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MADRID, 22 de febrero.- Se parece mucho a esas pulseras infantiles formadas por varias cuentas de caramelo alrededor de una diminuta goma elástica. Sin embargo, para los pacientes con reflujo gastroesofágico, el nuevo dispositivo no es cosa de niños sino una solución efectiva para un problema molesto y muy costoso para el sistema sanitario.
Se calcula que alrededor del 15% de la población española sufre reflujo gastroesofágico al menos dos días a la semana, un problema ocasionado por la debilidad de la válvula que separa el esófago del estómago, incapaz de mantenerse cerrada para que los ácidos gástricos no asciendan hacia el esófago.
El aparato, un sustituto del esfínter esofágico, impide que el reflujo estomacal suba, pero se expande para que baje la comida.
Además de un problema molesto, en los casos crónicos, el exceso de ácidos que sufre constantemente el esófago puede provocar un problema más serio (esófago de Barrett) y, en el peor de los casos, aumentar el riesgo de desarrollar un tumor. Un 40% de los pacientes no responde al tratamiento farmacológico (con inhibidores de la bomba de protones, tipo Omeprazol) y los efectos secundarios de la cirugía tampoco permiten operar con éxito a todos los afectados.
Por eso, el nuevo dispositivo presentado esta semana en las páginas de la revista The New England Journal of Medicine, podría convertirse en una alternativa de futuro.
"Son resultados muy buenos", admite el doctor José Miguel Esteban López-Jamar, miembro de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD); "en un grupo seleccionado de pacientes con reflujo leve a moderado". Como explica este especialista, desde el 2000 se han intentado varias innovaciones quirúrgicas para mejorar los resultados en pacientes que no respondían a los antiácidos, pero hasta ahora si éxito. "La ventaja de estos imanes es que la técnica es incluso menos invasiva que la cirugía antireflujo actual, que ya de por sí es muy poco invasiva", añade.
De momento, esta pulsera magnética se ha probado sólo en 100 pacientes de 13 hospitales americanos y uno holandés por lo que, como los propios autores insisten, habrá que esperar a tener muestras más amplias de afectados y un seguimiento a más largo plazo antes de pensar en generalizar su uso. "No es una revolución, pero sí es esperanzador", admite su colega español.
El dispositivo está diseñado de tal manera que los pequeños imanes 'abrazan' la válvula que cierra el estómago, pero al mismo tiempo se abren cuando es necesario para que pase el alimento (o, en sentido inverso, para vomitar, por ejemplo). La implantación de este 'brazalete' se realizó con una sencilla intervención (que duró de media 36 minutos, pero apenas se alargó más de hora y media en el caso de las cirugías más largas) mediante laparoscopia, con anestesia local y enviando al paciente a casa al día siguiente.
En 92 de los 100 participantes en el estudio, la intervención mejoró su calidad de vida y al cabo de tres años el 87% había dejado de usar medicación antireflujo. Los 100 participantes llevaban diagnosticados una media de 10 años y tomando fármacos al menos cinco años.
Sin embargo, la pulsera de pequeños imanes no fue inocua en el 100% de los casos. Al menos seis de los voluntarios registraron efectos secundarios graves y a cuatro de ellos fue necesario reintervenirles para retirársela. Los cirujanos digestivos que firman el estudio en NEJM, dirigidos por Daniel Smith, de la Clínica Mayo (en Florida, EE. UU.), admiten que habrá que seguir realizando estudios con un mayor número de afectados por reflujo y controlar la seguridad el dispositivo a más largo plazo antes de sacar conclusiones definitivas.