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Susan Yoshihara, informó sobre dos importantes artículos que se acaban de publicar en prestigiosas revistas, que tratan de los espantosos efectos de la ideología de control demográfico de la ONU, que están llevando a un territorio peligroso, que antes era totalmente desconocido. Muchas comunidades tienen graves problemas gracias a la ONU y a otros ideólogos de políticas demográficas.
La desintegración de la familia, ¿es la causa o la cura de la crisis mundial de la disminución de la población? Dos artículos recientes publicados en distinguidas revistas de política exterior plantean el problema.
Mientras que el abandono del matrimonio y la normalización del divorcio reformularon los acuerdos de vida en común en Japón, la cohorte de adultos fértiles casados se ha desplomado, afirma Nicholas Eberstadt. Y el matrimonio es el único camino real hacia la paternidad. La maternidad fuera del matrimonio continúa siendo, por así decirlo, inconcebible, debido a la permanente deshonra que suponen los nacimientos fuera del matrimonio. En efecto, los japoneses han abrazado masivamente el hecho voluntario de no tener hijos. Eberstadt es demógrafo y economista político del American Enterprise Institute. Su ensayo figura en el último volumen de la revista Wilson Quarterly.
La respuesta a la pregunta sobre la disminución de la población, según otro especialista, es la igualdad de género, la inmigración gestionada y la aceptación de estructuras familiares no tradicionales, como ser la unión libre. Después de todo, observó Steven Philip Kramer en el New York Times, los países más comprometidos con la familia tradicional, como son Alemania, Italia y Japón, cuentan con las tasas más bajas de natalidad. Los países con tasas altas, en cambio, normalmente tienen, además, una gran cantidad de niños nacidos fuera del matrimonio. Kramer enseña en la National Defense University de Washington D.C. y sus opiniones también fueron publicadas en el último número de la revista Foreign Affairs.
Mientras que las recomendaciones de Kramer para las familias no tradicionales se centran en la cantidad de niños nacidos, otros especialistas advierten que la calidad de vida de los niños se ve afectada, así como la economía nacional. En Suecia, donde el concubinato goza de amplia aceptación y apoyo legal, las familias que cohabitan son menos estables que las familias casadas, dice un informe del Social Trends Institute. Los hijos nacidos de parejas en concubinato tienen un 75 por ciento más de probabilidades que aquellos nacidos de padres casados de ver a sus progenitores separarse a los 15 años, aun cuando el porcentaje de familias monoparentales en Suecia casi se duplicó, pasando de un 11 por ciento en 1985 a un 19 por ciento en 2008. Los nacimientos fuera del matrimonio son la nueva normalidad en muchos lugares del mundo, donde el 40 por ciento del total de los niños nace sin que sus padres estén casados.
Los hombres que se casan y permanecen casados trabajan más arduamente, de manera más lúcida, durante más horas, y ganan entre un 10 y un 24 por ciento más, indica el informe. Los niños de Estados Unidos que son criados fuera de un hogar intacto con padres casados tienen el doble o el triple de posibilidades de padecer problemas sociales y psicológicos, como son delincuencia, depresión, y abandono de la escuela secundaria.
Phillip Longman, miembro senior de la fundación New America, es uno de los autores del informe. Tanto Longman como Eberstadt contribuyeron con el libro Population Decline and the Remaking of Great Power Politics, que muestra por qué el descenso de la fertilidad está provocando inestabilidad en asuntos internacionales.
En Japón, dice Eberstadt, los niños sin hermanos podrían dar lugar al síndrome del pequeño emperador que actualmente asola a China. Tan escasos son los hermanos y los tíos que ahora los novios que carecen de familiares para las ceremonias de casamiento pueden conseguir fácilmente parientes de alquiler. La disminución demográfica de Japón colabora con su alto índice de suicidios, que se ve superado sólo por Rusia. Rusia tiene la segunda población más vieja después de Japón.
Por malas que parezcan las cosas, quizás se pongan peores. Muchos niños enfrentan una vejez solitaria, afirma Eberstadt. Una japonesa de 22 años tiene hoy una expectativa de vida de alrededor de 90 años, pero tiene un 25 por ciento de probabilidades de no casarse jamás, sólo un 50 por ciento de probabilidades de que su matrimonio sea duradero, debido a los crecientes índices de divorcio, un 38 por ciento de posibilidades de acabar sin hijos y una posibilidad más grande que nunca de vivir toda su vida sin nietos biológicos.
¿Qué podría dar vueltas las cosas? Eberstadt dice que un despertar nacional» similar a un movimiento religioso podría revitalizar la crianza de niños. Pero nada por el estilo ha sucedido jamás en una sociedad acomodada y abierta con niveles de fertilidad tan bajos como los de Japón.
Rusia hizo la advertencia religiosa en la ONU la semana pasada cuando, tras lamentar la escasez de niños en el país, su delegado dijo: Nuestro objetivo es garantizar las condiciones más favorables para su vida a futuro, educar una generación de personas espiritualmente desarrolladas, cultas y socialmente activas. Los rusos criticaron los informes del Secretario General de la ONU por su parcialidad al promover la disminución de la fertilidad como la única directiva precisa hacia la consecución del desarrollo económico y del bienestar social de los estados.