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MADRID, España, 8 de abril.- La actriz y cantante Sara Montiel, fallecida hoy en su domicilio de Madrid a los 85 años de edad, ha sido una de las actrices y cantantes internacionales con mayor proyección internacional, mucho antes de que Hollywood oyera siquiera hablar de la industria cinematográfica española.
Nacida en La Mancha, en la localidad de Campo de Criptana (Ciudad Real), María Antonia Abad Fernández, verdadero nombre de Sara Montiel, fue la diva por excelencia del cine español, icono de sensualidad y mito del cuplé, trabajó en medio centenar de películas y publicó más de una treintena de discos.
Esta belleza hispana, a la que dieron en llamar "manchega universal", que cautivó a la empresa cinematográfica más fuerte del mundo, en los años cincuenta por su belleza llegó a compartir cartel con figuras como Gary Cooper y Burt Lancaster en la película "Veracruz".
En España protagonizó uno de los grandes éxitos del cine español "El último cuplé" (1957), por cuyo 50 aniversario recibió un homenaje en Miami.
Pronto se convirtió en todo un mito erótico, una artista que interpretaba seductoras canciones a la estela de un puro: "Fumando espero", "Bésame mucho", "La violetera" o "Amado mío".
En la meca del cine americano firmó contratos millonarios para Warner Bross y United Artits, trabajó con directores como Anthony Mann -su primer marido- y enamoró en la pantalla a galanes como Cooper, Lancaster o Charles Bronson.
Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo desde 2010 y que le fue concedida en diciembre de 2008, ha recibido también la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes (1958); el Premios del Sindicato Nacional del Espectáculo (1959) y del Círculo de Escritores Cinematográficos (1959); el título de Actriz del Año (1959) y el Disco Oro (1959, por "La violetera").
La Academia del Cine le concedió en 1997 su Medalla de Oro y, entre otros reconocimientos, atesora el Águila de Oro de Hollywood (1986, el Oscar hispano); la Orden de las Artes y las Letras Francesas (1982); el Premio del Círculo de Escritores Cinematográficos (1999); y una Biznaga de Plata -"La Película de Oro" del Festival de Cine de Málaga (2007) por "El último cuplé".
"Fumando espero", el tema principal de la película "El último cuplé", acompañó durante toda su vida a Sara Montiel, cuya trayectoria discográfica está también marcada por "El relicario" o "La violetera".
Mito sensual, de personalidad arrebatadora, Sara Montiel no se cansó de decir que su fama provenía únicamente de su trabajo, aunque también reconocía que fue su cautivadora belleza la que le ayudó a conquistar Hollywood, y a hombres tan dispares, se jactaba, como Severo Ochoa, Anthony Mann o un tal Tony Hernández.
"Me juré no tener ningún amo, ser pájaro libre y lo he cumplido", solía decir "Saritísima", una mujer sin pelos en la lengua reconvertida en los últimos años a diva "kitsch" por su personalidad excesiva.
A la meca del cine, llegó sin saber inglés y sin padrinos, y también allí encontró a su primer marido, el maestro del western Anthony Mann, pero no fue el único que se quedó deslumbrado por su belleza racial y su intensa mirada: con Gary Cooper y Burt Lancaster flirteó en "Veracruz", donde también conoció a Marlon Brando.
Con James Dean vivió un romance de película e incluso estuvo a punto de viajar con él el día en el que tuvo el fatídico accidente que le costó la vida.
Las conquistas de la protagonista de "El último cuplé" incluyen, según sostenía, al poeta León Felipe, al que conoció en México, y con el que no hubo "pasión carnal", y al escritor Miguel Mihura, su primer amor, que la amó, pero que renunció a ella para dejarla volar libre.
Su fugaz matrimonio con Tony Hernández, un fan cubano 36 años más joven que ella, fue el último capítulo amoroso que la llevó a las portadas del papel couché. Muchos vieron en este matrimonio un montaje para volver a la primera línea de atención pública, aunque ella siempre lo negó todo, y se desquitó en el libro "Sara y el sexo" (2003), donde revivió las sesiones maratonianas que aseguraba haber disfrutado con el cubano.
Al pedirle los periodistas el nombre de la mujer de su vida, la artista no dudaba en señalar a su madre -quien le profesaba un amor sin límite- mientras que, entre los hombres, afirmaba, riéndose, no podía hacer recuento porque si daba la lista entera iba a estar "hasta pasado mañana".
Su azarosa vida sentimental incluye cuatro maridos. Tras su matrimonio en 1957 con el director estadounidense Anthony Mann, del que se separó en 1961 y obtuvo la nulidad en 1963, en 1964 se casó con el productor José Vicente Ramírez Olalla y en 1979, tras nueve años de convivencia, con el industrial mallorquín Pepe Tous.
Éste último que fue, según la propia Sara, "el amor de su vida", falleció en 1992 y con el que adoptó dos hijos: Thais y Zeus.
En 1993 se volvió a casar con Tony Hernández, un cubano de entonces 39 años, declarado admirador de la artista y de dudosa reputación, de quien se separó en 2003.
Entre sus amores "inconfesables", la "reina del cuplé" siempre citaba a cinco hombres: el premio Nobel de Medicina Severo Ochoa, al poeta León Felipe, al dramaturgo Miguel Mihura, al cineasta Mario Camus y el director Ernest Hemingway.