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Domingo 11 de noviembre.- Todo comenzó hace una década como una diversión de un grupo de amigos australianos. Preocupados por los pocos bigotes que veían a su alrededor, decidieron dejarse crecer uno durante el mes de noviembre. Querían, además, hacer una suerte de homenaje al estilo de los años 80.
Nueve años después, Movember (anglicismo que surge de combinar las palabras november, por el mes de noviembre, y moustache, por bigote) es un fenómeno global cuya meta es sensibilizar a la opinión pública sobre la salud masculina en general, y sobre el cáncer de próstata y de testículos en particular.
'Ayúdenos a juntar dinero para luchar contra el cáncer de próstata'. México todavía no participa en este movimiento mundial.
Jaime Lanza, coordinador de Movember España, conoció a los iniciadores del proyecto ya en 2002, y trasladó la idea a su país, más concreto a su ciudad natal, Santander, en el norte de España.
España es el único país de habla hispana que forma parte de la campaña oficial, que está integrada por 21 países: Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido, Irlanda, EE.UU., Canadá, Sudáfrica, Finlandia, Países Bajos, Dinamarca, Noruega, Bélgica, República Checa, España, Hong Kong, Singapur, Francia, Alemania, Suecia, Suiza y Austria.
"Es una campaña de participación que viene de la mano de Movember Foundation, en la que pedimos a todos los hombres de todo el mundo que se dejen crecer el bigote para que sirva como valla publicitaria", le explica Jaime Lanza a BBC Mundo.
"El bigote representa mucho para quien lo lleva y para la persona que lo ve. Si normalmente no llevas bigote, cuando ven que te lo estás dejando crecer te hacen preguntas y ahí muestras tu orgullo, cuentas la historia, conciencias y sensibilizas.
"Esto tiene un impacto en la salud masculina, queremos eliminar cierto tipo de hombría, ese sentido de masculinidad antiguo que nos hace pensar que somos indestructibles y que nos impide pedir o buscar ayuda", dice.
El cáncer de próstata es el cáncer de mayor incidencia entre los hombres. En España, cada 90 minutos -lo que dura un partido de fútbol- muere un hombre a causa de la enfermedad.
Según subraya Lanza, el hecho de que no haya habido demanda, por esa falta de conciencia –o tal vez cierta vergüenza- de los propios hombres, ha supuesto un freno para la investigación del cáncer de próstata y el testicular.
"Movember intenta activar esa demanda, que empiece a haber una preocupación por las cuestiones de salud masculina", añade Lanza.
En conversación con BBC Mundo desde Los Ángeles, Estados Unidos, donde Movember también aterrizó en 2007, Max Sloves incide en este punto: "Los hombres no suelen hablar tanto de su salud. Una parte muy importante de Movember es fomentar el diálogo y la conversación pública y privada sobre la salud y el cáncer de próstata y testicular".
La recepción del público ha sido muy positiva, recalca Sloves, quien precisa que cada año hay más registrados, se ven más y más bigotes y se van recaudando cada vez más fondos.
En el caso de Estados Unidos, los donativos se destinan a la Prostate Cancer Foundation y la LIVESTRONG Foundation, así como al Plan de Acción Mundial (GAP, por sus siglas en inglés). En los otros países, el dinero recaudado también se destina a fundaciones que trabajan en la investigación contra el cáncer y las cuentas están al acceso del público.
El GAP es un plan con el que se financia a los 150 mejores investigadores mundiales en el campo del cáncer de próstata con el objetivo de acelerar resultados.
"Por ejemplo, puede ser que al mejor investigador de Estados Unidos le falte una pieza del rompecabezas que quizá tenga el canadiense o el francés o el brasileño. Movember rompe barreras y fusiona a esos investigadores.
"Consigue acelerar investigaciones y evitar duplicidades, ya que a veces por problemas de copyright se están duplicando las investigaciones con el consiguiente gasto de energía, tiempo y dinero", señala el español Lanza.
Si bien los promotores de Movember hablan de noviembre como el mes de la salud masculina, las mujeres no quedan fuera de este proyecto.
Ejercen una importante labor de apoyo y también de reclutamiento. De ellas se espera que convenzan a los hombres que forman parte de sus vidas (padres, maridos, novios, hermanos, primos, colegas) para que se animen a dejarse crecer el bigote.
El coordinador de Movember España ve en el acto de dejarse crecer el bigote un equivalente a lanzar una mirada hacia la propia salud.
"Todo lo relacionado con la próstata es peliagudo", opina, "puesto que tiene que ver con el dolor al orinar, la impotencia, etc. Uno tiene que sacar ese orgullo, quitarse la vergüenza de si el bigote le quedará mejor o peor... y las mujeres son sensibles y muy necesarias.
"Sin ellas, este proyecto no hubiera salido adelante", dice, al tiempo que recuerda que las mujeres están más sensibilizadas en cuanto a los temas de salud.
"No me gusta cómo se ve, pero es por una buena causa"
Juan es uno de los Mo Bros que este noviembre se está dejando crecer el bigote. Su implicación en el proyecto surgió por el ejemplo que vio en un colega de trabajo.
"Me pareció una bonita causa, aunque me cuesta dejármelo crecer porque no me gusta", le dice Juan a BBC Mundo, y añade: "Trato de no mirarme mucho en el espejo para no acordarme".
Juan, a quien en 2011 le detectaron otro tipo de cáncer del que se ha recuperado, cuenta que en su oficina ya mencionó que se estaba dejando el bigote como parte del movimiento Movember, y sus colegas lo respetan.
A las otras personas que lo miran raro y le preguntan, les explica que es por una causa concreta y así consigue despertar conciencias. De hecho, ese es el objetivo de la campaña: explicar los motivos para que la salud masculina deje de ser tabú.
"No se habla tanto de estas enfermedades, es una cuestión muy delicada al tratarse de la próstata o los testículos. Las campañas más conocidas son las del cáncer de seno de las mujeres", sostiene Juan.
"El cáncer es bien silencioso, es una enfermedad que no se manifiesta hasta estar muy avanzada", agrega, antes de explicar que su tío logró recuperarse de un cáncer de próstata gracias a que los médicos lo detectaron en una etapa muy inicial.
"A los hombres, por cuestión cultural o de género, el examen del tacto nos da un poco de… respeto. Pero ahora es distinto. Yo me haría cualquier cosa después de lo que pasé por saber que estoy sano", enfatiza Juan. (BBC)