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MÉRIDA, Yucatán, 15 de mayo.- Rodolfo Menéndez de la Peña, pedagogo cubano-mexicano, nació en San Juan de los Remedios, Cuba, el 15 de mayo de 1850, hace exactamente 163 años.
A continuación, reproducimos las notas inéditas autobiográficas del profesor Menéndez de la Peña, publicadas originalmente en el blog Menéndez y Menéndez Opus, administrado por Rodolfo Antonio Menéndez y Menéndez, bisnieto del mencionado profesor:
Nací en la Villa de San Juan de los Remedios, cabecera de la jurisdicción de su nombre, en el departamento central de la Isla de Cuba, el 15 de mayo de 1850. Fueron mis padres: Don Pantaleón Menéndez y Pérez y Doña Carmen de la Peña y Pérez. Pertenecían ellos a distinguidas familias remedianas, y eran primos segundos. Se casaron en 1844.
Mis abuelos paternos Don Francisco Antonio Menéndez del Toral, natural de Gijón, en España. Había venido a Cuba en 1801. Fue vista de la Aduana de Caibarién. Se casó dos veces: mi abuela camal se llamaba María Pérez y mi abuela política, Ángela Echeverría.
Hijos de mis abuelos paternos: Filomena, nacida en 1810, Gertrudis, Covadonga, Eusebio y Pantaleón (1819). De su segunda esposa: Clotilde, Fernando y Luis Menéndez. Mi abuelo jugaba al billar admirablemente, era un insigne cazador y nadaba como un pez.
Mis abuelos matemos: Don José Antonio de la Peña y Mugica y Doña Antonia Pérez Antonia Pérez. Tuvieron los siguientes hijos: Dolores, Carmen, José Antonio, Elena, Ricarda y Mariano.
Dolores se casó con Don José Juliá, mexicano; Carmen, con mi padre; José Antonio con Doña Domitila Anido; Elena con Don Francisco Montalván; Mariano con Doña Carolina Falera, y Ricarda con Don José Bamet.
Rodolfo Menéndez de la Peña, a los 30 y 70 años de edad.
Los hermanos fuimos diez: Balbino, Clementina, Fernando, Antonio, Sofía, Cándido y (yo) Rodolfo: los otros tres murieron pequeños y ni siquiera sé sus nombres. Superviven, al escribir estas líneas, Antonio, Cándido y yo. Balbino murió en la flor de la edad: era ebanista y tenía un taller en la Habana.
Murió de tétanos el 16 de noviembre de 1863. El mal le provino de haberle caído una pequeña trincha en el empeine del pie izquierdo. Balbino era tan honrado que, habiendo encontrado un paquete de billetes de banco (unos ocho mil pesos), corrió detrás del coche de cuyo interior había caído el paquete y anduvo cuatro o cinco cuadras detrás de él. Se negó a recibir gratificación.
Todos los periódicos lo elogiaron mucho. Clementina y Fernando murieron pequeños. Sofía murió de tuberculosis el 31 de octubre de 1877, en Mérida.
Antes había vivido con mis abuelos en Campeche. Cándido fue a estudiar a los Estados Unidos el año de 1868. Estuvo en "Ellicot", colegio cerca de Baltimore. Cuando no se le pudo continuar remitiendo la pensión, lo echaron del Colegio y desde entonces se puso a trabajar personalmente. Se casó con Jennie Trembly y ha tenido dos hijos Frank y Lolita. Ahora viven en Nueva York. Antonio se casó en Sagua la Grande en abril de 1869. Vino él con su esposa a Yucatán. Ha tenido los siguientes hijos: Yara, Carlos, Bolivia, Sofía, Antonio (muerto en Izamal muy pequeño) otro Antonio y Óscar.
Yo me casé en Valladolid de Yucatán el 23 de enero de 1875, sólo por lo civil. Mi esposa se llamaba Flora Mena. Era huérfana de padre y madre: tenía 19 años y era muy trabajadora, muy buena y muy inteligente. Tuvimos los siguientes hijos: Libertad, nacida el 25 de octubre de 1875, en Valladolid. Rodolfo de la Luz, nacido en Izamal el 4 de diciembre de 1878. Conrado, nacido en Izamal, en... (otro)Conrado, nacido en Mérida, el 15 de julio de 1883. Hidalgo, nacido en Mérida, el 15 de septiembre de 1887. Estrella, nacida en Mérida el.....Américo, nacido en Mérida el 13 de septiembre de 1889. Flora, nacida en Mérida, el 29 de abril de 1891. Héctor, nacido en Mérida, el6 de agosto de 1893. Horacio Iván, nacido en Mérida, el 9 de enero de 1897. Libertad murió el 10 de octubre de 1894, Conrado el...; Estrella el... Flora Mena de Menéndez murió en Mérida el 23 de julio de 1901, a los 45 años de edad.
El 31 de octubre de 1903 me casé en segundas nupcias con la Señorita Nemesia Rodríguez y Castillo, natural de Sotuta y de 25 años de edad. Nos casamos en Sotuta, únicamente por lo civil, y sin ceremonia alguna.
Pasé mi niñez tristemente. Estuve en dos o tres escuelas primarias de Remedios y en la escuela de Taguayabón. En Manacas, la pequeña finca de mi padre, aprendí a trabajar en el campo y tomé amor a la agricultura. Me gustaba mucho el trabajo material y fui tabaquero, dependiente en una tienda, vendedor ambulante, etc. Compartía el tiempo entre el trabajo y el libro. Era muy estudioso y leía con ansiedad cuanto papel, libro o periódico caía en mis manos. Desde muy temprano aprendí y recité versos. Sin embargo, mi despertamiento intelectual se verificó en el Colegio Superior de San Juan de los Remedios. Había ya muerto mi madre (9 de octubre de 1862) y mi padre se hallaba postrado achacoso (murió el 16 de marzo de 1868), cuando, protegido por mi tío Don José Antonio Peña, hombre de grandes influencias en Remedios, entré en el Colegio Dirigido por el sabio trinitario Don Pedro Salavarría y Elizondo (1864). Allí hice mis estudios secundarios, y allí fui pasante desde 1865. Daba clases de lectura explicada. Además del Director, recuerdo a los profesores Don Fernando Ruiz y Don José Castillo. Me recibí en 1867.
En 1867, sin dejar todavía del todo el Colegio, fui nombrado (y este fue mi primer empleo) Estacionario de la Biblioteca pública de Sn. Juan de los Remedios, Con $30. oro de sueldo. En ese mismo año empecé a escribir versos y articulitos en los dos periódicos de la localidad: El Heraldo y La Atalaya. También escribí en el Liceo y en la Época de Villa Clara. El Director de este último periódico era el esclarecido patriota Don Eduardo Machado.
El 10 de octubre de 1868 dio el grito de ¡"Independencia y Libertad"!, Carlos Manuel de Céspedes. La Revolución se fue extendiendo poco a poco y posesionándose de los espíritus. El 29 e septiembre del mismo año había caído la monarquía de Isabel. En cuba el general Lesurdi seguía gobernando en nombre de la destronada reina, hasta la llegada del general don Domingo Dulce. Éste, para atraerse a los cubanos, dio algunas libertades, entre ellas la de la imprenta. La libertad de imprenta sólo duró el mes de enero. No obstante que el gobierno había dado un plazo de cuarenta días, que debía cumplirse e1 21 e marzo de 1869, de completas garantías, faltando a ellas aprehendió a infinidad de patriotas.
Retrato de Flora Mena, primera esposa de Menéndez de la Peña (publicado por Rodolfo A. Menéndez y Menéndez.
En Remedios, la noche del 14 al 15 de febrero, fueron reducidos a prisión los más distinguidos hijos de la localidad. Entre los presos se contaban mis tíos Don José Antonio de la Peña y Pérez y Don Mariano. Ellos fueron conducidos primero a la Cabaña y después a Fernando Poo. Mi señor abuelo Don José A. De la Peña y Mugica, que residía con su familia en Caibarién, decidió entonces emigrar con todos los suyos. Reunió el dinero que pudo (unos 16.000), dejó encargado de sus bienes a Don José Juliá, casado con mi tía Dolores de la Peña. Juliá era de ideas monárquicas, muy adicto al gobierno español y enemigo de los cubanos y de nuestra familia.
Yo me había tenido que ir precipitadamente (21 de abril de 1869) para Sagua la Grande, donde mi hermano Antonio tenía un colegio particular, y estaba para contraer matrimonio con la Señorita Ángela González Benítez, directora de la escuela de niñas de Sagua. A los pocos días de estar ahí recibí aviso de un amigo en el que me decía que se había librado requisitoria contra mí. Estuve varios días guardado en casa de la señorita Catalina Ortiz, amiga de Angelita, hasta que compramos una cédula en $50 pesos al comisario de policía.
También en esos días nos llegó el aviso y orden del abuelo para que estuviésemos listos y dispuestos a embarcamos en la Boca de Sagua, al pasar el vapor Cayero, procedente de Caibarién, rumbo a la Habana. El 1 de mayo estábamos en el puesto, yo, mi hermano Antonio y su esposa Ángela González de M. (Se había casado la noche antes).
Llegamos a la Habana el día 2; nos hospedamos dos días en un hotel y luego, mi abuelo alquiló una casa en la calle del Sol, esperando un buque que nos había de conducir al Canadá, país que mi abuelo había designado para nuestra emigración; pero otro era el rumbo que nos marcaba el destino. Un doctor yucateco de apellido Méndez, casado en Yaguajay Gurisdicción de Remedios) con una remediana, visitó a mi abuelo en la Habana: desaprobó su viaje al Canadá, país lejano, de otro idioma y de clima diferente y añadió: "A poca distancia de Cuba, hay un país, sano, bueno y hospitalario: la vida allí es barata, la gente sencilla y laboriosa. En ninguna parte pueden estar mejor que allí. Ese país es mi patria (dijo), "Yucatán". La Isabelita es una goleta que hace viajes a Sisal: está en puerto, pues llegó ayer; si usted quiere, puede fletarla: ahí cabe perfectamente toda la familia. En Yucatán estarán como en su propia tierra y a un grito de Cuba. Allí hay varios cubanos, y han sido muy bien recibidos".- A estas añadió otras razones y presentó otros datos: "Mi hermano Terencio, añadió, le servirá a usted en todo cuando hayan llegado a Mérida". Mi abuelo se entusiasmó por Yucatán, y en la necesidad de salir cuanto antes de Cuba, temeroso de un atentado y de que le confiscaran sus bienes, se decidió a fletar la Isabelita, (bajo el mando del) Capitán Ozama.
Hacia el 10 de mayo de 1869, salimos de la Habana rumbo a Sisal.
Personas que, según mis recuerdos, vinimos en la Isabelita:
Pocos días después de nuestra llegada a Mérida, Antonio y yo pusimos una tabaquería en una casita situada entre la Tucha y la Tortuga. Preparábamos el tabaco y torcíamos. Yo salía a venderlo por las tiendas,. Comprábamos el material en la casa de mangas situada por el Elefante. Eso daba poco. No encontrábamos trabajo y como nadie nos conocía y la situación financiera del país era muy difícil, parecía segura nuestra ruina. El abuelo se mostró duro con nosotros y no nos protegió para damos a conocer como profesores de instrucción primaria.
En un momento de desesperación y con propósito de irme a la revolución, resolví volver a Cuba. Me embarque en (la goleta) Isabelita en agosto de 1869. Al llegar a la Habana fui conducido a presencia del Gobernador civil para explicar los motivos que me conducían a Cuba en aquellos momentos verdaderamente difíciles. Me fueron admitidas las excusas que di y puesto en libertad. En la Habana no pude lograr mis propósitos; y de todas las personas que vi, recibí solo esperanzas y dilaciones. Cuando se agotaron mis escasos recursos, resolví ir a Cárdenas, donde vivían varios familiares míos. Allí me sería más fácil encontrar trabajo y ponerme de acuerdo con los revolucionarios, idea que no se me quitaba de la cabeza ni un momento. Viví en casa de mi tía Filomena Menéndez que tenía recursos y me recibió bien. (Lo mismo) mi tía Covadonga Menéndez casada con Don Manuel López, Capitán retirado del ejercito español. Lo mismo me recibió mi primo Raimundo Rubio, fotógrafo y pintor. Con mi tía Filomena estaba mi Tío Eusebio. Los hijos de mi tía Covadonga se llamaron: Manuel Herculano, María Antonia, Andrea y Filomena, de los cuales (1908) sólo vive la última, Mi tía Tula, madre de Raimundo, también vivía en Cárdenas, lo mismo que su hija Buenviaje Rubio (Basita). Durante los dos últimos meses de 1869 y todo el año de 1870, tuve clases particulares en Cárdenas y ya estaba en relación con unos revolucionarios para proporcionar recursos a la Revolución.
En enero de 1871 desaparecí de la ciudad de Cárdenas y me fui a una sitería situada entre Lagunillas, la Teja, cimarrones y el paradero de Contreras.
Allí, con pretexto de dar clases a unos niños de un siterio, y estando en relación con los amigos de Cárdenas, estuve todo el año de 1871, en activa comunicación con los insurrectos de las Villas. Aunque esa zona estaba muy vigilada y yo era tenido por sospechoso. El asesinato de los estudiantes de Medicina (27 de noviembre de 1871) me trajo de nuevo Cárdenas, y ya desde entonces sólo pensé en salir de Cuba para no volver a ella. No tenía ni un centavo, ni aun ropa que ponerme. Alquilé un cuarto y me puse a dar clases a domicilio y en algunas escuelas particulares. Al fin del año, tenía economizada una buena suma para irme al extranjero y para conseguir un.pasaporte. (Me costó 50 pesos oro ). Por fin, a fines de enero de 1872 tomé pasaje para la Habana y logré embarcarme en el vapor americano Washington que me trajo nuevamente a las playas yucatecas, (14 de febrero de 1873).
En Mérida vivían Mariano de la Peña con su familia y Ricarda y Sofia. (Entre la Perdiz y la Sirena). El resto de la familia estaba en Campeche. Salí de Cuba, un día después de que se proclamó la República en España, (11 de febrero de 1873). Estuve varios días en Mérida, hasta que a los ocho o diez días vino a buscarme mi hermano Antonio Menéndez que residía con su familia en Valladolid, desde hacía un año... (Hasta aquí el texto autobiográfico) (Menéndez y Menéndez Opus]
Aparte de dedicar su vida a la labor magisterial, Rodolfo Menéndez fue también un destacado escritor y periodista.
En 1886, fundó su periódico bisemanal "La Escuela Primaria", donde reprodujo las ideas y tendencias pedagógicas de su tiempo, las que explicó y desarrolló en bien pensados artículos. Este periódico se publicó durante veintiún años.
En 1889, publicó la "Lira de la Niñez", un poemario de 115 versos, cuya temática es la moral, los valores éticos, cívicos, patrióticos, familiares y sociales.
Retrato de Libertad, la mayor de los hijos de Rodolfo Menéndez de la Peña.
Fue colaborador de La Revista de Mérida, La Revista de Yucatán, el Diario de Yucatán y de numerosas publicaciones locales, nacionales y extranjeras. En distintas ocasiones los gobiernos del Estado de Yucatán le confirieron delicadas comisiones de índole histórica y cultural. Fue director de la Escuela Normal de Profesores, autor de varios libros pedagógicos, monografías, estudios, etc. que le valieron honrosas distinciones y calurosos elogios.
Menéndez de la Peña falleció el 3 de noviembre de 1928, en el predio ubicado en el No. 463 de la calle 68 de la ciudad de Mérida.
En 1930, se impuso su nombre a la primera y antigua Escuela Normal de Profesores del Estado. (con información del prólogo de la Lira de la Niñez y el obituario publicado en su momento por el Diario de Yucatán).
La profesora Libertad Menéndez Mena, su primogénita, murió a la temprana edad de 19 años. Una escuela en la calle 60 del centro de esta ciudad y otra ubicada en el fraccionamiento Las Américas fueron nombradas en su honor.
Rodolfo de la Luz, abogado y escritor.
Conrado fue un reconocido médico y el primer director de la Escuela Preparatoria de la Universidad del Sureste y de la Facultad de Medicina de esta ciudad.
Hidalgo fue periodista y trabajó muchos años en el Diario de Yucatán.
Américo fue Abogado, recordado por jugó un importante papel en la fundación del Sindicato Ferrocarrilero Peninsular, ofreciendo su residencia particular para la realización de las juntas preliminares que dieron pie a su creación en 1933. Falleció antes de los 50 años, golpeado duramente por la muerte de su hijo Iván Juárez Menéndez González, quien dejó de existir a la temprana edad de 7 años.
Iván fue Químico y llegó a desempeñar altos puestos en el Instituto Politécnico.
Miguel Ángel Menéndez Reyes, escritor y periodista.
Conrado Menéndez Díaz, abogado y periodista.
Gastón Menéndez Díaz, cronista deportivo.
Melba Menéndez Díaz de Cabrera, Química Farmaco Bióloga.
Rodolfo José Edgardo Ruz Menéndez, abogado y profesor.
Rodolfo Antonio Menéndez y Menéndez, político y empresario mexicano. También es bisnieto de don Antonio Menéndez de la Peña.
Edgardo Martínez Menéndez, médico yucateco.