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Entrevista de Gonzalo Izquierdo a Carlos Rubio
MADRID, 8 de noviembre.- A pesar de ser una referencia indiscutible de la literatura japonesa contemporánea, Haruki Murakami sigue despertando sentimientos encontrados. Tanto en Occidente como en su país natal, una brecha separa el culto profesado por millones de lectores y la opinión de parte de la crítica especializada, que lo considera un autor sobrevalorado.
Carlos Rubio, doctor en Lingüística Aplicada por la Universidad de Berkeley, fue profesor en la Universidad de Tokio entre 1985 y 1990 y es uno de los grandes especialistas internacionales en Literatura Japonesa. Su labor ha sido premiada por el Gobierno de Japón, que en 2010 le concedió la Medalla del Mérito Cultural.
En una entrevista mantenida con Terra con motivo de la publicación de ‘El Japón de Murakami’ (Aguilar), Rubio confiesa que estaba cansado de escuchar que el responsable de ‘Kafka en la orilla’ era un escritor occidentalizado.
Cuando la editorial le invitó a escribir el libro, se planteó demostrar que, a pesar del barniz occidental y de los referentes tomados de la cultura pop, es un autor muy japonés”. El resultado, un volumen de 560 páginas en el que se traza “una especie de guía cultural y espiritual a Japón de la mano de Murakami”.
Tras esa fachada en la que los personajes beben cerveza mientras escuchan música de los Beatles, hay una esencia cien por cien japonesa que se manifiesta en “cientos de detalles y realidades mucho más sustanciales, como la obsesión por la nada, por el vacío, que en las sociedades orientales es un elemento esencial”. Un concepto positivo –al contrario que en Occidente- que se presenta “a través de las pérdidas sufridas por los protagonistas y en el consiguiente proceso de búsqueda”.
Junto a la utilización de mitos “ya presentes en obras del siglo VIII, como el de la mirada prohibida”, hay “valores sociales profundamente japoneses que están diseminados por toda su bibliografía”, como “los gestos (por ejemplo, la forma de dar la tarjeta de visita), la obsesión con la disculpa, la cortesía, etc.”.
Las revueltas estudiantiles de Tokio en la década de los sesenta, de las cuales el escritor es heredero espiritual y “la pérdida de los ideales de esa generación que protestó con tanto vigor y que después se vio devorada por la sociedad de consumo”, corren por las venas de los personajes murakanianos, que “respiran esa desilusión”.
Las autoridades académicas más ‘convencionales’ de Japón no han considerado a Murakami un autor ‘serio’ por el hecho de que “diese la espalda a la cultura tradicional y que la cultura popular tuviera una presencia tan constante”.
“En la segunda mitad del siglo XX, escritores respetados como Mishima tenían una producción novelística frívola dirigida a un público menos exigente que era publicada aparte”. La 'revolución' de Murakami consiste en que, “en el mismo libro, propone planteamientos universales muy inquietantes y profundos al lado de esta literatura frívola de diálogos jocosos”.
La clave del éxito del autor de ‘After Dark’ entre los lectores occidentales reside en la percepción de ese ‘algo’ específicamente japonés y los continuos referentes a una cultura de consumo internacional, que lo hace muy fácil de entender”.
Otro de los puntos fuertes son “las relaciones humanas de sus personajes, muy sinceras, con personajes corteses, reservados, muy puros”.
“Murakami ha conseguido, siendo un autor profundamente japonés, romper un poquito más eso que llamo el ‘efecto kimono’: el prejuicio que tenemos en Occidente de que, en un autor japonés, tiene que haber siempre geishas, samuráis, cerezos en flor y todas estas exquisiteces decimonónicas del japonismo que llegó a Europa hace 120 años”.
Desde la Segunda Guerra Mundial “ha habido autores japoneses de planteamientos universales en los que no había ninguno de estos motivos, por ejemplo Kōbō Abe o Kenzaburo Oe, que ayudaron a que viéramos la literatura japonesa como una literatura que tiene mucho que decir en los grandes problemas del ser humano en nuestro tiempo: la incomunicación, la soledad, la validez del progreso, la ética del consumo, etc. Murakami da una vuelta de tuerca más a la ruptura de este efecto kimono. Es un autor japonés cien por cien pero que viste como nosotros”.
¿Qué itinerario propondría para tener una visión completa del autor? “Aconsejaría empezar por su primera obra publicada en español, ‘La caza del carnero salvaje’, después pasar a una novela preciosa que se llama ‘El fin del mundo y un despiadado País de las Maravillas’, una obra muy densa, muy mítica, para mí la más japonesa de todas. Luego le tocaría el turno a las ‘novelas realistas’: ‘Tokio Blues’ y 'Al sur de la frontera, al oeste del sol’. El siguiente paso, las novelas más míticas, con más fantasía, que son ‘Kafka en la orilla’ y ‘Crónica del pájaro que da cuerda al mundo’”. (TERRA / vozpopuli.com)