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NUEVA ORLEANS, 3 de febrero.- Obscuridad total, histórica y nocturna. En un Super Bowl, que parecía más un cuento de Edgar Allan Poe, los Cuervos de Baltimore se impusieron 34-31 a los 49ers de San Francisco. La "Parvada Negra" dominaba el partido, pero tras un inesperado apagón que envolvió en penumbras al Superdome por más de 35 minutos, el partido fue otro.
Baltimore ganaba 28-6 al inicio del tercer cuarto, perdían sus signos vitales, pero luego del letal apagón, los 49ers resucitaron y consiguieron dos anotaciones consecutivas sin respuesta para recortar la diferencia 28-20. Poco después recuperaron un fumble de Ray Rice y descontaron otros tres puntos para el 28-23.
Los Cuervos comenzaron a soñar. Un castigo de los 49ers los acercó a las diagonales. Joe Flacco tomó el ovoide, sin titubeos lanzó una bala en medio de de la zona de anotación, Anquan Boldin acomodó las manos y completó la jugada de 13 yardas para la primera anotación del partido. El terrorífico graznido del Cuervo apareció.
Tercera y gol en la yarda ocho de Baltimore, Kaepernick da unos pasos para atrás y cuando buscaba receptor, Paul Kruger lo bajó al césped. Desaprovecharon una valiosa oportunidad. David Akers concretó el gol de campo de 36 yardas para el 3-7 en el primer cuarto. La "fiebre del oro" comenzó cediendo.
Al inicio del segundo cuarto, y cuando San Francisco lucía dominador al ataque, el corredor novato LaMichael James perdió el ovoide al recibir un fuerte impacto del ala defensiva Courtney Upshaw y Arthur Jones lo recuperó en su propia yarda 25. La "Parvada Negra" comenzó a elevarse.
Flacco, sin piedad, recibió la protección de su línea ofensiva y fulminó a los 49ers con un balazo de una yarda al ala cerrada Dennis Pitta. El corazón delator se estremecía en el pecho de los Ravens, iban arriba 14-3.
En el espectáculo del descanso, uno de los momentos más esperados de la noche, brilló Beyoncé. Cantó en directo, nada de playback, sobre un escenario montado a contrarreloj sobre el césped del Superdome.
Kaepernick estaba desesperado, no poseyó el tiempo de siempre. Se deshace del ovoide y el veterano Ed Reed lo interceptó, y la dejó a Baltimore en la yarda 38 de los 49ers. Era una pesadilla para "The Kap", para el coach Jim Harbaugh, para todo San Francisco. Se desmoronaban los sueños. Más el daño no fue ostensible. Justin Tucker quiso sorprender con una carrera en lugar de ir por el gol de campo, pero su intento fue estéril.
Pase bomba de 56 yardas de Flacco a Jacoby Jones quien fue al suelo, los profundos no reaccionaron, Jones se levantó y con la adrenalina invadiendo su cuerpo se arrojó a la zona prometida. Touchdown. Baltimore arriba 21-3, el perímetro de San Francisco se derrumbaba, quedaba en ruinas. El péndulo afilado comenzaba a descender y ellos estaban atados en el fondo del pozo. Ningún equipo se ha levantado de una desventaja de más de 10 puntos en el Super Bowl.
En la primera acción del tercer cuarto, Jacoby Jones volvió a sorprender. Esta vez regresó el Kickoff 108 yardas -la jugada más larga en la historia del Super Bowl-. Parecía ponerle la tapa a la caja oblonga de los 49ers, cuya catalepsia no parecía tener final.
Pero el insólito apagón les brindó un soplo de vida. La pérdida de luz en el estadio le brindó energía a los 49ers, que lograron su primer touchdown con un pase de 31 yardas de Kaepernick a Michael Crabtree y luego Frank Gore haría otra anotación en carrera de seis yardas. Minutos más tarde, David Akers logró un gol de campo, desaparecía la diferencia.
Los Cuervos respondieron con gol de campo de Justin Tucker, pero "The Kap" se escapó siete yardas para ponerse abajo tan sólo por dos puntos 31-29, mas Tucker volvió a separarlos con gol de campo de 38 yardas para el 34-29. Baltimore regaló un safety intencionalmente, 34-3. Así terminaron de escribir la última página de este cuento en el que Flacco fue uno de los héroes, con 287 yardas y tres pases de anotación para ser nombrado el MVP, y un Ray Lewis quien se despide con su segundo anillo de campeón tras 17 años de dejar su alma en los emparrillados.
A festejar, en Baltimore ya sacan las barricas de amontillado. En San Francisco se secan las lágrimas y se alistan para deshacerse de sus ejemplares de El Cuervo. (EL UNIVERSAL)