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Las nociones, lamentablemente muy frecuentes, entre quienes toman la decisión de contratar a un hombre en detrimento de una mujer, suelen estar guiadas por la idea de que contratarla, promoverla o invertir en su formación técnica o profesional resulta más costoso si se toma en cuenta que, en algún momento de su vida, también tendrán que concederle los derechos y prestaciones derivados de la maternidad y del cuidado de los hijos (y en algunos casos, hasta reemplazarla, si decide abandonar el trabajo).
Por años, nuestra cultura ha reforzado el estereotipo de que la mujer, es la persona que debe asumir en su totalidad el cuidado de los hijos y el hombre, proveer de lo necesario al hogar familiar, negándole el derecho de coparticipar y vivir la crianza de sus hijos, comenta la Abogada Ingrid Tapia, vocera de TAD (THINK • ACTION • DEVELOPMENT) y especialista en Derecho Civil. Es quizá esta misma exclusión, la que ha contribuido a generar distintas formas de discriminación que afectan directamente a las mujeres y a sus hijos sobre todo en el ámbito laboral.
Antes de la propuesta de Reforma Laboral que actualmente se discute en el Senado, la figura de permiso de paternidad no estaba jurídicamente reconocida (aunque en algunas organizaciones (pocas) se da un permiso a consideración del patrón) y a pesar de que, en comparación con los permisos que recibe la madre, los que se pretenden otorgar por paternidad (5 días) no representan en términos reales un cambio sustancial, reflejan un esfuerzo por promover la distribución equitativa y el involucramiento temprano de los trabajadores en la crianza de los hijos, biológicos y adoptados.
Se hace necesario que el estado mexicano mire a la sociedad desde sus constantes cambios, no podemos quedarnos rezagados de los avances que en materia de paternidad/maternidad se han generado en otros países, cuyas licencias por paternidad van de 10 días hasta un año. Asimismo, terminar con esa imagen que los empleadores tienen de la diferencia en los costos por género: proteger la paternidad no sólo beneficiará laboralmente a las mujeres, sino que dejará de lado, los problemas e inconvenientes que, desde la perspectiva de quien contrata, el género sigue asumiendo a partir de su maternidad y todas las responsabilidades domésticas/familiares que esta genera.
La paternidad y la maternidad no son cuantificables en términos monetarios, son dos temas que para el estado deberían ser un compromiso social y permanente, pues al protegerlos, contribuye a brindar a hombres y mujeres mayores oportunidades para el desarrollo personal, en una vida laboral conciliada con la familiar. Las mujeres no pueden ser excluidas de una lucha que también es suya y los hombres no tienen la obligación de ser padres, es su derecho, puntualiza la especialista.