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Artículo del primatólogo Pablo Herreros para El Mundo
Sábado, 22 de diciembre.- En los próximas dos semanas, millones de personas de todo el mundo compartirán mesa con familiares y amigos. Ya sea con motivo del solsticio, la despedida del año o la celebración del nacimiento de Jesús de Nazaret, cumpliremos con algunos rituales y celebraciones que llevan celebrándose desde hace milenios. Lo que todos ellos tienen en común es su origen religioso.
Los antropólogos situamos el origen de la religión en los primeros 'Homo sapiens'. Pensamos que tuvo que ser en esa época por las pinturas halladas en las cuevas y algunos esqueletos de hace 30,000 años enterrados ritualmente con ocre, señal de que probablemente creían en la vida después de la muerte.
Aunque con formas y fondos muy diversos, la religión es un fenómeno universal entre los cazadores-recolectores y ha emergido en todas las sociedades modernas del mundo. Desde sus orígenes, entre otras funciones, la religión ha servido como instrumento de cohesión. Algo así como un pegamento social que favorece la unión de sus miembros y recuerda simbólicamente algunos de sus valores y necesidades más importantes. En las fiestas o rituales, es donde estos se hacen más visibles y evidentes.
Varios expertos creen que las raíces del ritual como modo de festejo pueden rastrearse en los animales. En el juego y en la celebración, por ejemplo, se dan comportamientos y emociones muy similares. Cuando los chimpancés ven a un compañero conseguir una comida que saben que compartirá con ellos, se excitan y dan saltos de alegría anticipándose a la recompensa.
También se ha observado que los chimpancés del Parque Nacional de Gombe (Tanzania), al aproximarse a las cataratas y rápidos del río, contagiados por el sonido que producen, comienzan a bailar y jugar solos. Después, suelen quedarse sentados, hipnotizados, mirando cómo van y vienen sus aguas.
Jane Goodall cree que los chimpancés también tiene algún tipo de espiritualidad, solo que no pueden hablar de ello como nosotros hacemos. Puede que en la contemplación de la naturaleza resida el origen de la religión.
Las fiestas y celebraciones son fundamentales para recordar los vínculos existentes y recordar las alianzas dentro y fuera de la tribu. A pesar de que no somos conscientes, los humanos usamos estos eventos con el mismo fin. Las bodas, bautizos y demás fiestas cumplen con este objetivo.
A nivel colectivo, la religión provee de un marco normativo a las acciones, en ausencia de tribunales y policías que aseguren las buenas prácticas. Es decir, son muy útiles para regular el comportamiento de las personas cuando interaccionan entre sí y no existen instituciones que vigilen o a las que se pueda acudir en caso de injusticia o agravio. En las fiestas se recuerda esta moral compartida.
Gracias a varias investigaciones sobre cognición, sabemos que la religión y la espiritualidad, sea cual sea su origen o credo, han ayudado a los seres humanos a superarse también de forma individual. En un experimento, se creaban dos grupos de niños y se les colocaba a cada uno de ellos en salas distintas.
Al primero, se le pedía que tiraran dardos hacia un blanco, pero se les avisaba de que una "divinidad invisible" les estaba ayudando. Al otro, se le hacía tirar los mismos dardos a idéntica distancia, pero esta vez sin "ayuda divina". Los resultados fueron que el primer grupo obtuvo puntuaciones mayores que el segundo. Por lo tanto, la creencia de que un ser superior nos ayuda, sea éste real o no, ayuda a la consecución de ciertos objetivos.
En otro experimento con 243 voluntarios, se aplicaban pequeñas descargas eléctricas a dos grupos: ateos y religiosos. Los religiosos, cuando se les ponían imágenes de la Virgen María, decían sentir menos dolor que los ateos.
Charles Darwin pensaba que la religión no cumplía ninguna función adaptativa. Según el padre de la Teoría de la Evolución, su desarrollo era la consecuencia de la posesión de habilidades cognitivas superiores, como las que tiene el ser humano. Ahora sabemos que el ilustre biólogo inglés estaba equivocado.
Aunque la elección de de una determinada fe es un tema muy personal, lo que sí podemos asegurar es que la religión en general lleva conviviendo con nosotros miles de años. El ateísmo es un fenómeno reciente y raro en la historia evolutiva del hombre. A pesar de los excesos que cometen muchas religiones, lo cierto es que sus fiestas sirven para recordar algunos valores que todos compartimos. Además, nos permiten seguir cuidando las relaciones y actualizar las alianzas que nos unen a los unos con otros año tras año.