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Mientras en los países vecinos como Arabia Saudí o Yemen se sigue persiguiendo y encarcelando a los cristianos por el simple hecho de rezar en sus casas, en los Emiratos Árabes Unidos, al sudeste de la península arábica, los crisitanos están comenzando a vivir en paz. Sólo Arabia Saudí y Oman continúan sin aceptar una delegación vaticana.
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Aunque el islam sigue siendo la religión oficial y la sharia su fuente principal de legislación, su constitución contempla la libertad religiosa. Así, más de un millón de cristianos pertenecientes a cien nacionalidades distintas pueden desarrollar sus actividades religiosas en lugares públicos. Un auténtico logro, teniendo en cuenta las restricciones y la persecución a la que son sometidos en otros países islámicos.
Los Emiratos Árabes son el país islámico con mayor número de cristianos y además aumentan día a día, al contrario de lo que sucede en otros países como Líbano, Iraq o en Tierra Santa donde comunidades antiquísimas están a punto de desaparecer. En Emiratos Árabes Unidos representan el 35 por ciento de la población.
Los dhimmi o cristianos tolerados
Dhimmi, en árabe, era el nombre con el que se conocía a los judíos y cristianos que vivían en tiempos del islam clásico en estados islámicos. Su presencia era tolerada, tal y como establece la sharia, a cambio del pago de ciertos impuestos y de la aceptación de una posición social inferior. Hoy se habla de los dhimmi del siglo XXI, cristianos y judíos en condiciones de inferioridad jurídica por la aplicación de la sharia, siempre restrictiva, para los no musulmanes.
En Arabia, la tierra de Mahoma, está tomando forma una nueva manera de sometimiento: la de millones de inmigrantes, en gran parte cristianos, que llegan para trabajar como mano de obra en condiciones de dureza y miseria, atrídos por el auge de la industria petrolera en la región y el comercio que genera.