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CIUDAD DE MÉXICO, 27 de octubre.- En apenas un mes, dos premios artísticos relacionados con la Universidad de Guadalajara –uno que pretende ser de carácter nacional y otro de alcance internacional– fueron concedidos a otras tantas personas que probadamente han recurrido al plagio.
El caso más reciente es el de la recién rebautizada Bienal Nacional de Pintura José Atanasio Monroy, organizada y patrocinada por el Centro Universitario de la Costa Sur de la UdeG, con sede en Autlán. El otro es el del vergonzoso Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances de este año, un galardón que entre 1991 y 2006 fue conocido como Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo. Esa denominación se perdió a causa de un conflicto entre los herederos de Rulfo y el comité organizador del premio, particularmente con el exrector Raúl Padilla, presidente de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) y mandamás de la UdeG.
Cuadro premiado de César Julián Cervantes Terríquez.
Aunque el premio Monroy nunca ha sido particularmente cotizado, venía resultando de particular interés para pintores primerizos de Jalisco que aspiraban a ganarse un dinero (varias decenas de miles de pesos), aun cuando se tratara de un concurso de adquisición, pues desde que fue instituido, a finales de los noventa, el CUC Sur se queda con los cuadros ganadores. Sin embargo, la bolsa de dichos premios vino drásticamente a la baja (el primer lugar pagaba 50 mil pesos y este año se redujo a 30 mil), y de ser un concurso anual fue convertido en bienal y todavía sus organizadores han tenido las ínfulas, o más bien la demencia, de querer convertirlo en un pretendido certamen “nacional”.
Para colmo, este año, en su debut como “Bienal Nacional”, el primer lugar del premio José Atanasio Monroy recayó en un cuadro de un joven que responde al nombre de César Julián Cervantes Terríquez, quien literal y descaradamente utilizó como elemento central de su obra tres fotografías de la serie Smoking Kids, realizada el año pasado por la artista belga Frieke Janssens. En las tomas aparecen dos niños y una niña fumando. Luego de que Alejandro Alvarado descubriera y exhibiera en el diario Mural (jueves 11 de octubre de 2012) esta copia descarada de las imágenes de Janssens, tanto los sorprendidos integrantes del jurado como el ladino pintor premiado salieron a dar explicaciones tan descosidas como poco convincentes, aduciendo que no se trataba propiamente de un plagio, sino de una “recreación”, de una “hibridación”, de la “utilización de imágenes que están al alcance de todo mundo” y que, por lo tanto, no hay motivo suficiente para retirarle el premio a un pintor bueno para hacer copias… y pasarse de listo.
Fotografía de Frieke Janssens. Enlace a la serie Smoking Kids, donde están, entre otros, los otros dos niños pintados por Cervantes Terríquez.
Triste caso el del joven Cervantes Terríquez, quien comienza su carrera con una mala carta de presentación: como un pintor tramposo, a quien le da por apropiarse de creaciones que no son suyas y que consigue sorprender a un jurado desaprensivo, un jurado cuyos integrantes seguramente actuaron de buena fe, al desconocer que el cuadro que habían premiado no era una obra original. Hasta ahí todo se explica. Pero, ¿por qué al ser descubierta la artimaña no decidieron revocar el premio? ¿Acaso por orgullo y por un amor propio mal entendido?
Cuando en el ámbito deportivo se descubre que equis competidor se ha valido de sustancias prohibidas para mejorar su rendimiento, no sólo se le retira el galardón obtenido de mala manera, se le sanciona severamente. ¿Y por qué en las competencias que tienen que ver con las manifestaciones artísticas e intelectuales no debería ocurrir lo mismo? ¿Por qué lo que es transa en el deporte, en el arte no ha de ser también una chapuza? ¿Y por qué incluso hay quienes hasta tratan de presentar esa conducta deshonesta como virtud?
... lo verdaderamente grave del caso es que la UdeG y otras instituciones públicas premien a dos personas tramposas (a un pintor primerizo y a un escritor añejo) que tienen otra cosa más en común: parecen estar muy frescos y cómodos en su papel de plagiarios.
El premio a Bryce incluye la entrega de ciento cincuenta mil dólares. (proceso.com.mx)