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Micatlán, México (23 de enero).- Familiares del mexicano Edgar Tamayo, el reo ejecutado el miércoles en EEUU, vivieron una jornada que pasó de la resignación que afrontaban con rezos, a la esperanza por el retraso de tres horas en la aplicacion de la condena y, finalmente, el llanto al confirmarse su muerte.
Durante más de cinco horas, la humilde casa de los Tamayo Arias ubicada en Miacatlán, México, se convirtió en el centro de oraciones y cantos de familiares y vecinos de Edgar, acusado hace 20 años del asesinato de un policía.
“Dígales a todos que gracias por el apoyo… Y que yo estoy tranquilo”, decía el mensaje que leyó Edelmira Arias ante sus familiares y amigos que formaban una cadena tomados de la mano en el interior y exterior de la vivienda de los padre de Edgar Tamayo.
La hora programada para la ejecución por inyección letal de Edgar Tamayo era a las 18H00, pero tres recursos de apelación presentados a última hora ante el Tribunal Supremo de Justicia de EEUU evitaron que se consumara en ese momento, desatando el júbilo y renovando, una vez más, las casi desaparecidas esperanzas de sus familiares Y amigos.
“Señor, cúbrelo de las garras del enemigo porque ellos son sus perseguidores, ellos que quieren ser sus verdugos. Perdónalo, él ya pagó”, rezaban en voz alta mujeres y hombres.
El anuncio de que la ejecución no se había llevado a cabo a la hora prevista fue seguido de una noticia que resultó dolorosamente falsa.
“Nos avisan de que el gobernador (de Texas, Rick Perry) va a dar unas palabras”, dijo una chica a cargo de uno de los dos teléfonos dispuestos por la familia para recibir las noticias de primera mano de los padres y la defensa de Edgar Tamayo que se encontraban en la cárcel de Huntsville, Texas.
Ese rumor provocó la momentánea ilusión de que Perry conmutaría la ejecución de Edgar Tamayo, tal como, de hecho, le fue solicitado en días previos por el Gobierno mexicano, incluso por el federal de EEUU y decenas de organizaciones internacionales de derechos humanos. Sólo Amnistía Internacional envió más de 25.000 peticiones a las autoridades de Texas.
Los primos y tíos de Tamayo caminaban nerviosos y se veían los unos a los otros con esperanza, hasta que finalmente un SMS hizo que Edelmira Arias rompiera en un desgarrador llanto que apenas le permitía hablar: “¡Dice que ya no hay nada que hacer! ¡Dice que ya no hay nada que hacer!”, decía una y otra vez sin despegar la vista de la pantalla de su pequeño teléfono móvil.
“Señor, míralo con ojos de misericordia y si es tu voluntad, acógelo entre tus brazos”, pedía otra mujer durante la nueva cadena de oración formada después de que corriera con rapidez la noticia de que el último recurso de la defensa de Arias había sido rechazado por la Justicia de EEUU.
A las 21H32 hora local, se declaró muerto a Edgar Tamayo. Desde que se recostó en la cama donde fue atado durante los cinco minutos que tardó en morir, cerró los ojos y se negó a decir unas últimas palabras al micrófono dispuesto en la sala de ejecuciones de la prisión de Huntsville.
Pasados unos minutos, los llantos y gritos de dolor se multiplicaron en la casa de los Tamayo Arias en Miacatlán. Finalmente, su prima pidió a la prensa salir de la vivienda para concluir en privado la tortuosa jornada de espera con más oraciones.- (AFP)