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FRANCIA, 3 de febrero.- En la última década, con el socialista Bertrand Delanoë al frente de la alcaldía de París, el 40% de los habitantes de la capital de Francia ha renunciado al coche y ahora va a pie o usa los transportes públicos y la bicicleta. La guerra contra el tráfico rodado y la polución emprendida por el alcalde socialista, que termina su mandato en 2014, está todavía en marcha. En noviembre pasado, Deloanoë lanzó un nuevo plan para restringir aun más la circulación y mejorar el aire de la Ciudad Luz. Entre las nuevas medidas está la reducción de la velocidad a 30 kilómetros por hora en nuevas áreas de la capital y las zonas adyacentes a los colegios e instalaciones deportivas o culturales, y la reducción de la velocidad en el cinturón periférico en 10 kilómetros / hora, para pasar de 80 km/h a 70 km/h.
En una década, Delanoë ha robado 75 hectáreas de terreno a los coches para dárselo a los peatones, las bicis y otros medios ‘limpios’. Hace unos días, ha empezado la gran obra en la orilla izquierda del Sena, que ajardinará gran parte del paseo fluvial desde el distrito 7 al 13 y quitará varios kilómetros de asfalto a los vehículos a motor para dárselo a las bicicletas. Vélib, el sistema municipal de alquiler, tiene 250.000 abonados, y la bici supone el 3,1% de los desplazamientos.
Algunos medios y ciudadanos han criticado a la alcaldía por ser “menos audaz” al combatir el gran punto negro de la polución: la masiva presencia de coches diesel. El alcalde ha pedido al Ejecutivo que reduzca de forma progresiva las ventajas fiscales a los diesel, responsables de emisiones de partículas finas y muy finas, de probado efecto cancerígeno según la Organización Mundial de la Salud y que hacen de París una de las ciudades más contaminadas de Europa. El 60% de los autobuses urbanos funcionan con diésel.
Delanoë ha propuesto prohibir la circulación de los vehículos más antiguos, lo que ha suscitado fuertes protestas. En teoría, a partir de septiembre de 2014, los coches de más de 17 años, los vehículos pesados de más de 18 y las motos de diez años o más no podrían circular dentro del periférico que rodea la urbe. Muchos habitantes de la periferia se quejan de que Delanoë quiere hacer de París una ‘bobolandia’, una ciudad para solteros y ricos. El Automóvil Club también rechaza la idea y pide que se consulte a los electores.
El alcalde arguye que esa reducción permitirá reducir la polución y (sobre todo) los accidentes graves, aunque sobre la contaminación hay dudas porque la rebaja de la velocidad puede aumentar la emisión de CO2 aunque disminuya la emisión de partículas. Otras propuestas son poner peajes por kilómetro recorrido en las “autopistas metropolitanas” y habilitar “controles exigentes” a las motos, que han proliferado mucho y hoy suponen el 9% del tráfico rodado, contra el 4% de 2001, cuando Delanoë llegó al despacho del Hôtel de Ville –fue el primer socialista en hacerlo-.
El tráfico de coches en París ha disminuido un 25% en la última década, y las cifras oficiales afirman que hoy solo el 7% de los parisienses usa su coche cada día. Parece poco, pero los hábitos han cambiado radicalmente, y un 40% afirma haber abandonado para siempre el coche y preferir la bicicleta, el metro y el autobús.
Anne Hidalgo, la teniente de alcalde gaditana, responsable de urbanismo y candidata a suceder a Delanoë, ha prometido insistir en un modelo con menos coches, menos ruido y menos contaminación, para avanzar hacia un “modelo urbano sostenible y ecológico”. En los últimos años, la ciudad más visitada de Europa ha abierto líneas de tranvía en el sur, y ha potenciado el reparto diario de alimentos y mercancías con una solución imaginativa: los víveres llegan en barco por el Sena y van a los supermercados en furgonetas eléctricas. (EL PAÍS)