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LONDRES, 4 de agosto.- "Phelps x 22 = Dios", rezaba el cartel escrito a mano por una espectadora y que resumió el sentimiento de las miles de personas congregadas en el Centro Acuático de Londres para ver la despedida con oro incluído del atleta con más medallas olímpicas en la historia
"Es el mejor atleta olímpico que ha existido. Es increíble. Se merece esto", dijo de su lado a la AFP Kate Ivers, una ex nadadora de 34 años oriunda de Austin (Texas, sur de Estados Unidos), que vino a Londres para ver por primera, y última, vez a su ídolo.
En las tribunas del moderno complejo de natación del parque olímpico flameaban decenas de banderas estadounidenses. Deportistas de otros países -como España, Australia y Holanda-se habían acercado para asistir a ese momento histórico del deporte y los Juegos Olímpicos.
Ahora, Michael Phelps se dedicará a su academia de natación. (AP)
Phelps, de 27 años, se retira dejando en 22 su récord del mayor número de medallas olímpicas en la historia, de las cuales 18 doradas, cuatro días después de haber superado la marca de 18 de la gimnasta soviética Larisa Latynina.
El oriundo de Baltimore (este de Estados Unidos) ganó cuatro oros y dos platas en Londres-2012, ocho oros en Pekín-2008 y seis oros y dos bronces en Atenas-2004. Larisa Latynina había logrado sus 18 medallas entre 1956 y 1964.
A la despedida de Phelps no le faltó nada, empezando, claro, por la medalla de oro con el relevo estadounidense en los 4x100 estilos, en una carrera que lo tuvo como protagonista ya que fue él quien dio la ventaja decisiva a su equipo en la tercera manga de estilo mariposa.
Los ojos de Phelps se empañaron en el podio mientras sonaba el himno estadounidense.
Luego dio una vuelta de honor con sus compañeros Matthew Grevers, Brendan Hansen y Nathan Adrian.
Los cuatro nadadores exhibieron una banderola que decía "Gracias Londres", y que les acercó el equipo australiano.
A continuación, y ya solo, Phelps fue objeto de una "presentación especial" preparada por la organización, que consistió en la entrega de un trofeo mientras en la pantalla gigante del estadio se repasaban imágenes de sus mejores momentos en estos Juegos.
La euforia de la gente no disminuía y el estadounidense, sonriente y simple como siempre, tuvo que dar una nueva vuelta de honor.
En esta segunda ocasión se estrechó en un largo abrazo con su entrenador y mentor, Bob Bowman.
"Pienso que a medida que nos alejamos de esto, se aprecia mejor lo difícil que ha sido y lo increíble de su logro", señaló a AFP Bowman.
"Michael y yo vamos a continuar nuestros esfuerzos fuera de la piscina con su academia de natación y su fundación. Tenemos muchas cosas en las cuales trabajar", agregó.
Phelps, de su lado, se retiró sin dejar de sonreír y saludar a la multitud que lo había venido a despedir, y que volvió a su casa seguramente con un dejo de tristeza por el adiós de su "dios". (AFP)