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DALLAS, Texas, EE.UU., 25 de abril.- Barack Obama celebró este viernes el legado de George W. Bush durante la inauguración de su biblioteca presidencial. "Conocerle es quererle porque se siente cómodo en su piel y no finge ser lo que no es", afirmó sobre su predecesor el presidente, que añadió que Bush "es un buen hombre" y elogió su "espíritu de servicio" y "su sentido del humor".
El acto se celebró frente a la fachada de la biblioteca de Dallas y reunió a los cinco presidentes estadounidenses vivos -además de Bush y Obama estaban Bush padre, Bill Clinton y Jimmy Carter- y a decenas de dirigentes que sirvieron junto a Bush en la Casa Blanca como Dick Cheney, Colin Powell o Condoleezza Rice. También a mandatarios internacionales que forjaron una relación especial con el presidente republicano. Entre ellos el ex presidente español José María Aznar, el británico Tony Blair, el italiano Silvio Berlusconi y el israelí Ehud Olmert.
Bush tiene 66 años y acaba de nacer su primera nieta. Al dejar el poder, publicó un libro de memorias y desde entonces apenas ha intervenido en ningún acto público. Su tiempo lo ha dedicado a la pintura y a la bicicleta. También a potenciar los proyectos del instituto político que lleva su nombre y a promover actos solidarios a beneficio de los enfermos africanos y de los veteranos estadounidenses. "Uno de los desafíos reales de la vida es no atrofiarse cuando uno completa un capítulo sino seguir encontrando formas de contribuir a la comunidad", decía Bush este miércoles en una entrevista en la CNN.
El acto se celebró frente a la fachada de la biblioteca de Dallas y reunió a los cinco presidentes estadounidenses vivos. Además de Bush y Obama estaban Bush padre, Bill Clinton y Jimmy Carter. (AFP)
El ex presidente ha recaudado unos 500 millones de dólares para su biblioteca presidencial, que abrirá la público el próximo miércoles y que está ubicada en los terrenos de una universidad metodista de Dallas (Texas). Al principio de su discurso, Obama recordó cómo se había encontrado una carta de Bush al llegar al despacho oval y presentó el gesto como una prueba de "la compasión" y de "la generosidad" de su predecesor: "George sabía que pronto aprendería lo que él había aprendido: que ser presidente es una cura de humildad".
Obama no mencionó en su discurso ni Irak ni Afganistán y optó por hacer un repaso por los aspectos menos polémicos de los años de Bush en la Casa Blanca: su discurso megáfono en mano sobre los escombros de las Torres Gemelas, la ayuda económica para contener la epidemia de sida en los países africanos y sus esfuerzos infructuosos por aprobar una reforma migratoria como la que varios senadores se proponen ahora aprobar. "Si logramos un acuerdo", reconoció el presidente, "será en gran parte gracias al trabajo duro de George W. Bush".
El presidente citó una frase de John F. Kennedy y subrayó el coraje con el que Bush asumió el mando en un momento difícil para la nación: "Nadie puede estar del todo preparado para asumir la presidencia. Pero América necesita líderes que estén dispuestos a abordar la tormenta de frente mientras piden a Dios que les den fuerza y sabiduría para saber qué es lo correcto. Eso es lo que hicieron los líderes con los que hoy comparto esta tribuna y eso es lo que George W. Bush eligió hacer".
Obama no fue el único presidente en rendir tributo al hombre que presidió Estados Unidos entre el 2001 y el 2009. Jimmy Carter agradeció sus esfuerzos para forjar un acuerdo de paz en Sudán y su padre pronunció desde su silla de ruedas un breve discurso que suscitó una gran ovación. Pero ningún discurso recibió tanta atención como el de Bill Clinton, que se definió a sí mismo como "la oveja negra" de la familia Bush y reconoció el trabajo de su sucesor para ayudar a las víctimas africanas del sida y la malaria: "He visto los rostros de millones de personas que están vivas gracias a él".
La inauguración la cerró el protagonista del evento con unas palabras muy sentidas que abrió con una broma sobre su pasado disoluto: "Hubo un tiempo en que habría sido imposible encontrarme en una biblioteca y mucho menos pensar que algún día una podría llevar mi nombre".
Bush hizo una defensa encendida de la libertad como regalo divino y motor de desarrollo y aseguró que era un jubilado de la política "pero no del servicio público".
"No importan los desafíos que tengamos. Siempre creeré que nuestros mejores días están aún por venir", concluyó Bush entre lágrimas antes de abrazar a su esposa y escuchar las notas del himno nacional. (Mundo)