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Artículo de CELIA MAZA para LA RAZÓN España
LONDRES, 4 de enero.- Todos los años ocurre lo mismo. Cuando se anuncia el premio Nobel de Literatura, el galardonado ocupa las portadas de los periódicos, las ventas de sus libros aumentan y los eruditos organizan encuentros para analizar su figura. Pero lo realmente importante tiene lugar en la fase anterior. ¿Qué pasa durante las discusiones en las que se elige el nombre del ganador? La Academia Sueca deja pasar cincuenta años antes de revelar los detalles de dichas reuniones. La larga espera pretende evitar polémicas y herir sensibilidades. Sin embargo, en esta ocasión, aún respetando el tiempo de rigor, se ha generado un gran debate. Y es que no es grato saber que el Nobel no se lo llevó el mejor, sino el menos malo. De acuerdo con los archivos pertenecientes a la edición de 1961, John Steinbeck (1902-1968) no estaba a la altura, pero tampoco tenía rival interesante. La noticia la reveló ayer el periodista sueco Kaj Schueler, del diario Svenska Dagbladet, y después se hizo eco de ella el rotativo The Guardian. Y es que en su día, la elección de Steinbeck causó gran revuelo en el Reino Unido, ya que por encima del autor norteamericano sonaban como favoritos los nombres de dos británicos, Robert Graves y Lawrence Durrell.
El escritor de EE. UU. John Steinbeck se alzó con el Premio Nobel de Literatura en 1962 por descarte, pues el comité sentía que no había un claro favorito dentro de una lista de candidatos problemáticos, reveló ayer la prensa sueca.
Aunque en un principio la lista contaba con 66 candidatos, la elección final estaba entre Steinbeck, Graves, Durrell, el dramaturgo francés Jean Anouilh y la danesa Karen Blixen. A pesar de que en 1961, cuando se dio a conocer el nombre del ganador, la Academia elogió al autor de «Las uvas de la ira» por «sus escritos realistas e imaginativos, que combinan humor y aguda percepción social» los documentos desclasificados ayer reflejan que en realidad fue elegido como mal menor, ya que no había ninguno realmente que mereciese el premio. «No hay candidatos obvios para el galardón y el comité se encuentra en una situación poco envidiable», escribió en su día Henry Olsson, miembro del mismo.
Los documentos revelan que Robert Graves fue rechazado porque, a pesar de que había escrito varias novelas históricas, él todavía se considera por encima de todo como un poeta. Olsson se mostró reacio a conceder el premio a cualquier poeta anglosajón antes de la muerte de Ezra Pound y posteriormente rechazó al autor de los «Cantos» por su postura política y sus antiguas simpatías con Mussolini. Por su parte, Blixen, autora de «Memorias de África», quedó fuera de la lista al morir en septiembre del mismo año. Con Durrell surgieron las dudas, aunque finalmente también se descartó, ya que se pensó que «El cuarteto de Alejandría» no era suficiente, por lo que decidieron «mantenerlo bajo observación para el futuro». El británico ya había sido firme candidato en 1961, pero su «preocupación monomaniaca con complicaciones eróticas» no convenció al comité.
No queda muy claro por qué Anouilh fue pasado por alto, pero el poeta francés Saint-John Perse había sido premiado en 1960 y Jean-Paul Sartre, quien ganaría el Nobel en 1964, comenzaba a ser considerado candidato, por lo que a Francia no se le podía dar esa notoriedad.
Robert Graves y Lawrtence Durrell, los dos británicos preteridos por John Steinbeck.
Por descarte, quedó entonces Steinbeck, quien había estado nominado anteriormente hasta en ocho ocasiones. No son pocos los que consideraban que sus mejores obras ya habían sido publicadas. «De ratones y hombres» vio la luz en 1937; «The Red Pony», en 1945; «Las uvas de la ira», en 1939; «La perla», en 1947 y «Al este del Edén», en 1952. Sin embargo, el secretario permanente de la Academia, Anders Osterling, creía que el lanzamiento de su nueva novela «El invierno de nuestro descontento», en 1961, mostraba que «el autor había recuperado su posición como ser social, un realista en la línea de Sinclair Lewis y Ernest Hemingway». «Entre Graves y Steinbeck, creo que la elección es muy difícil. Graves es el más viejo, y al mismo tiempo es el que cuenta con un perfil más bajo, mientras que la reputación de Steinbeck es más popular», escribió Osterling. «Desde la candidatura de Steinbeck, sin embargo me parece que tienen una mayor posibilidad de obtener apoyo, me considero libre para darle prioridad», recalcó. La elección fue muy criticada. Es más, se llegó a describir como «uno de los mayores errores de la Academia». «The New York Times» planteó por qué habían otorgado el galardón a un autor cuyo «talento limitado está, en sus mejores libros, diluido por una tasa filosófica». El mismo Steinbeck, cuando se le preguntó si merecía el Nobel, dijo: «Francamente, no».
A las deliberaciones finales del jurado llegaron, junto a Steinbeck, tres autores. Robert Graves era uno de ellos, y fue rechazado por ser eminentemente poeta (había publicado alguna novela histórica) y la Academia no tenía interés en galardonar a un poeta. Karen Blixen, la autora de «Memorias de África», acababa de fallecer, por lo que quedó descartada (el Nobel no se entrega a título póstumo) y el tercer nombre, el de Lawrence Durrell (hermano de Gerald y autor de «El cuarteto de Alejandría») era considerado «poca cosa».