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Artículo de Sid Kirchheimer publicado en webMD
Buenas noticias para aquellos cuyos dormitorios tienen más actividad que sus cuentas bancarias: una investigación demuestra que el sexo es mejor para la felicidad que el dinero.
Eso no quiere decir que ser pobre pero sexualmente activo sea el secreto para una vida feliz. Pero a pesar de la teoría comúnmente aceptada, más dinero no lleva a tener más sexo, dicen investigadores de la "economía de la felicidad".
Tras analizar los datos sobre los niveles de actividad sexual y la felicidad aportados por 16,000 personas, David Blanchflower, economista del Dartmouth College, y Andrew Oswald, de la Universidad de Warwick, en Inglaterra, reportan que el sexo "entra con tanta fuerza de manera positiva en las ecuaciones de la felicidad" que estiman que incrementar las relaciones sexuales de una vez al mes a una vez a la semana equivale a la cantidad de felicidad proporcionada por un aumento de $50,000 en los ingresos de un estadounidense promedio.
"La evidencia que tenemos es que el dinero da algunas cantidades de felicidad, pero no tanta como los economistas pensaban", dice Blanchflower. "Tuvimos que buscar a los psicólogos para comprender que otras cosas son realmente importantes."
Su artículo, "Dinero, Sexo y Felicidad: un estudio empírico", publicado por la Oficina Nacional de Investigación Económica (EE. UU.), esencialmente hace un estimado en dólares de la felicidad que proporcionan las relaciones sexuales y su 'constelación'.
A pesar de la opinión popular, encuentran que el tener más dinero no significa más sexo; no hay diferencia entre la frecuencia del sexo y nivel de ingresos. Pero sí encontraron que el sexo parece tener un efecto mayor en los niveles de felicidad en las personas con mayor educación - y presumiblemente más ricas- que en aquellos con menor nivel educativo.
En general, los más felices son quienes tienen más sexo -las personas casadas, quienes reportan un 30% más de actividad entre las sábanas que los solteros. De hecho, los economistas calculan que un matrimonio duradero equivale a la felicidad generada por ganar $100,000 al año. El divorcio, por su parte, reduce la felicidad tanto como ganar 66,000 dólares menos al año.
Se podría debatir si este aumento cuantioso en felicidad se debe a la dicha por estar casado o al sexo accesible. Sin embargo, sus "cálculos econométricos" confirman lo que los psicólogos saben desde hace tiempo: las personas que se consideran felices suelen tener mayor actividad sexual.
"Muchos estudios confirman que las personas que están deprimidas tienen menos relaciones sexuales", dice el psicólogo y terapeuta sexual Robert Hatfield, de la Universidad de Cincinnati y vocero de la Sociedad para el Estudio Científico de la Sexualidad. "Por el contrario, si no estás deprimido, es más probable que tengas sexo con mayor frecuencia".
¿El sexo conduce a la felicidad o la gente feliz lleva más fácilmente a invitados a su dormitorio? Eso está todavía bajo investigación, pero hay evidencia de que la psique y el sexo se alimentan mutuamente.
En mayo de 2001, en el Journal of Sex Research, investigadores de la Universidad de Georgia publicaron que las personas involuntariamente célibes frecuentemente se ven afectadas por sentimientos tristes, ira, frustración, dudas de sí mismo y depresión. Los científicos llegaron a la conclusión de que esos estados de ánimo eran resultado de "oportunidades sexuales perdidas".
Pero según otro investigador, puede que la causa de la depresión no sea la abstinencia sexual en sí, sino la falta de exposición al semen.
"El semen parece actuar como un antidepresivo en la mujer", explica el psicólogo Gordon Gallup. "En nuestros estudios, las mujeres que practican relaciones sexuales sin protección experimentan niveles más bajos de depresión que aquellas que tienen la misma cantidad de relaciones sexuales con el uso de un preservativo".
"De hecho, no se encontraron diferencias en las puntuaciones de depresión entre las mujeres que tienen relaciones heterosexuales con condones, las lesbianas o las que no tienen relaciones sexuales", agrega Gallup, de la Universidad Estatal de Nueva York.
Y en un estudio de seguimiento, publicado en Archives of Sexual Behavior, las mujeres que tienen relaciones sexuales sin condón son más propensas a deprimirse al suspender la actividad sexual que aquellas que practican sexo 'protegido'.
"Las mujeres que tienen relaciones sexuales sin preservativo son también más propensas a ser víctimas del 'efecto rebote' tras la ruptura de su relación. Esto sugiere que hay un efecto de retirada (síndrome de abstinencia) que propicia la depresión cuando se interrumpe la exposición al semen."
Ya sea que para el sexo se use o no el condón, el orgasmo desencadena una liberación de endorfinas, esos químicos cerebrales que hacen "sentirse bien" al elevar el estado de ánimo y aminorar el dolor. "Pero no estoy seguro de que sea la única explicación (en cuanto al estado de ánimo), porque los efectos de las endorfinas desaparecen en una hora", dice Hatfield, quien apuesta a los beneficios que se derivan del contacto físico- especialmente con el esposo u otro amante de confianza.
"Sabemos que las personas que tocan y son receptivas al contacto son probablemente más felices y padecen menos problemas con la depresión y la ansiedad ", dice Hatfield a WebMD. "Sobre todo en una relación con compromiso o casados, el sexo proporciona más oportunidades para tocarse. Creo que el orgasmo es el glaseado del pastel de la Madre Naturaleza, una razón para que Usted desee regresar a por más."