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BUENOS AIRES, 9 de noviembre.-La presidenta argentina Cristina Kirchner atraviesa por una de las etapas más difíciles de su gobierno, tras una masiva manifestación opositora que rechazó una nueva reelección, mientras cae su popularidad, hay incertidumbre económica y agitación sindical.
Decenas de miles de personas salieron a las calles en Buenos Aires y otras ciudades convocados por redes sociales y opositores en rechazo a una segunda reelección de Kirchner y con críticas a su estilo de gobierno, en medio de una situación económica en deterioro por la elevada inflación y la preocupación por la inseguridad.
"Hay un sector de la sociedad que expresa su disconformidad en una doble vertiente: lo institucional expresado en la re-reelección y el estilo de gestión de la presidenta, que en la marcha se cruzó con el malestar por problemas cotidianos como la inseguridad y la inflación", dijo la consultora Graciela Romer a la AFP.
Cientos de miles de argentinos salieron el jueves a la calle en distintos puntos del país para protestar contra las políticas del Gobierno de Cristina Fernández (recuadro).
La analista, directora de la consultora Romer y Asociados, sostuvo que en la marcha del jueves, llamada 8N, "primó el reclamo por lo institucional y fue lo que más unificó a un conjunto social muy heterogéneo", que participó de la protesta con cacerolas y sin distintivos partidarios.
"No estamos frente a un pueblo indiferente: hay un nivel de participación muy alto. La asistencia fue absolutamente heterogénea, mucho más amplia que en la anterior convocatoria del 13 de septiembre. Se amplió el número y el límite social", dijo a la AFP el analista Jorge Giacobbe, en comparación con una marcha realizada hace dos meses en la que predominaron sectores de clase media y alta.
La gran mayoría de las pancartas, en medio de un sinnúmero de demandas, expresaban el rechazo a una segunda reelección de la mandataria, cuyo mandato expira en 2015 tras un primer período de gobierno entre 2007 y 2011, impulsada por algunos dirigentes oficialistas.
Los manifestantes marchaban haciendo sonar bocinazos y golpes de cacerolas.
Una segunda reelección requiere de una reforma de la Constitución que debe ser votada por dos tercios de los legisladores, un escenario improbable ya que de cara a las legislativas de 2013 se registra una baja en la popularidad de la presidenta y el desgaste por casi una década de gobierno, incluido el mandato de su marido y antecesor Néstor Kirchner (2003-2007), fallecido en 2010.
La mandataria ha bajado su nivel de popularidad del 60% al inicio de segundo mandato en 2011, cuando logró el 54% de los votos, al 30% ó 40% en la actualidad, según las encuestas.
"La presidenta está perdiendo apoyo de un sector de clase media que la votó. No se logra el 54% de los votos sin ese apoyo. Parte de esos sectores estaban en la marcha, en la que había antikirchneristas y de derecha, pero también había progresistas", detalló Romer.
Giacobbe coincide que la presidenta ha perdido popularidad, del 60% al 34%, según sus estudios, "pero la sociedad no la empuja; existe una especie de frustración y desgaste por la duración de un ciclo de casi una década".
El vigoroso crecimiento económico, a un promedio de 8% desde 2003, tendrá un freno este año por impacto de la crisis internacional y por la elevada inflación que frena el consumo pese a las generalizadas alzas salariales.
"Hay un cuestionamiento de sectores medios por la inseguridad, el deterioro salarial y el cepo a la compra de dólares, que históricamente representa para Argentina una moneda de reserva, con un alto valor simbólico", dijo Romer.
Esa medida más las trabas a las importaciones responden a la necesidad del gobierno de atesorar divisas ya que Argentina enfrenta dificultades para acceder a los mercados financieros pese a haber reestructurado el 93% de su deuda en 'default' declarada en 2001 por unos 100,000 millones de dólares.
Sin embargo, la oposición, débil y sin liderazgos, no logra capitalizar el descontento e incluso asistió al cacerolazo sin identificarse, mientras los sectores sindicales críticos de la mandataria preparan una huelga general.
La movilización llegó hasta las inmediaciones de la Casa Rosada. (Fotos Reuters)
"Hay una ciudadanía que no se siente representada por los partidos. Estas irrupciones espontáneas son luces amarillas, pero no son alternativas políticas. Sí crean espacios a partir de los cuales puede haber cambios", señaló Romer.
El analista Artemio López, director de la consultora Equis, sostuvo que la movilización opositora del jueves "muestra la profundidad creciente de la crisis de representatividad política de la oposición".
En cambio, Giacobbe considera que es el gobierno el que dice que la protesta no la capitaliza nadie porque, graficó, "es como el caso de la novia que si no se casa conmigo, no se casa con nadie" y sostuvo que "se está definiendo que se termina un ciclo; no se define que empieza uno nuevo". (AFP)