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WASHINGTON D.C., 15 de abril.- La imagen aparece en colores de tonos violetas por la longitud de onda captada. La actividad en la superficie del Sol está en un punto culminante. A finales de este año, alcanzará su máximo en un ciclo recurrente de 11 años, así que es muy probable que en lo que quede de año veamos imágenes aún más espectaculares.
Una erupción solar es una violenta explosión en la fotósfera del Sol con una energía equivalente a decenas de millones de bombas de hidrógeno.
Las erupciones solares tienen lugar en la corona solar y la cromosfera, calentando plasma a decenas de millones de grados y acelerando los electrones, protones e iones más pesados resultantes a velocidades cercanas a la de la luz.
Producen radiación electromagnética en todas las longitudes de onda del espectro electromagnético, desde largas ondas de radio a los más cortos rayos gamma.
La mayoría de las erupciones suceden alrededor de manchas solares, donde emergen intensos campos magnéticos de la superficie del Sol hacia la corona.
Las erupciones solares afectan los satélites artificiales de comunicación, "El efecto principal es para la tecnología satelital, que ocupa en sus sistemas eléctricos es solar, si le llega un golpe alto de corriente a sus sistemas, colapsan y quedan fuera de servicio."
El Observatorio Solar de la NASA captó una de las imágenes más espectaculares del Sol hasta la fecha. De hecho, se trata de la erupción solar más grande en lo que va de año. La NASA la ha catalogado de nivel medio.
Gracias a la atmósfera terrestre, las personas no son directamente afectadas por las erupciones, y su carga energética son desviadas hacia los polos, en donde se transforman en "hermosas auroras boreales y australes".
Las únicas personas que deben resguardarse de estas erupciones son los astronautas de la Estación Espacial Internacional, quienes no cuentan con la protección atmosférica. Para no ser afectados, se ubican en lugares seguros dentro de la nave para protegerse.
En 1859, el Sol hizo erupción, y en la Tierra los cables lanzaron chispas que conmocionaron a los telegrafistas e hizo que se incendiara su papel.
Se trataba de la mayor tormenta geomagnética en la historia. El Sol lanzó miles de millones de toneladas de electrones y protones hacia la Tierra, y cuando esas partículas se estrellaron en el campo magnético del planeta crearon auroras boreales espectaculares de color rojo, verde y morado en el cielo nocturno -junto con poderosas corrientes de electricidad que manaron del suelo a los cables, lo que sobrecargó los circuitos-.
Si se diera una tormenta tal en el Siglo 21, algunos satélites de telecomunicación en el cielo sobre la Tierra quedarían deshabilitados. Las señales GPS se distorsionarían y las redes eléctricas podrían fallar, lo que dejaría a un continente sumergido en la oscuridad.
Los científicos dicen que es imposible predecir cuándo se dará la siguiente megatormenta solar -y si la Tierra se encontrará en su camino-. Lo que sí saben es que con más manchas solares vienen más tormentas, y el Sol se perfila este Otoño a alcanzar la cresta de su ciclo de 11 años de manchas solares.
Las manchas solares son regiones de campos magnéticos turbulentos donde se originan las erupciones solares. Durante siglos se ha observado su flujo y reflujo, pero es apenas en las últimas décadas que los científicos solares han descubierto que los campos magnéticos en las manchas pueden desatar las brillantes ráfagas de luz llamadas erupciones solares y las grandes explosiones de partículas cargadas conocidas como eyecciones de masa coronal.
Un apagón a nivel continental afectaría a muchos millones de personas, “pero es manejable”, afirmó John Moura de North American Electric Reliability Corporation, un organismo sin fines de lucro fundado por empresas de servicios públicos para ayudar a manejar la red eléctrica. La mayor parte de la red podrá volverse a poner en línea en una semana más o menos, dijo.
Otros son más pesimistas. Les preocupa que una erupción enorme y bien dirigida desde el Sol podría provocar no sólo un apagón, sino que también dañara los transformadores y otros componentes críticos de la red.
Algunos sitios podrían quedar sin electricidad durante meses. E incluso si el Sol desata una enorme ráfaga, como sucedió en julio, las probabilidades son que apuntará en otra dirección sin causarle daño al sistema solar. Es rara la ocasión en que una explosión solar gigante vuela directamente a la Tierra.
El ejemplo más estudiado e inequívoco de la capacidad del Sol para congestionar las redes eléctricas ocurrió el 13 de marzo de 1989, en Quebec. A primeras horas de la mañana, una tormenta solar generó corrientes en los cables de transmisión, lo que “botó” los interruptores de circuito. En cuestión de minutos, un apagón se extendió en toda la provincia. La electricidad fue restaurada más tarde.
Los peligros no desaparecerán una vez que haya pasado el máximo solar -el periodo de mayor actividad solar-. Aunque esté tranquilo, con pocas manchas solares, el Sol aún puede producir una explosión gigantesca.
Las erupciones solares, que viajan a la velocidad de la luz, llegan a la Tierra en menos de 8.5 minutos y pueden ahogar algunas comunicaciones de radio. Sin embargo, son las eyecciones de masa coronal -en las que miles de millones de toneladas de electrones y protones son vomitadas y aceleradas a más de un millón y medio de kilómetros por hora- las que causan más preocupación.
Las partículas expulsadas, que generalmente toman de dos a tres días en recorrer los 150 millones de kilómetros entre el Sol y la Tierra, nunca llegan a la superficie, pues el campo magnético del planeta las repele.
Quedan entonces atrapadas en el campo. El movimiento de aquí para allá genera nuevos campos magnéticos, principalmente del lado nocturno y éstos, a su vez, inducen corrientes eléctricas en el suelo. Esas corrientes emanan del suelo y brincan a las líneas de transmisión eléctricas.
En promedio, el Sol lanza unas cuantas eyecciones de masa coronal al día, entre ellas una el 15 de marzo que hizo un impacto directo en la Tierra, lo que generó pintorescas auroras nocturnas tan al sur de EU como Colorado, pero sin causar daño notable.
Las naves espaciales de la NASA que observan al Sol llevan un registro de las manchas solares, y pueden ofrecer alguna advertencia de las regiones con probabilidades de hacer explosión. (EL TRIBUNO DE JUJUY/Periódico AM tomado de THE NEW YORK TIMES)