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MÉRIDA, Yucatán, 15 de octubre.- Hoy, en visita al Cementerio General con motivo de las próximas celebraciones dedicadas a los muertos, descubrí que la lápida de mi abuelo paterno, Dr. Conrado Menéndez Mena, había desaparecido misteriosamente.
La tumba fue construida originalmente en 1941, con motivo del fallecimiento de uno de mis tíos, el Dr. Rodolfo Menéndez Díaz. Más adelante, la fosa fue reutilizada por la familia para enterrar a mi abuelo, quien murió el 30 de noviembre de 1959, y a otros familiares.
El Dr. Conrado Menéndez Mena fue el último Director del Instituto Literario, primer Director de la Escuela Preparatoria, así como, en otro tiempo, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yucatán.
La bóveda se encuentra en el Grupo B Número 6 del Cementerio General, a pocos metros de la tumba de mi bisabuelo, don Rodolfo Menéndez de la Peña, y del mausoleo de los masones, en una sección con muchos sepulcros significativos para varias familias meridanas y para la ciudad en general.
Tanto por su valor histórico y arquitectónico como por lo que significa para los descendientes de la familia Menéndez Díaz esta sepultura, considero indignante el hecho de que alguien pueda entrar campantemente al Cementerio General, desatornillar o arrancar una lápida de más de 50 años y llevársela como si nada, con total impunidad, más cuando en los últimos años diversas administraciones municipales han hablado sobre rescatar el camposanto y darle estatus de sitio patrimonial. (Nota y fotos de Mari Tere Menéndez Monforte)
El primer difunto en la tumba familiar fue el malogrado Dr. Rodolfo Menéndez Díaz, muerto a los 24 años.