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Miércoles 8 de agosto.- Descomunales, atroces. Cualquier adjetivo se queda corto ante las dimensiones de cuatro estrellas «monstruosas» descubiertas por un equipo científico en 2010. Una de ellas, la más pesada (conocida como R136a1), es más de 300 veces más masiva que nuestro Sol y diez millones de veces más luminosa. Si reinara en nuestro Sistema solar, el año se reduciría a tres semanas y la vida en la Tierra sería imposible. Estos exóticos soles están ubicados en el cúmulo estelar gigante R136, en la cercana galaxia de la Gran Nube de Magallanes, a 165,000 años luz de distancia. Nada parecido ha sido visto en ningún otro lugar, lo que lleva a los científicos a preguntarse qué las hace tan especiales. ¿Por qué son tan desmesuradamente grandes? Un grupo de astrónomos de la Universidad de Bonn cree tener una explicación, que ha publicado en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society. Resulta que sus enormes dimensiones se deben a unos brutales choques cósmicos.
R136a1, comparada con otras estrellas.
La Gran Nube de Magallanes es el tercer satélite más cercano a la Vía Láctea y contiene alrededor de 10,000 millones de estrellas. Tiene muchas regiones de formación estelar, pero la más activa es, con diferencia, la Nebulosa de la Tarántula, de un diámetro de 1000 años luz, donde fueron encontradas las cuatro estrellas supermasivas. Su cuna es un joven cúmulo de estrellas denominado R136, una brillantísima guardería estelar.
Las cuatro estrellas monstruo rompieron las reglas que se daban por válidas hasta entonces sobre formación estelar. Se creía que ninguna estrella podía tener una masa superior a las 150 masas solares. Sin embargo, las cuatro estrellas ultramasivas recién descubiertas son una excepción a este límite. ¿Significa eso que el nacimiento de las estrellas en esa región está sucediendo de una manera muy diferente al de otros lugares del Universo? Si así fuera, pondría en entredicho el carácter universal del proceso de formación de estrellas, una premisa fundamental de la astronomía moderna.
El grupo de Bonn simuló por ordenador el cúmulo con más de 170,000 estrellas estrechamente unidas. Al principio, las estrellas eran de una masa normal y se distribuyeron de la forma esperada. Para calcular cómo este sistema relativamente básico cambiaba a través del tiempo, el modelo tenía que resolver 510,000 ecuaciones muchas veces. La simulación se complica por el efecto de las reacciones nucleares y la energía liberada por cada estrella que se produce cuando dos estrellas chocan, un evento frecuente en un entorno tan apretado.
«Una vez que estos cálculos se hicieron, quedó claro que las estrellas ultramasivas no son un misterio», dice Sambaran Banerjee, autor principal de la investigación. Las estrellas empezaron a aparecer muy temprano en la vida de la agrupación. Con tantas estrellas masivas en pares binarios apretados, muy juntos, son frecuentes los encuentros al azar, y algunos resultan en colisiones de estrellas, en las que dos se funden en objetos más pesados. El resultado son las estrellas ultramasivas.
«Imaginemos dos estrellas muy voluminosas que orbitan muy cerca entre sí pero que son separadas por la atracción gravitatoria de las estrellas vecinas. Si su órbita circular inicial se estira lo suficiente, entonces las estrellas chocan entre sí a medida que pasan, lo que provoca una sola estrella ultramasiva», explica Sambaran. Esta teoría supone un alivio para los científicos, ya que cumple con las reglas de formación de estrellas hasta ahora conocidas. (ABC)