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VERACRUZ, 28 de abril.- En 1998, un reportero caminó cinco horas para hablar con un maestro popoluca replegado en la sierra de Santa Martha, en Veracruz, por un conflicto con las autoridades. Antes de partir —satisfecho con su primicia—, el profesor le dijo: "salúdame a tu compañera Regina Martínez, que vino hace dos días".
"Era muy importante para ella conseguir información que nadie tuviera. Ir al lugar de los hechos era para ella imprescindible y entrevistar a los actores estelares del momento", contó a CNNMéxico un reportero y amigo de la periodista veracruzana, quien pidió no ser citado.
Regina Martínez Pérez, corresponsal del semanario Proceso en Veracruz, fue asesinada el 28 de abril de 2012 en su casa de Xalapa, capital de Veracruz, en el sur del país. Las autoridades de ese estado acusaron a una persona del crimen y la sentenciaron a 38 años de cárcel por robo y asesinato, mientras que la Procuraduría General de la República (PGR) considera que el caso sigue abierto.
Según la Procuraduría General de Justicia (PGJ) de Veracruz, Martínez murió asfixiada en su baño, el único que había en su casa, un lugar donde apenas se podía caminar por tantos libros, archivos y periódicos almacenados en un librero y tres muebles de su sala.
Su casa no tenía puertas en el interior y era solo de una recámara. Tenía además un escritorio, un comedor con seis sillas —solo una de ellas no tenía papeles encima—, una cama individual y una pequeña cocina.
"Era muy modesta, no se qué le habrán robado porque no tenía casi nada" contó a CNN México una amiga y compañera de trabajo de la periodista durante 10 años en el periódico Política. Su identidad no se revela por motivos de seguridad.
La titular de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos Contra la Libertad de Expresión (FEADLE), Laura Angelina Borbolla Moreno, dijo a CNNMéxico que la sentencia al presunto asesino, Jorge Antonio Hernández Silva, aún no está firme, pues existen tres apelaciones.
"Las autoridades superiores a la juez que dictó la sentencia van a hacer una revisión de la sentencia conforme a derecho, si hicieron o no todas las valoraciones de pruebas de manera correcta. Todavía no se puede decir que ha concluido este proceso", dijo la funcionaria de la PGR.
La sentencia, que fue dictada el pasado 9 de abril, fue apelada por la defensa de Hernández Silva y la revista Proceso, que es coadyuvante en la investigación, con lo cual, "la sentencia todavía no está firme y la causa penal del Estado no está concluida", afirmó Borbolla Moreno.
La fiscalía de Veracruz afirmó que Hernández Silva confesó que mató a Regina Martínez para robarle, y el imputado se retractó de esa confesión en una audiencia pública en la que acusó haber sido torturado, de acuerdo con el representante en México del Consejo para la Protección de Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), Mike O`Connor.
Angelina Borbolla informó que la FEADLE recibirá en los próximos días el resultado del Protocolo de Estambul (un protocolo internacional para investigar la tortura), que se aplicó al acusado para conocer si, en efecto, fue torturado.
En opinión de Mike O`Connor, la confesión del acusado es la evidencia principal de la Procuraduría de Veracruz, ya que las pruebas de ADN con restos de sangre hallados en el lugar de los hechos y las huellas dactilares "no coinciden con él ni con su supuesto socio, El Jarocho, entonces difícilmente estuvieron ahí. Eso me cuentan investigadores que no puedo citar", dijo a CNNMéxico.
Por su parte, la titular de la FEADLE confirmó que las muestras recabadas por los peritos de esa dependencia no coinciden con las de Hernández Silva. "En las que tiene la PGR no tienen coincidencia. Hasta el momento no hemos tenido ninguna coincidencia con ninguna persona de las que tomaron muestras", afirmó.
El director de Proceso, Rafael Rodríguez Castañeda, reiteró en entrevista con CNNMéxico que, para la revista, Hernández Silva no es el asesino de su corresponsal de Veracruz y que es un culpable prefabricado.
“Estamos convencidos de que la investigación no cumplió”, dijo.
A casi un año de su muerte, conocidos de Regina Martínez recuerdan algunas anécdotas que la describen. En primera instancia, las tres personas cercanas a ella consultadas por CNNMéxico coinciden en que tenía un carácter "fuerte" y muchas reservas para entablar amistad con alguien.
Un reportero que llegó a Xalapa para ser corresponsal de un diario de circulación nacional, a inicios de la década de 1990, vio a Regina por primera vez en el congreso de Veracruz. Quería conocerla y preguntó por ella.
"Cuidado, que es cosita especial", cuenta que le dijeron mientras la veía caminar con gafas, chaleco, pantalón de mezclilla y sus zapatos de tacón. "Era muy hermética, no era de primera capa, pero después nos hicimos uña y mugre. Era muy solidaria en cuanto al trabajo en conjunto", comenta.
Entre sus experiencias conjuntas de trabajo, el reportero narró un encuentro con un mando militar en la sierra de Zongolica. Frente a su escritorio, ella sacó su grabadora, él vio un informe en una silla, él la pellizcó, ella volteó, vio el documento e hizo plática al interlocutor mientras el reportero anotaba los datos que confirmaban el surgimiento de un grupo rebelde.
La misma información ella la había conseguido a través de una comunicación clandestina con ese grupo.
Otro de sus allegados, con menos edad que ella, la define con dos anécdotas:
"A pesar del acoso policiaco y demás que sufrió durante varios sexenios por su periodismo, la única agresión física que había sufrido curiosamente no venía de alguien de gobierno”.
“Fue de un ladronzuelo que le quiso arrebatar el bolso cuando salía en la noche de la redacción del periódico Política. Ella se defendió y jaloneó con él. Al final, logró sacar un cepillo para el cabello y le dio de cepillazos".
El asesinato de la reportera sigue sin esclarecerse.
En 1997, Regina Martínez pasó varios días en una comunidad del municipio de Filomeno Mata, donde habían muerto varios niños de cólera por consumir agua contaminada.
"Ella se fue a cronicar (sic) el tema para el periódico Política y durante todos esos días vivió a base de comer gansitos (una golosina) y beber Coca-Cola porque no podía consumir el alimento ni el agua local ya que estaba contaminada", contó.
Para el director de Proceso, la muerte de un periodista con el perfil de Regina Martínez, "más allá del ser humano de excepción que era, pone en entredicho el Estado de Derecho y las garantías de una sociedad”.
A casi un año del asesinato, Proceso cree que las amenazas contra su reportera "no eran tan explícitas". Sin embargo, ese hecho dejó una lección en su desempeño con sus corresponsales en los estados, reconoció Rafael Rodríguez Castañeda.
"Fue una lección para tomar medidas de seguridad con los corresponsales, aunque ninguna medida, por rigurosa que sea, protege por completo a los reporteros”, dijo. “(...) Fue una lección, más allá del gran dolor para Proceso”.
El asesinato de la reportera es, según Mike O`Connor, "una cobija negra sobre mucha información muy importante al público" por lo que ya no escribe ella ni los demás reporteros que tuvieron que huir del estado o aplicar la autocensura. (CNN)