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Lo que comenzó como una reunión con las más halagadoras perspectivas, como ver a los antiguos condiscípulos, convivir con ellos, conocer a las respectivas familias, platicar de los tiempos de escuela, bromear un poco y compartir un rato agradable con buena plática y buena mesa, concluyó en un mal rato, con angustia, con agresiones a la propia integridad y a la de la familia y sobre todo, con la triste impresión que significa percatarse que la policía local no cumple con su deber.
Un antiguo maestro normalista de la Escuela de San Diego Tekax, que solicitó el anonimato por cuestiones de proteger su seguridad e identidad, , nos comentó que el pasado 29 de julio, para celebrar el 50 aniversario de haber egresado de ese centro docente, se reunieron los integrantes de la referida generación de profesores. Todos ellos gente de arriba de 70 años y que inclusive acudieron a la reunión con aparatos de dialisis.
En la ceremonia, que se verificó en las instalaciones del Frente Único de Trabajadores del Volante, se entregaron reconocimientos a los compañeros, se cantó el himno normalista y los asistentes convivían y se saludaban e iban conociendo a hijos y nietos de sus compañeros. Lo estaban disfrutando realmente.
A eso de las cuatro y media de la tarde, la gente comenzaba a retirarse. Precisamente por ello, alguien se dio cuenta que los meseros estaban enviando cerveza y comida a un grupo de gente, que al parecer estaban jugando beisbol ahí mismo. Esta situación se hizo notar a los meseros y se les llamó la atención.
De pronto, una de las maestras que se retiraba, entró de nuevo al local haciendo notar a los asistentes que los seudodeportistas a los que se negó la comida y la cerveza, estaban bajándoles las llantas a diferentes vehículos.
Nuestro entrevistado salió y reclamó al cuidador que le hubieran bajado las llantas a su automovil, a lo que este contestó que nada podía hacer y que se lo reclamara a otra persona, a quien señaló como el administrador. Al dirigirse a este último, diciéndole que no le parecía correcto lo acontecido, le contestaron con insultos y ante ello, su hijo que ya había salido a la puerta, le reclamó por la manera con que se expresaba el administrador y por los gritos.
Entonces, el presunto administrador empujó a su hijo y los seudobeisbolistas, se le fueron encima a golpes y patadas. Ante esta situación, sus nietos menores intervinieron pero fueron agredidos igualmente, incluyendo a su nieta mayor, que se tiró sobre su padre, intentándolo cubrir con su cuerpo, toda vez que con lujo de violencia por medio de jalones, la separaron de su progenitor.
En ese momento y al ver que el hijo de nuestro entrevistado sangraba de la nariz, alguien llamó a los paramédicos y cuando estos llegaron, tras atenderlo, recomendaron que no saliera para que no continuara la agresión.
Entonces llegó la policía y al relatarles lo acontecido, los elementos policiacos se lavaron las manos diciendo que si detenían a unos, debían detener a todos los rijosos, pero que para que esto sucediera, el administrador tendría que dar su autorización por tratarse de propiedad privada y como éste estuvo involucrado en los hechos, pues dificilmente sucedería.
De cualquier modo, la presencia policiaca aparentemente apaciguó los ánimos, pero cuando los elementos del orden se retiraron, nuevamente prosiguó la agresión a su hijo y esta vez, el mayor de sus nietos, fue agredido de tal manera, que lo hicieron sangrar de la nariz.
Ante la agresión, junto con otros maestros, trataron de separar a quienes agredían a sus familiares y fue uno de sus compañeros quien acercó su camioneta para que sus familiares subieran y pudo retirarlos de ahí. Fue hasta que pudo llamar una unidad de auxilio vial, que fue posible retirarse, en compañía de una de sus nietas que se negó a abandonarlo.
Nuestro entrevistado finalizó indicando que pudo enterarse que es común la práctica en el local del volante, de que los meseros den cerveza y comida a gente que nada tiene que ver con los eventos que ahí se realizan y que incluso hasta se desvalijan autos.
Asimismo, reiteró que es una tristeza que los yucatecos hayamos regresado a los tiempos en los que se agrede con impunidad a la gente pacífica, como ocurrió en el caso de la fuente de Montejo o como en el suyo y que las autoridades que debieran preservar la integridad física de los ciudadanos, no haga nada al respecto.