de indignación proferido por la garganta de un amigo que lo aprecia, por el detentador de una pluma modesta pero siempre en disposición a entrar en liza por cualquier buena causa y que exige justicia a la titular de un régimen tiránico, ante la magnitud de la agresión sufrida por un hombre leal a sus convicciones, coherente en su pensar y su actuar, víctima del más artero, del más cobarde atentado que solo pudo perpetrarse con la venia de quien dispone de todos los elementos, de todos los medios para llevarlo a cabo y que ni siquiera tuvo el buen tino por cortesanía o por el mero hecho de cubrir las formas (ella que es de lágrima tan fácil) de correr a llorar al lecho de Ismael o por lo menos enviar emisarios para patentizar su indignación y su intención de investigar a fondo y no dejar el atentado impune.
Me parece apropiado señalar, que antes incluso de que el ataque sufrido fuera dado a conocer a los medios y éstos se encargaran de difundirlo masivamente, que resulta muy curioso que ya hubiera personal de la procuraduría de (in)justicia estatal destacado en la clínica donde nuestro amigo recibía auxilios médicos. De esta circunstancia devienen inquietantes presunciones: ¿Qué hacían estos elementos en el nosocomio?, ¿Quién les dio parte del ingreso y del lugar, toda vez que no existió reporte de los hechos de parte de la autoridad preventiva?, ¿a que fueron esos elementos: a constatar el mal trabajo realizado o a intentar concluirlo? El ataque a tubazos del que fue víctima Ismael no es precisamente una práctica muy amable que se diga. La agresión revistió a todas luces la intención de privarlo de la vida. Un brazo con fractura expuesta no es lo mismo que una granada hecha detonar donde existe la certeza de que no habrá nadie que salga lastimado (ladre ya pues la jauría de serviles malixes).
Los ciudadanos libres exigimos a la (des)gobernadora que cese la represión, que respete las vidas, propiedades y familias de quienes discrepamos de su estilo personal de (des)gobernar, que cesen los actos que pretendan inhibir y amedrentar a la ciudadanía para exhibir su descontento. El desorden imperante por el despotismo del régimen es tal, que la ciudadanía ya abrió los ojos y ha perdido el miedo. Pronto tendrá ya el régimen Ivonnista ocasión de comprobarlo. En tanto, sugiero a los meridanos, a todos los ciudadanos libres, a todos los espíritus no cooptados por el régimen que pretende ser rojo a imitación de Carrillo Puerto y no es sino una desteñida parodia, practicar lo consignado por Nelson Mandela, llevado a la pantalla en el filme titulado Invictus: Enmedio de esta noche que me encierra, tan negra que no hay luz que sea visible, agradezco a los dioses, quienes sean, el alma que me dieron: invencible. En la saña feroz de los ataques, yo jamás me lamento ni me rindo. Nunca inclino la frente, ni que sangre, por todos los golpes que he sufrido. Frente a este lugar de ira y llanto, se asoman las sombras, los horrores; más todos los dolores de estos años, me han visto y me verán sin resquemores. Por escollos que encuentre en el camino, por ardua que parezca la avanzada, yo soy el capitán de mi destino, yo soy el único dueño de mi alma...
No estás solo Ismael. La ciudadanía perdió ya todos los temores y te apoya y alienta a no ceder. No desistiremos hasta que se haga justicia...
POST SCRIPTUM.- Repudiamos las amenazas contra la vida, familia y propiedades de nuestro amigo y colega, Luis Jorge Montalvo Duarte. Responsabilizamos de cuanto le ocurra a la (des)gobernadora Ivonne Ortega Pacheco y a las autoridades presuntamente encargadas de impartir (in)justicia en nuestra entidad.
En similar orden de ideas y merced el tono de las notas dejadas en diversos portales electrónicos y de notas recibidas en mi correo electrónico personal y en las redes sociales a las que pertenezco, responsabilizo directamente a Ivonne Ortega Pacheco y sus corifeos de cualquier daño que pudiera ocurrir a mi persona, familia o propiedades.
Meridano: se ha empeñado ya la última etapa de la batalla por la libertad. Ha iniciado ya el pago de la cuota de sangre. No retrocederemos pese a las amenazas y los intentos por someternos. Una cosa es morirse de dolor y otra muy diferente, morirse de vergüenza.
Dios, Patria y Libertad