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PARÍS, 6 de abril.- Citas como “Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque pocas de ellas lo recuerdan” o “Las personas mayores nunca son capaces de comprender las cosas por sí mismas, y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones”, alentaron a sus lectores a recuperar al niño que alguna vez encarnaron.
La primera edición de El Principito, aquel héroe intemporal que invitaba a tomarse el tiempo necesario antes de decidir, apareció el seis de abril de 1943 en Estados Unidos (publicada por Reynal & Hitchcock Editions).
Pese a publicarse simultáneamente en francés e inglés, Ediciones Gallimard no decidió presentarlo en Francia hasta 1946, después de la Segunda Guerra Mundial.
Se publicó también tras la muerte de Saint-Exupéry (nacido en Lyon en 1900), aficionado a la aeronáutica y desaparecido en 1944 a bordo de un avión en dirección a Córcega y cuyos restos nunca se encontraron.
Sin embargo, algunos años antes, tras el armisticio de 1940 entre el Tercer Reich alemán y el Gobierno francés del mariscal Pétain, el escritor lionés resolvió exiliarse a Estados Unidos.
Es, precisamente, en las inmediaciones de una casa solariega de Long Island, donde el niño que habita el asteroide B 612 junto con una rosa orgullosa empieza a tomar forma.
El propio Saint-Exupéry asumirá también el rol de dibujante y a partir de un garabato sobre la tela de un mantel, imaginará, a acuarela, las siluetas del pequeño, la serpiente que se ha tragado un elefante o el cordero tan difícil de representar fuera de su caja.
“A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: ¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas? Pero en cambio preguntan: ¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre? Solamente con estos detalles creen conocerle.”, protestaba el Principito.
El creador, Antoine de Saint-Exupéry, con su esposa, la salvadoreña Consuelo Suncín-Sandoval,la rosa del jardín del Principito.
“Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día cada uno pueda encontrar la suya”, dudaba el pequeño habitante del asteroide B 612.
Además, este pequeño héroe fue nombrado embajador virtual de la ONU y cuenta con más de cinco millones de seguidores en su cuenta de Facebook.
El salto a la gran pantalla y en 3D de este pequeño, símbolo tanto para adultos como para niños, tendrá lugar durante el año 2013. (EFE)