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$9.3 millones de dólares iban a ser extraídos del presupuesto de la Cámara de Diputados para… ¿qué crees, estimado lector? En pesos mexicanos estamos hablando de una erogación (al tipo de cambio de $12.50) de $116,250,000 (CIENTO DIECISEIS MILLONES DOSCIENTOS CINCUENTA MIL PESOS). Pero, ¿para qué crees? Si no eres programador o no has estado involucrado en proyectos de desarrollo de software, quizás no tengas una gran idea de lo que estamos hablando.
Ese dinero es el que se habría ya comprometido para pagar con $290 mil dólares mensuales (por 32 meses) a la empresa que desarrollaría el proyecto. Ese es el costo equivalente a desarrollar 77 veces la aplicación “Angry Birds”.
Ese fue —sí, fue el trato que se cerró, porque ya no es— el costo que una “empresa” mexicana de desarrolladores iba a cobrar por una aplicación para que el público mexicano —los ciudadanos mexicanos, tú, yo, los demás— nos enterásemos de las actividades de los diputados. El grupo o empresa se llama Pulso Legislativo. Buen nombre, muy descriptivo. Pero el “pulso” que de verdad iba a latir bien estable es la salud financiera que la dichosa empresa iba a tener a costa de apropiarse arrebatadamente de un dinero que éticamente no le correspondería ni en 3%.
Los hackers concursantes antes de entrar a la sesión de presentación de sus creaciones.
Pero el mundo moderno ya cuenta con instrumentos para detener lo ignominioso antes de que este haga estragos con nuestros recursos. Un periodista —Arturo Aguilar— lanzó una petición en change.org para solicitar la cancelación del contrato. Casi en forma inmediata, 1900 firmas avalaron la petición planteada.
Se sospecha que Pulso Legislativo tiene lazos poco éticos con legisladores actuales y anteriores pertenecientes al partido en el poder (PRI).
Y aquí es en donde entró en juego la actividad de los hackers mexicanos —Codeando México— que no se limitó a destruir o criticar, sino que vino acompañada de un proyecto para resolver, efectivamente, lo que habían logrado provocar que el Congreso cancelara el contrato. Ellos querían probar que el desarrollo de software puede ser mucho menos costoso, que el resultado final puede ser mucho más eficiente, amén de que el costo de mantenimiento y crecimiento será siempre muy inferior al que se les pretendía cobrar.
Oscar Mendoza, el director de análisis de la empresa Pulso Legislativo, dijo que “no se había desarrollado en sí una aplicación, sino que se le estaba proveyendo a la Cámara de Diputados un sistema privado para distribuir reportes y análisis de las sesiones del congreso…” —información con la que el congreso ya contaba desde tiempo atrás.
Los hackers en combinación con la organización mexicana Intangible, organizaron un concurso, avalado por la Cámara de Diputados, para desarrollar y concursar una aplicación que serviría de unión entre los ciudadanos mexicanos y los diputados. La aplicación ganadora recibió un premio simbólico de $9300 y un iPad Mini. Buscaban que el pago de la aplicación fuera 10,000 veces menor que el que antes se había contratado.
Ante situaciones como esta, el ciudadano mexicana se pregunta: “¿cómo puedo no estar alerta cuando cosas como estas pueden estar pasando por todos lados y a todos los niveles de gobierno?”