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Pescadores por tradición, los hombres de Ponteduro sólo esperaban tener la edad para ir en busca del sueño americano a fin de dar a sus familias una mejor vida. Hoy desarrollan un proyecto ecoturístico que los arraiga en su lugar de origen y les da ingresos suficientes para ellos y sus familias.
En su búsqueda de oportunidades, los pioneros de este proyecto sufrieron el duro golpe del fracaso, cuando decidieron crear una cooperativa pesquera dedicada al cultivo de mojarra tilapia y de camarones. El fracaso, en vez de desanimarlos, los llevó a cambiar de giro, esta vez con éxito.
El Proyecto Ecoturístico Madresal se ubica en la localidad Manuel Ávila Camacho, mejor conocida como Ponteduro, en el municipio de Tonalá, Chiapas.
Hasta hace poco, Ponteduro corría el riesgo de convertirse en un pueblo fantasma, habitado sólo por niños, mujeres y ancianos, porque los jóvenes sólo esperaban a tener la edad y la oportunidad para irse a los Estados Unidos.
Sin embargo, en la comunidad había quienes se resistían a que ese fuera su único destino, sobre todo por vivir en una región que tenía gran cantidad de recursos naturales que, bien explotados, podrían otorgarles ingresos suficientes para mejorar las condiciones y la calidad de vida de sus familias.
Los impulsores del proyecto crearon una empresa para el cultivo y cría de mojarra tilapia y de camarones, pero las intensas lluvias dieron al traste con el proyecto. Lejos de desalentarse, los pescadores decidieron cambiar de giro y se acercaron a la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) federal para obtener recursos que les permitieran sacar adelante una empresa ecoturística.
Formaron una sociedad cooperativa llamada Madresal, la cual fue apoyada en dos etapas con recursos del Programa de Empleo Temporal, durante los ejercicios de 2009 y 2010, años en que los jornales obtenidos por los lugareños se invirtieron en mejorar el proyecto.
Con su funcionamiento, Madresal ha evitado la migración de los jóvenes de Ponteduro por falta de fuentes de empleo y con ello la desintegración familiar, además de contribuir al cuidado del medio ambiente al frenar la deforestación en la costa de Tonalá y regenerar los manglares.
El proyecto ecoturístico comenzó a construirse en 2009, cuando se hicieron los baños con regadera, seis palapas, andadores, embarcadero con área de maniobra para lanchas y el desazolve de un canal, con inversión de 832 mil pesos y la generación de 120 empleos.
En 2010, en la segunda etapa del Centro Ecoturístico Madresal, se construyeron embarcaderos, palapas, chapoteadero, áreas deportivas e iluminación exterior, con una inversión total de 511 mil pesos y la generación de 75 empleos.
Ahora la cooperativa tiene 46 socios, de los cuales 20 son mujeres y 26 hombres; beneficia directamente a 45 familias y a 200 personas.
El centro turístico tiene 17 cabañas, 3 palapas, restaurantes, servicios de recorridos, pesca deportiva, fútbol y volibol de playa; caminatas y recorridos en la zona de lagartos.
Los fines de semana y en temporada alta, el Centro Ecoturístico Madresal tiene un lleno total, por lo que se considera un proyecto sostenible y exitoso, surgido de la tenacidad de un grupo de personas que creyó en su comunidad y decidió quedarse ahí para generar riqueza y empleo para los lugareños.